『único』

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Mierda mierda y mas mierda.

La electricidad se habia ido repentinamente, y aunque Jeno se viera como alguien a quien todo le importara muy poco, escondía un miedo casi absurdo hacia a oscuridad.
Era algo que le aterraba en demasía desde que cierta vez cuando era pequeño, su hermano Moonbin lo dejo encerrado en un armario por equivocación, claramente intentó sacarlo al instante, mas la puerta estaba trabada y cuando al fín lo pudo hacer el pelinegro ya se encontraba sufriendo de un ataque de pánico.

Años despues, Jeno seguía sufriendo de aquel miedo, aunque no lo demostrara mucho.

Pero volvamos a la actualidad, donde un tembloroso y agitado Jeno trataba de encender la linterna de su celular e ir a la cocina a por velas o alguna otra linterna y luces de emergencia, tal vez exageraba un poco, pero aquello no podría importarle menos, ya que en cualquier momento entraría en crisis. 

Se dio por vencido en esta inútil busqueda e intentó regular su agitada respiración, no le sorprendería si en cualquier momento le daba un ataque de pánico. Pero grande, o no tanto, fue su sorpresa al escuchar el sonido del timbre entre todo el silencio. Se tranquilizó de inmediato. Sabía de quien se trataba y no pudo evitar la casi que inmensa sonrisa que se estaba dando lugar en su rostro, provocando a su vez que sus ojos formaran diminutas media lunas.

Se apresuró en ir a abrir la puerta, dejando a su vez que un chico de su misma estatura, con cabello rosa y una gran sonrisa digna de comercial se adentrara al lugar. No sin antes, claro, abrazarlo fuertemente.

Na Jaemin. Ese era su nombre, su mejor amigo desde hace años, ni siquiera podría decir con exactitud cuantos. Se trataba de su mayor confidente, y claro que aquello significaba que aquel bello y sonriente chico conocía a la perfeccion su gran temor. Y por obvias razones se encontraba ahora allí, con una bolsa llena de dulces en una mano, y en la otras dos packs de cerveza. Y es que Nana siempre estuvo para él.

Y eso amigos, solo se trataba de una de las razones por las cuales a Lee Jeno le gustaba su mejor amigo Na Jaemin, desde hacia dos años.

Aquello apestaba pues Jeno estaba más que seguro que su bello dongsaeng jamás llegaría a gustar de él. Se consideraba a sí mismo demasiado aburrido, obviamente todo lo contrario al pelirosa.

—Traje unas cervezas y pockys, vamos a tu habitacion.—Dijo sonriente luego del abrazo, alzando sus brazos mostrando las bolsas.

¿Como hago para que una persona como el deje de gustarme?

—Eres el mejor ¿Lo sabias?

—Obviamente.—Y seguidamente a aquello, pasó un brazo por los hombros del pálido, guiandolo junto a él.

Al llegar al cuarto del dueño del lugar se dispusieron a tirarse en la cama y charlar, dejando, con cada hora que pasaba, aquellas latas y cajas mas vacías.

Dos paquetes de pockys y siete latas de cerveza despues, Jaemin se encontraba sentado con las piernas cruzadas en la cama mientras revisaba su celular, en tanto Jeno ocupaba casi todo el colchon en su totalidad, mientras terminaba su quinta cerveza y observaba pensativo el techo. Ambos separados solo por la pequeña lámpara que iluminaba debilmente la habitación.

Eran al rededor de las 3 am, y como aeun la luz no volvía, el pelirrosa ignoro sus leves ganas de dormir y habló luego de un rato, soltando un suspiro cuando termino al fin, su tercera lata.

—Jeno-ah, ¿Quedan pockys?

El nombrado sonrió rodando los ojos a su vez, por más que se lo repititera, Jaemin no dejaria de llamarlo informalmente.

—Creo que media caja.—Se enderezó.—Ten.

El contrario se inclinó para sostener la pequeña cajita rosa en tanto el contrario volvía a recostarse ahora con sus manos en la nuca.

—¿Las vas a comer?

El aludido levantó la vista, mirandolo con una sonrisa surcando su rostro.

—¿Y si jugamos al peppero game?—Respondió en su lugar, con otra pregunta.

—¿Eh?—Claramente había escuchado aquella oracion, pues el alcohol no le afectaba en demasia como pensaba que estaba afectando a su amigo pelirosa al preguntarle tal cosa. Y si, era solo un juego pero...No creía poder soportar tanta cercanía entre ellos.

El pálido se reincorporó lentamente mirando a su amigo, esperando por su respuesta.

—Que juguemos al peppero game.—Habló lentamente, para que su contrario lo entendiese. Soltó una risita al ver la cara confundida del Lee.

—¿Por qué?—Decir que estaba nervioso era poco, no entendía por qué razón al menor se le había ocurrido tal cosa. Además que el verlo tan inmutable mientras ele temblaba por dentro le tenía alterado. Sentía como si por un lado la suerte le hubiera dado la mano pero a la vez se encontrara burlándose de el en estos momentos.

—Estoy aburrido y la luz seguramente no volvera dentro de un buen rato.—Se encogió de hombros.—Además será divertido.—Le sonrió.—Vamos, acércate.

Y Jeno agradecía que la pequeña lámpara iluminara tan débilmente el cuarto, pues la sangre había subido a sus mejillas, colorando estas de un fuerte tono rosado. Odiaba ser pálido.

Al no recibir respuesta alguna por parte del aludido, Jaemin lo tomó del brazo.—No seas idiota, ven.—Formulaba a la vez que acercaba más al chico. Una vez a centimetros del otro, el menor estiro el brazo alcanzando la caja de palillos dulces,procedió a sacar uno y colocarlo en la boca de su amigo.

El pelirrosa le sonrió y el pelinegro se sintio morir de nervios.

—Empezamos Jeno-ah?—y el nombrado no supo como definir la mirada que recibió. Solamente asintió lentamente tratando de no parecer perturbado por todo lo acontecido.

Jaemin se acercó lentamente al otro extremo del dulce, lo tomó en sus dedos y lo dirigio a sus labios, todo aquello bajo la atenta mirada asustada de Jeno.

El menor fue el que empezó dando una pequeña mordida, mirando espectante a su hyung, quien siguió tieso en su lugar. Observó casi sin querer un poco habia abajo, mas precisamente hacia su garganta, viendo como este tragaba pesado. Sin pensarlo soltó una risa. Risa que impactó en los labios del palido, dejándolo algo estúpido por la cercanía.

La segunda mordida al dulce llegó y sus labios estabas a milimetros de colisionar, Jaemin podía sentir la pesada respiracion del contrario impactar contra la suya y tal vez eso le dio el valor de hacer lo que hizo.

Se alejó abruptamente, llevandose con el lo poco de bizcocho que quedaba, escuchando el largo suspiro que el pálido, se dio cuenta estuvo conteniendo. Mas no le importó y, mirándolo con una mínima sonrisa se acercó lo suficiente, observó lo tieso que el pálido volvía a estar y acortó la distacia. Al fín, besandolo.

Na Jaemin lo estaba besando, oh por Dios este era el maldito cielo.

FIN.

light ↬ nominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora