Barbie

88 2 1
                                    

PARTE 1.

-Es... que no me gustas ya.

Las seis palabras más tristes que me habían dicho en mis escasos siete años de vida.

Aún me parece increíble recordarlo todo a la perfección hoy, pero bueno, será que no necesito olvidarlo, a ver si así me queda más presente que no se debe confiar demasiado en alguien si no quieres acabar herida.

Pero eso es algo que sólo puedes aprender a base de experiencias, ya que decirlo es muy sencillo, pero otra cosa bien distinta es vivirlo. Y de eso sé yo mucho. Demasiado quizás.

Es muy fácil decir "sólo estás gorda porque quieres" o "adelgazar es tan sencillo como hacer una dieta", o lo peor de todo "Él nunca te hará daño, él te quiere".

Ojalá aquellas personas que me decían eso lo vivieran, porque os aseguro que nunca lo repetirían. Tener que convivir con el miedo era algo simplemente descabellado para la corta edad que yo tenía.

Pero ya no hay nada que cambiar, ya que cuando se pudo hacer, a nadie le importó. En realidad, sólo una persona hasta entonces me había amado de verdad, y ésos no eran mis padres.

Recuerdo perfectamente que a aquella edad había sentido aprecio hacia otros niños, pero ni siquiera cariño, ni mucho menos amor. Simplemente apreciaba que estuvieran allí, haciéndome sentir menos sola en las horas lectivas.

Y ahora, con dieciséis años, todo ha cambiado. El miedo que sentía de niña, ya no lo sentía ahora, y ya no tenía que aguantar más aquel tormento al que en el colegio debía llamar hogar.

Lo único que me diferencia de mi yo de trece años es mi aspecto físico, pues me había pasado los últimos tres años de mi vida intentando ser "normal". Una chica con una aparencia normal.

Me había esforzado mucho para aparentar una vida normal. Con una casa normal, unos amigos normales y unos sentimientos normales.

Durante muchos años había pensado que la culpa de lo que me pasaba era mía, pero a base de agentes sociales y psicólogos aprendí que no era así. O eso era lo que la gente creía.

Y de hecho, todo fue negro durante una larga temporada. Nueve años, para ser concreta. Nueve tormentosos años intentando encajar, ¿y para qué? Pues para acabar con unas espantosas cicatrices en mi cuerpo. Sí, era difícil vivir con ellas, pero eran la marca que me dejó querer. Es un precio que tenía que pagar y que me recordaba que nunca hay que dejar de luchar. En efecto, había tenido un comienzo difícil en la vida.

Pero lo que nunca me pude haber imaginado durante mi niñez fue que las odiosas marcas se pudieran repartir gracias a él. El protagonista de todas mis pesadillas.

Haber tenido sobrepeso no había sido lo peor de mi vida. Ni de cerca.

Lo peor había sido convivir con un monstruo, al que algún día llamé papá.

PARTE 2.

-¿Podéis bajar el volumen por favor? Estoy intentando leer y no pue...- me paré en seco al ver quiénes estaban a cargo de los instrumentos que hacía unos instantes me molestaban.

-¡Pero si es la Barbie!- se burló uno.

-De Barbie tengo yo lo que tú de inteligente, subnormal- respondí al gracioso.

Él era Harry, un gilipollas de mi instituto. Era moreno y tenía el pelo revuelto, como si se acabara de levantar. También era alto, de una complexión no muy fuerte, pero atrayente y con unos ojos verdes que contrastaban con sus rojos labios.

BarbieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora