Tiene un tatuaje en la parte baja de la espalda. Es una araña, pero no una araña realista ni nada por el estilo. Si tuviera que describirla, diría que es similar a la del traje de Spider–Man, aunque no le gusta que use esa comparación. Siempre se enfada cuando lo hago, aunque sé que a escondidas lee los cómics y que, a pesar de que finge enfadarse conmigo cuando le regalo uno, lo devora rápidamente, y de tanto leerlos la mayoría tienen ya las páginas desgastadas.
Su tatuaje no es visible normalmente, sólo cuando lleva un vestido con la espalda abierta o un top. De hecho, la primera vez que lo vi llevaba un vestido índigo,largo, con la espalda abierta, a juego con la parte teñida de su pelo de ébano. Esa ocasión también fue la misma en la cual nos conocimos, en una fiesta de empresa cualquiera. ¿Sabéis ese cliché de los dos desconocidos que trabajan en el mismo lugar y que por algún motivo terminan hablando y enamorándose en acontecimientos así? Pues algo por el estilo. La verdad es que en esto que estaba hablando con unos compañeros en el bar la vi de espaldas, en la barra, y me fijé en su tatuaje. No sé si fue amor a primera vista,el valor de los tontos o un par de copas de más, pero me acerqué a saludarla y le dije que me gustaba. No, no ella, el tatuaje, aunque realmente nada más se dio la vuelta no habría sido erróneo decir que ella también me gustaba. Me miró con sus ojos azules y esbozó una mueca, tras lo cual volvió a su bebida sin mediar palabra. Con todo, y por motivos que sigo sin entender incluso a día de hoy, al cabo de una hora o así se acercó hasta donde estaba y comenzó a hablarme como si nada. Ni siquiera recuerdo la conversación, si soy sincero, estaba demasiado ocupado procesando lo que estaba ocurriendo. El caso es que comenzamos a hablar y no hemos parado ni un instante. Bueno, quizás alguno, si sabéis a lo que me refiero.
A veces me pregunto porqué me enamoré de ella. De sus ojos profundos como el mar. De la sonrisa que se le dibuja en la cara cuando está leyendo. De la risa tan contagiosa que tiene. De su tacto, cálido como el sol y suave como la seda. De sus abrazos en el momento que más los necesito. Cuando me lo pregunto pienso en todo esto y paso a preguntarme cómo no me habría enamorado de ella. Y la respuesta es simple: es imposible.
Esa es la persona que duerme ahora mismo a mi lado: la chica con el tatuaje de araña en la espalda, que lee cómics de Spider–Man a escondidas cuando cree que no me entero, que sabe antes que yo mismo cuando me encuentro de bajón y cuya compañía nunca se me hace pesada. El amor que siento por ella es incontenible, me quema en el pecho, sale de mí a borbotones; a veces hasta creo que es posible que tanto amor sea demasiado para una persona sola.
Pasadas unas horas me despierto, y para sorpresa de nadie, aún sigue durmiendo, envuelta en las sábanas como un burrito. Conozco de sobra la forma de despertarla, así que me levanto y preparo unas tortitas. En cuanto el olor comienza a ser perceptible, la veo aparecer por la puerta,aún enrollada en las mantas, y sentarse a la mesa medio dormida. Preparado y servido el desayuno, se despierta un poco más con cada bocado, hasta que termina y me da las gracias con un beso.
- Oye, ya sabes qué día se acerca, ¿no? - me pregunta mientras se dirige al lavabo.
- Nunca se me ha olvidado. – me río – No voy a empezar ahora. Ya sé que tengo mala memoria, pero aún me acuerdo de las cosas importantes – me río otra vez mientras lavo los platos.
- Sólo lo estaba comprobando. ¿Plan de siempre?
- La reserva ya está hecha – seco la vajilla.
- Oooh, previsor. Sabía que por algo me habías gustado.
- ¿Seguro que no fue porque piropeé el tatuaje? - la pico a propósito mientras me siento a la mesa, café en mano.
- Me sé de un gracioso que se va a ir a dormir al sofá – ha surtido efecto, y como siempre que saco el tema, finge enfadarse conmigo.
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La chica del tatuaje
Short StoryUn joven enamorado disfruta del día a día con su pareja.