Reaction

267 13 1
                                    

—Esta, ¡es la mejor fiesta a la que he venido!—grité entre la música, para que Bea me escuchara—. Voy por una bebida —ella asintió sin más y continuó bailando.

Esta es mi vida, de fiesta en fiesta, drogas, alcohol y problemas.
Sí, problemas.
A los 14 años me dedicaba a vender droga; y metí a la cárcel a uno de los grupos más grandes que había en el mundo de los jovénes consumidores: Los McGround.

Lo último que me dijo Marco McGround con sus ojos de color zafiro fue: "Recuerda Joe, toda acción tiene una reacción".

Esto último a rondado en mi mente en forma de recuerdos y sueños. He soñado con este momento estar en esta misma fiesta; con Marco en frente mío, pero creía que con unas visitas al psicólogo se me pasará.

Continué mi camino hacia la barra, pero detuve mi andar porque sentí una mirada muy potente. Me tenía intrigada, me giré y me encontré con mi peor pesadilla: Marco.

Sus ojos negros como un zafiro brillaban con un toque de maldad y su piel blanca como la porcelana más cara del mundo brillaba gracias a las luces led. Estaba al frente mío y yo parada ahí como lo más idiota que pueda existir. La baba estaba apunto de caer, mas no la deje no quería manchar mi vestido negro, ¿qué me creen? Caí en cuenta de que era Marco Macground el que estaba al frente mio; lo miré de arriba abajo, al parecer los años en prisión le hicieron bien, el chico estaba como quería.

Su mirada fría y la voz de Will I.AM junto con la de Miley Cyrus me aturdían, no podía mover ni un solo músculo, estaba congelada. Cuando reaccioné; Marco ya estaba en camino hacia mí. ¿Mi reacción? Salir corriendo hacia la puerta trasera; pero como yo tengo un buen físico y un muy reluciente equilibrio así este en Vans; me caí enseñando toda mi ropa interior negra y bueno, nunca faltan las risas de los demás; aparte que yo estoy de acuerdo con el autobullying. Me reí hasta llegar al estado en que comienzas a aplaudir como foca retrasada y a rebuznar como un burro.

—Linda ropa interior, Wolf —tomó la palabra Marco, sonriendo con burla—, que mal que nos hayas metido a la cárcel; porque ya estarías en mi cama —se mordió el labio inferior y no pude evitar dirigir la mirada hacia ese lugar.

—No, fijate Mcground que yo no soy como las zorras con las que te acostabas a tus cortos 15 años—musité con la mirada más fría que tenía, resaltando la palabra zorras.

—Kylie no era ninguna zorra —se acercó a mí, mientras yo me levantaba del suelo limpiando los rastros de polvo de mi vestido. 

Sacó una pistola de el bolsillo trasero de sus jeans. 

«Oh mi Dios».

—Cuida lo que haces, Mcground —susurré con nerviosismo, sacando mi HK USP 9mm de mi bolso de jing jang—, yo también tengo mis secretos.

Un disparo se escuchó y caí al suelo, luego, todo se volvió negro.

ReactionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora