Me recordaste a el.

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Ahí iba la chica de cabello color noche y los ojos aperlados, caminando sin rumbo por la aldea, ese día no había misiones, o al menos para ella, así que sin su equipo para entrenar, no tenía mucho que hacer. Quizás podría ir a comer algo a aquel lugar con tantos aires a Naruto.

Todo dió un giro cuando ella escucha un débil chillido no muy lejos de ahí.

Desconsertada, dispóne entregarle unos minutos de su tiempo a la busqueda de lo que causaba ese extraño sonido, podría ser alguien herido e inclusive algo de más magnitud.

Sus ojos vagabundos por todos lados analizaban los alrededores en busca de anomalía, mientras seguía escuchando como el sonido efectivamente se escuchaba más cerca de ella.

La chica Hyuga se encontraba confundida frente a un arbusto, ¿Habrá escuchado mal?, desviando su vista del ya dicho voltéa a sus costados para asegurarse de que el chillido ya había cesado, a la vez de descartar la idea de que no provenía de otro sitio.

Así era, ya no se escuchaba nada. Tímida se arrodilla ante el arbusto y adentra sus manos a las hojas, mientras su inseguridad crecía al no sentir nada a excepción de algunas ramas.

Se arrimó un poco más para que sus ojos pudieran ayudarle, ahora que no había respuesta por parte del sonido. Se dio un regaño mental justo después de recordar que podía usar su Byakugan, ¿Cómo lo había olvidado?.

Dió un pequeño salto al percatarse de que lo que causaba ese sonido era un pequeño animalito bebé, el cual dio un tierno beso a su mano. Sintió mucha ternura con tan solo verlo, paresía temblar mucho, tenía frío a su parecer.

Un poco exaltada halza un dedo y con cuidado empieza a acariciar el pequeño osico del animalito, sintiendo la respiración inquieta que expulsaba su naríz, y sus bigotitos picar ligeramente sus dedos.

No podía ver muy bien que clase de animal era, sacando su cabeza de las hojas del arbusto, verifíca que no haya nadie alrededor volteando a los costados, al confirmarlo se inclina al arbusto de nuevo.

Con delicadeza toma en sus manos al animal y lentamente lo saca de este, cuidando que las ramas no le golpearan.

Era un bebé mapache que no tenía demasiado de nacido. Sintiendo un poco de tristeza al ver que su madre no estaba cerca, sin dudarlo mucho pensó en llevarlo a casa y cuidar de el lo que pudiera.

Poniendose de pie, la ojiperla comienza a caminar mirando a detalle al mapache.

Sus ojos apenas se podían mantener abiertos, tenía sueño.

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Pasaron las horas, Hinata ya estaba en su casa envolviendo al mapachito en una de sus sudaderas para calentarlo. Al notar que había parado de temblar este forsosamente abrió los ojos, invadiendo de ternura a la chica.

Tenía unos ojos grandes y una boca pequeña que era cubierta por sus bigotitos.

El animalito comenzó a moverse, como si estuviera incomodo, pero donde sea que ella lo pusiese no paraba de moverse, ¿Qué tenía?.

Lo primero que le llegó a la mente fué que podría tener hambre, ya que lo sentía muy delgado.

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Volviendo a la habitación de ella, tenía un pedazo de jamón y algo de leche:

-Lo siento pequeño, pero no tengo casi nada que pueda darte, ¿Esto estará bien?-

-trruu-

El mapachito comenzó a comer y una vez que acabó parecía empachado, el animalito parecía tener sueño nuevamente.

Se durmió y Hinata lo miraba:

-Me da aires de alguien..-

Hinata quedó meditando un poco.
Una imagen de ese rubio que tanto anaba apareció en su cabeza, pero esa idea fué desechada al sentir un sentimiento diferente al volver a ver al mapachito.

Una imagen de un chico pelirojo de ojos acua apareció en su mente, Gaara no subaku parecía ser el aire que le daba al mapachito al sentir algo más familiar.

Apoyandose en sus manos sintió como sus mejillas hardían sin siquiera notarlo, era algo que no podía explicar.

Esto ya había pasado anteriormente, cada vez que pensaba en cosas como el desierto o en el color rojo, Gaara aparecía ahí, y no podía compernder el porque un largo sonrojo aparecía en sus mejillas.

Ese sentimiento, ese extraño sentimiento, se podía comparar a lo que sentía por un chico Uzumaki.

Quedó mirando al animalito, hasta que quedo dormida a su lado:

-Gaara... kun..- dijo la peliazul conciliando el sueño e imaginando quien sabe que.

                               Fin.

GaaHina -Similitudes-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora