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Juan Salvador Gaviota, era un ave muy sabia, fuera de su lugar de origen, ya que en este no se permitía que las gaviotas se impusieran ante su destino de aprender a buscar comida y así subsistir, estaba prohibido querer descubrir nuevas cosas como volar y por ello fue exiliado.

Ya fuera de su hogar, decidió cumplir su sueño, de ser más que una simple gaviota, de no limitarse y creer en sí mismo.

Se encontraba en los Lejanos Acantilados sin saber a dónde ir; ya habían pasado varios meses, y un día cuando él pensaba que estaba completamente solo desde que llegó, fue hacia la playa, intentó sus giros de 100, 200 y 300 km por hora, pero Juan dejaba de sentirse vivo, "ya no es lo mismo, aquí sólo hay árboles, agua, arena y soledad" dijo, cuando de repente a lo lejos vio a un águila muy hermosa, que dilataba las pupilas de aquella gaviota sola y devastada por su exilio, nunca había visto a tan bello rostro, jamás se imagino que podría encontrar un sentido a sus días, le gritó hasta el cansancio, intentó volar, pero algo le pasó a sus alas que le fue imposible ir tras ella. Ésta voló lo más que pudo, pero se alerto que alguien la había visto, y que le gritaba, se regresó a una velocidad de 300 km/h, Juan impresionado, intentó hablarle, pero de su hocico no salió ni la más mínima palabra, ya estaba perdido, ya había encontrado su razón de ser sin darse cuenta. El águila le preguntó acerca de sus alas, qué si había recibido algún golpe fuerte o si alguna otra ave la había agredido, Juan negó con la cabeza sin dejar de mirar sus bellos ojos color esmeralda.

"Me llamo Felixa, por cierto, ¿estás solo aquí?", preguntó, Juan asintió con la cabeza.

"Por qué?, ¿acaso eres exiliado?", preguntó de nuevo, Si asintió Juan.

"Soy uno de los pocos que se atrevió a revelarse ante su bandada, arriesgando su propia felicidad, para obtener una más grande, quise cumplir mi sueño de ser una verdadera gaviota, y aquí me tienes", dijo Juan con un tono desgastante.

"Crees que mis alas vayan a tardar en recuperarse?", preguntó.

"No, con un poco de sabia sana", contestó Felixa.

"Perfecto, en mi nido tengo un poco", así terminó la charla.

Juan y Felixa, se fueron juntos, platicando todo el camino del cómo Juan había descubierto que volar era para lo que nació y el como se siente tan solo.

En cambio, Felixa, le contaba que no le gustaba volar, ya que requería de esto para todo y que cada que quería tener contacto con otras aves se asustaban por su tamaño y género, ella sólo estaba de paso, porque había emigrado a otra isla, pero decidió volver a casa.

Llegaron al nido, y Felixa curó a Juan; la invitó a quedarse, y si quería más tiempo, podía hacerlo.

Pasaron exactamente 2 semanas en las que Felixa y Juan aprendieron el uno del otro.

Juan le enseño a Felixa cómo el vuelo era muy importante para un ave, le mostró muchos trucos y le contó su historia. Aquella historia que Juan odiaba recordar, porque no quería recordar a las personas que no confiaron en él, que no creyeron que las gaviotas pueden vivir para volar y comer a la vez. Por otra parte, Felixa le dijo que ella sólo emigraba cada que quería y no necesitaba cazar grandes especies, ya que ella estaba encantada con todo tipo de frutos y plantas, le platicó acerca de su vida familiar, que sus padres habían muerto al ser capturados por un zoológico intentando salvarla. Felixa, también tenía cierta tristeza en su vida, pero ella le contaba que se enfocaba en el amor que podía darle a los demás y a ella misma.

Juan siempre pensaba que la vida te pone ciertos tropiezos, para que aprendas de ellos, te fortalezcan y así estés listo para querer y enfocarte en alguien más.

La vida, le regaló a Juan, una felicidad, un amor sin igual, diferente, especial y hermoso para él.

Aunque él aún no lo sabía a ciencia cierta, ya lo sentía, ya sentía que un peso había disminuido, que sus dolores y tristezas se iban a convertir en amor, ese amor que nunca pensó encontrar.

Por otro lado, Felixa ya sabía lo que quería, ella quería a Juan, ella estaba consciente que el destino los quería juntos, para complementarse con todas sus diferencias, pero el amor en común.

Un día, sin saber a donde los llevaría el cielo, partieron, para ya no volver, decidieron marcharse porque ese no era su lugar, ese era un castigo para Juan y no lo merecía, su lugar se encontraba arriba haciendo lo que los unía.

Volaron y volaron, días tras días, descansaban y seguían, hasta que por fin decidieron quedarse en un mismo lugar, Filipinas, ese era exactamente el lugar que los llamaba.

Ahí continuaron con su historia de amor.

Juan, le agradeció a Felixa por demostrarle el amor verdadero, no solamente el propio si no el ajeno a él, le dio las gracias por quedarse con él y no marchase, inclusive por creer en él, por sentir que una gaviota es más de lo que aparenta.

No necesitaron de años para saber que eran el uno para el otro, ambos sabían que lo eran.

Felixa era la indicada, porque estuvo para él sin conocerlo, mostrándole sus más viejos secretos y creyendo en su amor.

Juan veía a través de los profundos ojos de Félixia más allá, el sabía que había encontrado lo que sin querer no estaba buscando.

El sabía de donde venía y en donde se iba a quedar, para tener la vida feliz que deseo desde un inicio.

El amor es el sentimiento más duradero en la vida, es aquel que nunca termina, que jamás va a faltarte, así tardes en encontrarlo, hay que creer firmemente que cuando una persona llega a tu vida, ya sea de manera sentimental, siempre mejorará tu vida. No se requiere conocerla de años, los verdaderos amores no tienen un inicio preciso y menos un fin.

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⏰ Last updated: Oct 02, 2018 ⏰

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Juan Salvador Gaviota-Richard BachWhere stories live. Discover now