1. La primera mentira

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1. La primera mentira.

Suspiré nuevamente, juraba que Abel nunca entendería que lo que tuvimos había llegado a su fin y que nunca volveríamos a estar juntos.

- Pero explícame, ¿Por qué no me contestas las llamadas? – Preguntó nuevamente.

- Porque no tenemos nada que hablar, Abel. Por eso. – Respondí cortante, con un asomo de suspiro deslizándose al final de la oración.

- Pero si tú y yo somos perfectos para el otro – Aseguró por lo que parecía ser la milésima vez.

Miré por la ventana sin mirar nada realmente y luego volví mí mirada nuevamente al vaso entre mis manos. Se supone que iba a consumir un frappé, pero de eso ya no había nada, sólo un agua con color, caliente y que hacía varios minutos había dejado de lucir apetecible.

Suspiré por enésima vez y lo miré a los ojos.

Abel no era feo, por el contrario, lucía muy atractivo, además era inteligente y agradable, pero en el momento en que se creía enamorado podía ser obsesivo y agobiante, asfixiante, incluso. Y era precisamente por eso por lo que había decidido que lo mejor era terminar las cosas.

De eso hacía casi un año y Abel aún seguía insistiendo, apareciendo cada mañana fuera de mi trabajo o donde solía comprar mi frappé, o cerca de mi restaurante favorito con la esperanza de encontrarme ahí. Ya iba siendo hora de frenarlo definitivamente.

- Abel... Yo... - Busqué qué decir que pudiera hacerlo retroceder, pero no se me ocurría nada, así que dije lo primero que me vino a la mente – Estoy con alguien. – Lo miré a los ojos con la mayor seriedad posible – Ya yo inicié una nueva relación con una nueva persona y le quiero muchísimo, no quiero que interfieras en ello. Realmente me gustaría que retrocedas y me dejes ser feliz con él.

- ¿Quién? – Preguntó

- No es de tu incumbencia.

- Sí lo es, él robó al amor de mi vida, no puedo quedarme de brazos cruzados.

- ¡Abel! – Grité exasperadamente y miré mi reloj – Ni te importa, ni tengo porque decirte nada más, suerte contigo. Y te agradezco que no continúes acosándome, porque voy a tener que usar medidas legales y no quieres que lo haga.

Caminé hacia la puerta y me encontré con Ethan, mi mejor amigo.

- ¿Pasa algo? - preguntó con preocupación en su voz.

- No, vámonos, por favor.

Asintió y caminó a mi lado, cuando se vio lo suficientemente lejos de Abel, preguntó.

- No es nada, Ethan – Suspiré enojadamente – Sabes cómo es él. Tuve que decirle que estaba saliendo con alguien, pero no creo que se lo creyera.

- Está bien, cálmate, no puedes llegar así a la oficina, comienza a respirar hondo.

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Me senté en mi escritorio y miré por la ventana, hasta que sentí que tocaron mi puerta.

Kennia entró por la puerta luciendo una sonrisa muy radiante.

- ¿Te dije que mi hermano por fin llegó a la ciudad? – Preguntó alegremente.

- Sí muñeca, llevas toda la semana diciéndome que hoy sales más temprano porque llega tu hermano. ¿Ya se lo recordaste a Verónica?

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⏰ Last updated: Sep 29, 2018 ⏰

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