Emerge el crepúsculo y noto la manera en la que las nubes grisáceas se acumulan en el cielo, la oscuridad comienza a adueñarse paulatinamente de la arboleada y puedo sentir cómo desciende la temperatura. El dolor se disipa cuando la sangre se aleja cada vez más de mi cuerpo, se dispersa sobre la tierra y las rocas que luego se convertirán en lodo debido a la lluvia, el aire frío se escabulle por mi herida y empiezo a sentir embotamiento. La pérdida de visión es esporádica, la movilidad se reduce y pienso sobre la oportunidad de realizar un último esfuerzo. La idea se evapora con rapidez cuando analizo todos los contratiempos, sería imposible tratar de distribuir energía para regenerar los daños cuando mi conciencia se desvanece poco a poco. Toso sangre por última vez y noto como he perdido la sensibilidad en la mayoría del cuerpo.
Vislumbro el cielo lluvioso en tanto el agua se mezclaba con la sangre, trato de usar la poca actividad mental que me queda para hacer un repaso de mi vida. Nunca me había preocupado por la forma en la que iba a morir, creo que la mayoría de las personas no lo hacen mientras realizan su quehacer cotidiano, pero yo tenía razones para reflexionar sobre ello. Desde que ingresé como curandero a la milicia, la muerte se había convertido en mi mejor amiga, nos reuníamos esporádicamente en eventos donde ponía a prueba mis habilidades, y se burlaba de mí cuando no podía sobreponerme a sus desafíos. Podía sentirla incluso cuando asistía a curanderos de mayor rango a los partos que aparecían sin previo aviso, la muerte estaba escondida en la habitación, calculando ansiosa el día en que volvería a reanudar su jornada de trabajo. Y ahora que me convertido en su próxima tarea, me pregunto si he logrado cumplir con lo que vine a hacer a este mundo.
Una vez escuché decir a un sabio ermitaño que las personas viven en la inercia, focalizados en el beneficio superficial en desmedro de la autorrealización. La primera vez dudé sobre ello, pero mi mentalidad cambió cuando empecé a estudiar los destinos de las personas que perecían bajo mi tutela, las lágrimas de sus congéneres me hacían pensar en lo poco que lograron cuando estaban vivos. Eso me llevó a pensar en mí mismo, me convencí de que mi destino era ayudar a las personas y me aferré a esa idea, disfrazando mi espíritu de una entidad abnegada y servil a la humanidad. El sabio me confrontó en ese momento, ¿buscas sosegar tu alma tratando de ayudar a los demás? ¿Pero cómo vas a hacerlo si ni siquiera te has puesto a mirar tu sombra? Ahora entiendo que los seres humanos cargan con demonios que yacen disfrazados en acciones, pero nadie se ha puesto a pensar sobre ello, viven infortunios que son parte de algo más grande y la vida entonces les trata de mostrar aquello por lo cual deben trabajar.
Ladeo la cabeza y logro sentir a duras penas el aroma metálico de la sangre, mi cuerpo se infla por un momento y entonces una luz aparece en medio de la oscuridad. Vislumbro una figura antropomorfa que parece andar vestida con una túnica, es difícil saberlo cuando mis ojos solo son capaces de mapear el terreno con percepción borrosa. La entidad se acerca y desprende unas alas que se contraen a mi alrededor, como si tratasen de abrazar lo que próximamente será mi cadáver. Sonrió débil al deducir que la muerte se ha presentado a mi funeral, pero su energía es diferente, me doy cuenta de ello al sentir su presencia, no siento el miedo que solía sentir cuando ella aparecía después de experimentar la muerte de un paciente sobre una sala de operaciones.
- Diría que tengo suerte al encontrarme con un alma tan joven, pero yo no soporto a los que son como tú. – Escucho las palabras del sujeto alado y abandono la idea de que sea la muerte. – Podría ser que detestes tu nueva existencia, pero ahora serás mi sirviente, así que tu único fin será obedecer mis órdenes. – Cierro mis ojos antes de poder articular palabra.
Ingreso en la oficina de mi amo con varios papeles en la mano derecha, los dejó reposar en un extremo de su escritorio y salgo de ahí para volver a pasearme por los pasillos de la mansión. Alguna vez creí que mi destino era ayudar a las personas, pero ahora mi cuerpo y mi mente me forzaban a creer otra cosa. Renacer como demonio y lacayo de un hombre de clase alta, había cambiado varios aspectos de mi personalidad, no así mi memoria. Podía recordar quién fui y a dónde me dirigía para cumplir con mis objetivos, pero eso ya no tenía importancia con el cambio de fidelidad. El mundo de los demonios repudiaba a los médicos, que solo existían como fieles esclavos de líderes de familias, reducidos a la única tarea de ofrecer el ilícito acto de sanar a sus congéneres cuando el líder del clan lo creyera óptimo. Siento que mi mente es diferente ahora, murallas de hielo y acero se han construido alrededor de mi corazón y mi consciencia ya no es capaz de leer las emociones de los demás. Solo puedo experimentar felicidad cuando veo una hemorragia, que es aquello para lo que sirvo y para lo que existo.
