Dicen que los últimos segundos antes de morir, vez pasar tu vida como si fuera una especie de película.
Kyle me explicó que eso es un mito. En realidad se cree que entras a un estado de alerta tal que eres capaz de pensar más rápido que en ningun otro momento. O algo así. Nunca soy muy bueno para seguirle el paso a las explicaciones de Kyle.
Aún así, recuerdo los últimos momentos antes de llegar aquí como si hubieran ocurrido en cámara lenta.
Wendy y yo estabamos platicando en el pasillo. Al parecer las niñas ya decidieron "perdonarnos" (aunque ninguno de nosotros haya tenido nada que ver con los trolleos) y muchas de ellas quieren volver con sus novios. ¿Quién se creen que son? ¿Qué pueden ir y venir como les plazca?
Siendo honesto, no puse mucha atención a lo que estaba diciendo Wendy. Estaba más ocupado pensando en el examen de matemáticas que estaba seguro que reprobe y el ruido de los disparos en el pasillo no ayudaban mucho.
Lo que sí recuerdo es cuando vi al tirador entrar al gimnasio. Me acostumbre a no mirar a los tiradores, como si fueran parte de la decoración, como el tablero de anuncios que nunca nadie lee. Pero esta vez lo vi, avanzando hacia el gimnasio.
¿Qué tenía este tirador distinto a los demás? Las mismas ropas de camuflaje, las mismas armas de alto calibre que un niño de nuestra edad ni siquiera debería saber que existen. Un tirador como todos los demás que seguramente pronto tendría una bala de los SWAT entre los ojos (aunque en la versión oficial dirían que se había suicidado, como todos los demás).
No, el tirador no tenía nada de particular. Lo que llamó mi atención fue que se dirigía al gimnasio. Al gimnasio donde estaba practicando el equipo de basquetball. El equipo... al que Kyle al fin había logrado entrar.
De pronto fue como si mi cuerpo tuviera vida propia. Ni siquiera estaba pensando. Mentiría si dijera que cruzó por mi mente ser un héroe o que recorde siquiera por un segundo la histeria de mi madre.
En el momento que arroje a Wendy a un lado, ni siquiera pensé que quizás la había lastimado por la fuerza con que la aventé. Solo la veía como un estorbo entre yo, el pasillo y la puerta del gimnasio.
Mi cuerpo se movía en automático y aunque sabía que estaba corriendo a todo lo que mis piernas daban, con la adrenalina al máximo, sentía como si estuviera corriendo en gelatina. ¿Qué estaba pensando en ese momento? No había pensamientos concretos en mi mente. Solo una palabra que se repetía con la misma monotonía que las balas de esa semiautomática: "Kyle, Kyle, Kyle...
- ¡KYLE! - La poca memoria que me queda me dice que en ese momento grité, aunque mis oídos solo escuchaban un zumbido, como ruido blanco. Debo haber gritado, porque el tirador se distrajo un par de segundos, girando un poco su cuerpo hacia donde yo estaba, disparándole a un chico de sexto en lugar de a Kyle, a quien había estado apuntando. Había ganado un par de segundos, pero, ¿qué son un par de segundos cuando te enfrentas a un arma que se recarga en milésimas? Cuando llegué al lado de mi super mejor amigo, solo pensé en jalarlo para ocultarlo bajo las gradas conmigo. Los SWATS estaban en el pasillo, seguramente no tardarían en entrar por la puerta contraria a donde yo había entrado.
Ese fue mi primer pensamiento consciente, antes de sentir aquella quemazón en la piel. Estoy seguro que ningún niño de 10 años debería saber reconocer el ardor de una bala al atravesar tu piel y lacerar el músculo. Estoy seguro que ningún niño de 10 años debería saber la diferencia entre una bala normal y una expansiva. Pero ese soy yo, Stanley Marsh, recibí un disparo a los 10 mientras estaba con esos imbéciles de PETA y ahora siento la metralla de una bala expansiva en el pecho.
Siempre pensé que las balas expansivas destruían el corazón de inmediato, pero lo curioso es que lo primero que sentí fue en los pulmones. La metralla los hace pedazos, como un par de globos pinchados por miles de agujas y se vuelve imposible respirar. No importa cuando aire jales, nada se queda ahí.
Uno desearía morir de la asfixia, pero eso tarda tanto que la metralla lograr alcanzar el corazón. El metal caliente atravesando tus latidos. Es una sensación que no le deseo a nadie.
Pero nada de eso se compara con el dolor de ver a tu súper mejor amigo, a la persona que realmente amas por encima de todas las cosas, correr a atraparte entre sus brazos mientras te desplomas como un muñeco de trapo.
La mirada en sus ojos. ¡Mierda, Kyle! ¡No me mires así! Voy a estar bien, ¿recuerdas? ¿A quién le importa si ahora mismo no puedo dejar de vomitar sangre o si el dolor en mi pecho es tan paralizante que ni siquiera puedo hablar? ¿A quién le importa si tuve que ser la última víctima antes de que los SWAT "neutralizaran" al chico del arma? ¿A quién le importa si me cuesta mantener los ojos abiertos y no puedo escuchar tu voz a pesar de que estoy seguro de que estás gritando?
No me mires como si fuera a morir entre tus brazos Kyle. Porque tú nunca te equivocas... y mierda, que tú me mires así me da más miedo cualquier disparo o arma de asalto.
Prometeme que estaré bien. Prometeme que saldré de esta como hemos salido de tantas otras ya y que tendré la oportunidad de decirte lo que siento realmente. Prometeme que irás a verme al hospital y decirme como te regaño tu mamá por llevar tu ushanka llena de mi sangre mientras tratabas de parar la hemorragia en mi pecho. Prometeme que podré reírme de como te veías con el cabello largo de nuevo y el rostro manchado con parte de los sesos del tirador mientras los paramédicos empezaban a recoger los cuerpos.
Prometemelo, Kyle, porque tú nunca te equivocas y si lo último que veré antes de morir es a ti peleando con los paramédicos para que te dejen ir en la ambulancia conmigo, entonces sabré de una vez por todas que Dios me odia.
YOU ARE READING
SEGUNDOS
FanfictionFanfic Style (Stan x Kyle) inspirado en el final del último capítulo, desde la perspectiva de Stan. - Créditos de la portada a HitaGii, que me permitió usar su hermoso fan art para esto <3 -