Hacía ya un par de horas que había oscurecido. Un cielo estrellado, frío, cubría la ciudad con su llamativo manto. La calle se veía solitaria, abandonada por la actividad del día.
Sombras furtivas se escondían tras los setos que delimitaban la parcela de uno de los jardines. Habían probado antes con los árboles, pero no ofrecían la suficiente protección.—¡Auuh!— Un gemido rompió el frágil silencio que se extendía por el vecindario. No más que algún Coche lejano, o algún televisor excesivamente alto, compitió con semejante sonido.
—¿Quieren callarse de una vez?
—¡Este idiota me ha pisado!
—Idiota será tu...
—¡Chist!
Un roce de zapatos sobre el césped, procedió al nuevo silencio.
El cual fue roto por un par de veiculos que Pasarón por allí sin detenerse. A continuación, una pareja de novios les hizo estar en vilo durante varios minutos. Cómo si no tuvieran nada mejor que hacer que detenerse en cada farola a besuquearse.—¡Jo, que suerte tienen algunos!
—¡Chist!
Hacía un frío del demonio. Aunque no podían quejarse.
Afortunadamente, no llovía... ni nevaba. Pero el intenso frío invernal parecía congelarles; por momentos estaban allí agazapados. El césped no estaba embarrado, aunque si húmedo por las ligeras lluvias de los últimos días.
Los setos parecían despedir escarcha en forma de fina neblina.
Siguiendo agachados, se adentraron en el jardín, encogiéndose tras unos macizos de flores.—se me está helando el culo
Esta vez, la reprimenda fue un golpe, que se pudo escuchar con nitidez en todo el vecindario, tragándosela después la noche
—¿cuantas veces te tengo que decir que no hables en voz alta?- susurro otra voz
—Como vuelvas a pegarme...
—¿Que?
—... Me largo
—Como si nos hiciera falta tu compañía
Un ruido tan cercano como inesperado, les puso el vello de punta. Un repentino roce de ramas les hizo temer ser descubiertos, pero por mucho que miraron a su alrededor, nada vieron.
Algún gato, supusieron encogiéndose de hombros. Había muchos por el vecindario. Quizás alguno había tenido suerte y encontrado su cena.
Con una mirada conjunta se giraron de nuevo, ahora hacía la casa.
Había luz en la planta baja; tanto en el salón como en la cocina. Desde allí, veían la cocina, aunque no en su totalidad. No hacía falta, se imaginaban lo que estaba pasando.
La señorita Marchena o "Machacona" o "Macha", como se le conocía en el instituto, debía de estar preparándose la cena, mientras escuchaba el televisor encendido en el salón, al otro lado de la planta baja.
A una señal de Marcos, quién sin necesidad de votaciónes democráticas dirijia el grupo, se adentraron en la parte lateral del jardín. Marcos caminaba adelantado a los demás, sin atreverse a levantar la cabeza muy por encima de sus rodillas.
Miraba constantemente a la casa.
Rápidamente, sin hacer ruido, como perros vagabundos buscando algún resto de comida que mordisquear, llegaron a la parte más alejada del jardín. No había parte trasera del mismo, por lo que nadie les podría sorprender por allí. Asimismo en aquella zona estaba a salvo de Miradas indiscretas por los vecinos.
Tampoco desde dentro de la casa serían sorprendidos. Los macizos de Rosas y los árboles frutales allí plantados les ofrecían cobertura suficiente.
Sin llegar a percatarse del verdín que teñia sus zapatillas, se agazaparon tras los árboles. Conteniendo la respiración, odservaron la casa desde su nueva perspectiva.
Allí, a diez metros escasos de su posición, estaba la puerta trasera. La que conducía a la cocina. Y efectivamente, a través del cristal de dicha puerta pudieron ver a la señorita Marchena, ocupada junto al fregadero. Buscaba, o quizás esta planeando algo.—Esta ahí... — Susurro sorprendido Toni
—¿Y donde esperabas que estuviese... En el bingo? — Replico J.J. amagando un golpe a su amigo
—¡Baja la voz¡
Acuclillados junto a Marcos, estirando el cuello por encima de los hermosos macizos de flores, estaban Alfredo, Toni y J.J.
Tras discutirlo durante un par de semanas, los cuatro se habían decidido a hacerlo. Pese a los riesgos... Tenían que darle un escarmiento definitivo a la profesora que tanto les martirizaba.
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aprobado en brujería
HorrorMarcos y sus amigos están hartos de la señorita Marchena, una peculiar y extraña profesora que hace la vida imposible a sus alumnos, y planean darle una lección que jamás olvidará... Sólo que hay un problema; según los rumores que circulan en el col...