En estos pasillos ya no puedo ver mi sombra, mi mente ya no hace más que almacenar conocimientos prácticos, por lo que no he pensado en mis imperfecciones desde hace un buen tiempo. Las únicas metas que motivan a los demonios es la perfección, el tormento sobre las almas mundanas y el deleite sobre el sufrimiento que provoca vivir lleno de infortunios. Pero ahora es cuando puedo verlo con claridad, lo veo cada vez que vuelvo al mundo humano a cumplir recados o hacer valer la voluntad de mi amo; las personas viven esclavos de sus sombras, pero no se esfuerzan en reflexionar por qué les pasa todo aquello que los hace sufrir. Podría decir que están conectados por un destino arbitrario, algo que ellos no eligieron vivir pero que emerge debido a que constituyen pequeñas partes de un todo, y mientras esos problemas no se resuelvan, ese comportamiento volverá a heredarse.
Los años pasan y mi memoria humana se disuelve paulatinamente, he borrado la palabra feliz de mi mente, por lo que ahora solo pienso que existo por una razón, servir a mi amo. He aprendido que los conflictos existencialistas son propios de los seres humanos, y una forma de resolverlo es aceptar tu destino, lo que te toca vivir y enfrentarlo para ser más equilibrado. Creía que podía dejar todo atrás hasta que las muertes de mis propios compañeros demonios estimulan pequeños destellos de mi memoria. Veo mis manos ensangrentadas luego de que mueren en mis brazos y vuelvo a pensar si realmente han cumplido con su deber, aún siendo demonios. La inquietud recorre cada centímetro de mi cuerpo y la única forma de calmarme es tratando de recordar el motivo por el cual existo; servir y dar asistencia a los esclavos de mi amo. Me ayuda también pensar en que somos prescindibles: los brujos se sustituyen por otros brujos, y los soldados se cambian por otros soldados, mi amo no hace ninguna distinción y cambia a sus congéneres por piezas mejores.
Ese pensamiento me relajó bastante cuando llegó mi turno, aferrado a una roca mientras la sangre se escabullía por los orificios donde varias flechas habían perforado mi corazón. Recuesto mis alas sobre la tierra y vuelvo a encontrarme con mi soledad, sufro parálisis y pierdo la movilidad sobre mis manos. El cielo se nubla y noto que mi vida ha hecho un círculo, intento reírme dada la ironía y solo consigo toser sangre. Creía que siendo un demonio no tenía que pensar en mis problemas, pero esos conflictos incluso se han trasladado después de la reencarnación y me han acompañado hasta el día de mi segunda muerte. Entonces reflexiono sobre todo lo que hecho en esta vida y el único pensamiento que me llega, es la asistencia que he proporcionado a mis congéneres. Mi amo aparece luego de un rato y me sostiene para revisar mis heridas. De todos los sirvientes que ha tenido, yo he sido el que más tiempo ha durado y a mi juicio, el que más importancia le ha dado.
Él me mira sin decir nada y yo siento cómo la muerte jala de mí poco a poco, ya me burlé de ella una vez, así que no creo que vuelva a permitirlo. Experimentó el miedo después de varias décadas y me esfuerzo para articular palabra. - ¿Lo hice bien? –
Recibo un rostro inexpresivo por parte de mi líder. – Encontraré a un médico mucho mejor que tú, tengo que pensar en un alma joven que pueda reemplazarte. – Suelta mi cuerpo y caigo sobre el barro de golpe, estrellándome contra el charco que había cerca. Él se marcha y yo aprovecho mis últimos minutos para hacerme con oxígeno, mi mente se vuelve ruidosa y me recorre la duda de si pude cumplir con mi destino.
Entonces mi amo se detiene, mira hacia el cielo y descansa un momento. – A lo largo de tu existencia, desobedeciste muchas de mis órdenes. Rehusaste detenerte cuando te obligué a dejar morir a mis otros esclavos, así que fuiste el peor sirviente que he tenido. Pero supongo que así es la gente como tú, con un repugnante espíritu abnegado y un deseo solemne por ayudar al prójimo –
El amo se desvanece en una briza de colores y yo me quedo viendo el cielo antes de perecer. Las gotas de agua caen sobre mi rostro y puedo sentir un poco de dolor al respirar el aire contaminado de agua. Miro hacia el infinito con una sonrisa, victorioso al recordar cuál era el verdadero sentido de mi existencia. Aún en una vida que no me correspondía, mis acciones habían sido teñidas por la sombra que me ha estado persiguiendo desde el día en que nací, y pese a que me olvidé de ello cuando me trasladé a otro mundo, mi espíritu jamás olvidó aquello por lo cual estaba destinado a cumplir: la misión de salvar vidas producto de algún conflicto grabado en el pasado, que despierta en el presente con el objeto de compensar. Cierro mis ojos lentamente en tanto siento el tironeo de la muerte para llevarme a un lugar desconocido.
Soy libre.
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Sentido de vida
FantasyUna historia breve sobre los juegos del destino y la búsqueda impaciente sobre qué es lo que venimos a hacer al mundo.