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En mi regreso al sur, volví a tener 15 años. Me sentía tan joven y lleno de energía... despreocupado, despeinado, feito, pero feliz. Me bajé del bus en un cruce, Como era de costumbre en esos momentos, en donde siempre el camino me parecía interminable, pero esta vez más de lo normal, se veía macabro con un toque de primavera en su ambiente. Estaba tan perdido en el paisaje, que no me percaté de los ojos grises que quemaban los míos. Aunque no podía distinguir su rostro, se que la conocía, ninguna de sus facciones sólo sus gigantes ojos grises, que eran como los de una lechuza Albina. Mientras estaba perdido en mis dudas con respecto a ella, dirigí mis pasos a su posición y sin decir ninguna palabra caminamos juntos hasta mi casa, mejor dicho hogar, por que fuera de la infraestructura y las diversas peleas de mis padres, estaba con las personas que amaba, mis papas y mis hermanas, era mi hogar.
En el trayecto, no podía dejar de darme cuenta de aquella fragancia de durazno florecido en ella, supongo que eso fue lo que más me atrajo, lo que me hizo perder la cordura hasta enamorarme de ella. Al pasar los días nuestro amor crecía, y las caminatas juntos se volvieron costumbre. Todos los días luego de bajar del bus, ella me esperaba con su hermosa sonrisa, con esos bellos ojos que me envolvían, y su suave aroma a primavera, con un delicado toque de cada flor existente en la tierra. Un día sin previo aviso, nuestros dedos se rozaron y entrelazaron, como si se conocieran de toda la vida, encajaron a la perfección. Era un sentimiento inexplicable, algo que no había sentido por ninguna otra persona, una conecciòn... sobrenatural, la cual me llevo a realizar una propuesta que cambiaría mi presente, ya no quería solo verla en la bajada del bus, ni decir a mi familia que era solo una amiga, quería avanzar, dejar que la semilla germine, que la planta brote, hasta que la flor crezca.
Estaba listo, mi propuesta estaba en marcha, el plan consistía en bajarme del bus, llevarla caminando como de costumbre hasta las afueras de mi casa, y ahí, bajo los duraznos florecidos, declararle mi amor y hacerla mi pareja formalmente. Inexplicablemente, ocurrió un accidente en el camino, el cual hizo que el bus se retrasara, y el viaje comenzó cuando ya se oscurecía, el cielo se comenzaba a nublar y pequeñas gotas competían por la ventana, el día era distinto a los otros, era menos alegre, era más gris... menos primaveral.
Eso me recordó a mi madre, que hace unos días me contaba lo que comenzó a suceder en la casa...
-La madera se comienza a oscurecer, los muebles parecen más viejos, el reloj parece sonar más fuerte, las cosas desaparecen como por arte de magia, ya nada está en su lugar original, el tapiz está con mugre, la piel se vuelve más pálida y los sueños empeoran-
y me relataba sucesos que ocurrían mientras yo estaba de viaje, mis hermanas se perdían, y era como que estuviesen a su lado, pero no estaban... era un recuerdo que cobraba vida, mientras la realidad era otra, buscaron sin parar, por todo el terreno, hasta llegar a las orillas del río, sus cuerpos estaban allí, con una bolsa en la cabeza, ya empañada por la respiración casi agotada alcanzando la agonía. Esta era la segunda vez que las encontraban así, pero esta vez, agonizaban, ni el calor de sus brazos podían reanimarles, y se sentía como las pequeñas de 6 años desaparecían dulce y lentamente.
Después de un largo camino, lleno de pensamientos, y sentimientos, logré llegar, y al fin pude bajarme del bus... ella estaba ahí, justo en el mismo lugar de siempre, su sonrisa no era tan radiante pero su amor, no se inmutaba. Comenzamos a caminar, con las manos entrelazadas, estaba todo gris, pero supongo que no importaba por que iba a su lado. Casi llegábamos a mi casa, en lo que ella se detiene frente a una casa que parecía deshabitada, se negó a seguir, mi sonrisa se borró, y su mirada estaba en dirección al suelo, parecía perdida en cada uno de sus confusos pensamientos. Mamá salió a encontrarme, ¡Suelta su mano! gritó desesperada, abrazando a papá, y con temor en su mirada volvió a gritar, esta vez aún mas fuerte ¡Ella no es lo que tu crees!. Mi manos estaban húmedas, por el temor que transmitió mi madre, y  ella comenzó a reír y llorar desconsoladamente, mire su rostro, y era como si todo lo nublado del día estuviese en el, sus ojos, ahora eran negros, como los cuervos que volaban sobre mi casa, su piel era opaca, pero su belleza o desaparecía, su rostro angelical permanecía... De a poco su cuerpo se comenzó a desvanecer, a transformarse en flores, pequeñas flores de durazno. Era un momento hermoso y tenebroso. Comenzó por los pies hasta llegar a su rostro, el cual me miraba con paz, con la misma paz, que el de un alma liberada. Luego de eso no supe más, fue tanto el impacto de sus ojos a mi alma, que me olvidé de todo por un momento, ese momento duró 1 hora, al reaccionar me percate de una nube gigante de flores, la cual me rodeaba, sentí como si cada una de ellas besara mis mejillas, y sentí escalofríos, pero tranquilidad en mi ser.
Julia era su nombre, una Joven de 14 años, la cual estaba cada día hasta tarde en el cruce esperando a su padre, un día él se demoró un poco más, trayendo con su retraso una tarde de lluvia, tan gris como los ojos de la niña. El viento soplaba arrancando con su fuerza, las flores de un durazno, haciendo un pequeño remolino, que envolvía a su hija. Él se dirigió lentamente hasta donde se encontraría con ella, a la cual le brotaban pétalos por las piernas, manchando sus vestidos de Polen, sus ojos estaban cerrados, el grisáceo de su interior se convirtió en el clima, y las flores que arrancó consigo, fue el alma de Julia, del alma que me enamoré perdidamente, siendo un niño de 15 años.
Sentí húmeda mi frente y pecho,sentí como diversos escalofríos recorrieron mi cuerpo, y así volví a tener 22 años.

Como flor de duraznoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora