ELLA

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El juglar se fijó en ella nada más llegar a la abarrotada plaza del mercado. Ella era apenas una sombra, un suspiro en un rincón en sombras. Y sin embargo, su mirada se vio atraída hacia ella como si la iluminaran cientos de luces y fuera ataviada con las galas de una reina en lugar de aquella raída capa oscura que la ocultaba casi por completo. Solamente pudo captar un destello de su pálido rostro y apenas pudo ver sus ojos, pero su fugaz visión lo sacudió de arriba abajo como un  latigazo, dejándolo clavado en el sitio.

Entonces ella se volvió y sus miradas se encontraron.

Y el mundo dejó de girar.

El tiempo pareció ralentizarse, todo lo de su alrededor difuminándose dejando tan solo aquellos ojos como diamantes brillando desde la oscuridad, aquella levísima media sonrisa entre asombrada y misteriosa. Pudieron haber sido años lo que pasaron mirándose, o tal vez solo un segundo… porque al siguiente instante un torpe carro tirado por un par de mulas se interponía entre ellos, haciéndole volver al mundo real. Para cuando el camino se despejó y él pudo volver a mirar en su dirección, ella ya no estaba.

Ojos de lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora