En un mundo donde la magia y la esperanza de las personas rebosaban en cada rincón, esforzándose día tras día, añorando un mundo mejor... Aunque no todo era miel sobre hojuelas, las guerras entre los reinos eran cada vez más constantes y a grandes escalas, arrastrando consigo a los pueblos cercanos. Todo era destruido a su paso, hogares, sueños... Vidas.
Después de veinte largos años el gran conflicto había cesado ya. Al menos en su mayor parte, pues aún había un reino inconforme, aunque esta vez, iría contra uno de los pueblos aledaños. Feles.
Feles era próspero y prometedor, esto por su diversidad de recursos mágicos y naturales, además de ser el más cercano a Capra, uno de los reinos más grandes de toda la región. Pese a eso, no tenían ningún tipo de relación directa entre ellos.
Ambos se vieron envueltos en conflicto directo durante dos décadas más, pues Capra quería poseer todos sus recursos a como diera lugar.
Sheila D. Vervain era una joven que vivía en Feles, hija prodigio del reconocido científico del pueblo, el Doctor Cedric Xoel Vervain.
Ella era más que hábil con la magia, además de siempre tener una curiosidad insaciable por el mundo que la rodeaba.
A la edad de 16 años participó junto a su padre en la guerra entre Capra y Feles, ayudando a crear decenas de soldados semihumanos para utilizarlos en el campo de batalla y proteger a su pueblo, siendo ellos una parte importante en ponerle fin a todo el asunto.
Capra se vio rebasado en todos los aspectos, obligándolo a firmar un tratado de paz. El mismo declaraba que Feles destruiría a su ejército con la única condición de no tener repercusiones contra el pueblo, además de iniciar un tratado de comercio de recursos justo y pacífico.
Solo tuvieron que pasar 2 años para que Capra y Feles se hicieran uno mismo, aunque el poder quedó sobre quien antes gobernó Capra. El alto mando organizó una asamblea donde se habría decidido silenciar al científico, pues lo clasificaron como una amenaza latente y "temían que enloqueciera e hiciera estallar una nueva guerra", sin contar que su hija sería testigo de tal suceso.
Sheila continuó con las investigaciones de su padre a escondidas de los altos mandos, aislándose en un laboratorio en las montañas. Continuó ayudando en otras investigaciones al nuevo reino y disuadir así cualquier tipo de sospecha en su contra.
Después de un arduo trabajo de investigación, a los 25 ella por fin creó a sus últimos cuatro prototipos semihumanos. No eran armas de guerra como tal, pues su propósito era el de vivir una vida como cualquier persona, quería saber de qué más eran capaces y de alguna forma poder dejarle a alguien su legado. Sus nombres son: Ariel, Demian, Alexander y Ali.
Sheila sabía que lo que había creado tenía que estar muy bien resguardado, pues si llegaba a ser descubierta no tardaría en tener el mismo destino que su padre. Lo que más la aterraba era pensar en que podrían manipular a sus creaciones y usarlos para conquistar los demás reinos. Su única medida de prevención fue el darles conciencia y criarlos ella misma.
Les enseñó lo básico del comportamiento de las personas, de vez en cuando bajaban al reino para practicar y que su convivencia fuera más natural, siempre cuidando en decir que eran forasteros, lo que de algún modo justificaba su comportamiento algo errático. Ganándose poco a poco el cariño de un par de lugareños cercanos a Sheila.
Para ella eran como sus pequeños y grandes bebés (claro que aún les faltaba mucho por aprender). La vida en el laboratorio era ajetreada pero divertida a palabras de ellos, eran como una familia donde Sheila era como su madre.
Una vez teniendo más conocimiento de su poder, Sheila diseñó un aparato que serviría para canalizarlo y usarlo con más precisión, aunque dicha investigación quedó incompleta.
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Lost
FantasyConoce este mundo junto a Ali, un ser creado con magia que fue puesto en cautiverio en un laboratorio en las montañas. Después de muchos años él consigue liberarse, encontrándose con un mundo totalmente diferente al que recordaba.