Mudanza.

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Uno pensaría que mudarse es una buena forma de cambiar de aire, de distraerse al pensar en cómo empezar una nueva vida. Bueno, así se siente mi madre en estos momentos mientras conduce por la carretera al sonido de Don’t you want me… baby?, sí, está algo deprimida, pero son cosas típicas que le pueden pasar a cualquier persona.

-¡Estamos a dos kilómetros de nuestro destino!- Aulló mi madre levantando un brazo haciéndolo chocar con el techo del coche.

-¡Por fin voy a poder levantar el cu…!

Miré a mi madre, ella me estaba viendo con cara de “llegas a decir esa palabra y te arranco los ojos con una lapicera”

-Podré levantar mi cuerpo del asiento- Me retracté.

Ella sonrió y sigo con su vista al frente.

A ella nunca le había gustado que insulte, pero… ¡Vamos! Soy una jóven de dieciséis años en pleno siglo XXI ¿Quién no dice una palabrota a estas alturas? Aunque cuando me pongo a reflexionar el porqué no le gusta, le encuentro sentido; digo… yo tampoco dejaría que mi hija insulte, por lo menos no en frente mío.

Luego de estar un par de horas largas más en el coche, por fin llegamos a destino. Era una casa enorme y lo mejor ¡estaba en frente de la playa!

Bajé del auto y me estiré un poco mientras el viento golpeaba mi cara levemente. Mi madre sacó nuestras valijas del porta-equipaje y yo tomé la mía, esperé en la puerta hasta que la abrieron.

-Muchas gracias- Le dije a mi mamá mientras entraba.

-Muchas de nadas- Sonrió entrado después de mí.

Era un lugar enorme, con un living blanco, unas escaleras de mármol que llevaban al segundo piso, una cocina gigante que podrían caber tranquilamente quince o veinte personas, un baño pequeño igual de blanco que el living. Subí las escaleras y entré a lo que sería mi habitación, estaba vacío.

<Claro que está vacío, los antiguos dueños se llevaron todo> Pensé.

Dejé la valija a un lado y me paré al lado de mi ventana, la vista era preciosa, se podía ver unas montañas de arena llenas de médanos y plantas verdes, un mar azul increíble en el cual las olas golpeaban contra la orilla haciendo el ruido más relajador que  alguna vez habría escuchado y un cielo… que no se podría describir con simples palabras, celeste, sin una sola nube, con un sol radiante que iluminaba todo. Sonreí.

-Tabatha, cariño ¿No quieres ir a pasear por la playa mientras yo espero a los camiones de la mudanza?- Me preguntó mi madre.

Volví a la realidad, abrí mi maleta y saque unas ojotas y unos shorts, tomé mi celular y mis auriculares. Bajé las escaleras y le pedí las llaves a mi mamá, ella me las dio con gusto y me dijo que me llamaría para que le ayude a ordenar la casa. Asentí con la cabeza y me fui.

Me puse los auriculares y la primera canción que comenzó a sonar fue Somebody To Love de Queen.

Maldita canción.

Bah, no.

En realidad amaba esa canción y a quien me la había dedicado. Thomas, mi ex. Terminamos cuando le dije que iba a mudarme y sabíamos que una relación a distancia no funcionaría. La tarareaba mientras caminaba.

El día estaba tan perfecto que parecía irreal, caminaba por la orilla entre la arena y el agua, sentía como esta me mojaba los pies y me relajaba por completo. Amaba el mar.

Después de estar una hora caminando sin rumbo decidí volver y sentarme en la arena esperando a que me llamara mi madre. Obviamente termine acostada, con los ojos cerrados tomando sol, debí de haberme quedado dormida porque cuando me desperté me ardía la cara y las piernas.

Mierda.

Llegué a mi casa como pude y cuando entré mi mamá no pudo aguantar la risa.

-¿Estoy muy roja?- Le pregunté con cara de perro mojado.

-Bueno, creo que no podría diferenciarte de un tomate.

Le saque la lengua y fui al baño de abajo, me mojé la cara con agua fría y aguanté el dolor, quería chillar. Pero alto… salí del baño y vi que toda la casa ya estaba amueblada y con nuestras cosas, me volví a mi madre que se encontraba sentada en el sofá tomando un té mientras veía la tele.

Me acerqué a ella.

-¿Por qué no me llamaste para que te viniera a ayudar?- Me senté al lado de ella e hice una mueca de dolor.

-Lo hice, pero no me atendiste. Así que decidí hacerlo sola.

Miré mi celular y si, era cierto. Tenía cinco llamadas perdidas de ella, le pedí perdón y le di un beso en el cachete.

-Creo que me iré a bañar para sentirme mejor- Dije mientras me paraba.

La ducha fue dolorosa, sentía como si me estuvieran pinchando miles de agujas, pero por lo menos estaba más fresca. Salí del baño con una toalla cubriendo mi cuerpo y otra en el cabello, entré en mi habitación y ahí se encontraba mi cama, con mi armario, un escritorio donde estaba mi computadora, el televisor entre otras cosas.

Me sequé la cara con cuidado y luego me puse una crema de Aloe Vera, me puse mi pijama que consistía en un viejo pantalón y una remera de Thomas. Sí, una remera de mi ex. En realidad tengo muchas cosas de él, fotos, cartas, cosas de tortolitos, pero pienso deshacerme de ellas pronto. Me sequé el pelo y lo peiné.

Conecté el cargador a mi celular y me tiré en la cama, entré a WhatsApp y le mandé un mensaje a mi mejor amiga.

Tabatha:

Primer día, sol, playa y una gran quemadura

Mandé el mensaje junto con una foto de mi cara.

Su mensaje llegó rápido.

Gala:

JAJAJAJAJAJA, eso te pasa por dejarme sola en este lugar lleno de idiotas. Te extraño L

Tabatha:

Perdón, perdón, perdón. Sabes que yo nunca me hubiera ido, pero mi madre, poder, menor de edad… ya sabes.

Gala:

Sí, lo sé. Bueno, debo de ir a comer, hablamos mañana. Te quiero mucho.

Tabatha:

Vaya tranquila, espero que esté rico y te quiero más.

Dejé mi celular en el suelo y cerré mis ojos, me quedé profundamente dormida, otra vez. 

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Nota de la autora:

Bueno, es mi primera novela acá en wattpad, así que sean buenitos conmigo :)))

Lean, comenten, compartanla. 

Espero que les guste :)))

No es un romance de verano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora