Fandom: El Chavo del Ocho.
El hijo de Dios bajó a la Tierra para redimir los pecados de toda la humanidad. El jueves Santo se le presentaron todos los pecados del mundo con los que cargaría el día siguiente. Milenios tras milenios cargados de los crímenes más horrendos que el ser humano ha podido concebir. El mismo humano lo crucificó al día siguiente. Esa imagen pasó a la posteridad como símbolo de la fe cristiana. Siglos tras siglos el Cristo crucificado fue testigo de la historia escrita por el ser humano. Fue testigo de los actos más nobles, pero también de los hechos más mórbidos ejecutados en su nombre.
El padrecito se encontraba acostado leyendo un libro a la luz de una vieja lámpara cuando tocaron a la puerta. Su cuarto era sencillo: solo un velador con una lámpara, una cama, y un crucifijo en la pared.
—¡Adelante! —gritó mientras dejaba el libro y sus anteojos sobre el velador.
Un joven pobremente vestido, sucio, flaco, pequeño, lleno de pecas, pero con una mirada inocente entró un tanto temeroso.
—¡Chavito! —exclamó el cura alegre mientras bajaba los pies de la cama— ¡Te estaba esperando! Pasa, pasa.
El chico cerró la puerta con cuidado mientras el sacerdote sacaba un empaque de papel del cajón de su velador.
—Me dijo que tenía algo para mí, padrecito —comentó acercándose lentamente hacia la luz.
—Aquí está lo que te prometí —el sacerdote le entregó el paquete. El Chavo abrió con aprensión el envoltorio y descubrió una torta de jamón. Sus pupilas devoraron aquel manjar deseoso de probarlo de verada.
—¡SAS! ¡Y luego...! ¡Y después...! ¡Yo me comía...! ¡Y luego...! —exclamó alegre mientras aleteaba con brazos y piernas. El sacerdote lo miraba jocoso. De pronto se detuvo y lo miró con preocupación.
—¿Me lo puedo comer? —preguntó preocupado.
—¡Pero por supuesto! —le aseguró el cura— Es solo para ti.
El Chavo intercambió su mirada entre la del sacerdote y su premio varias veces, intentando hilar los cabos sueltos. El hambre no le permitió sostener esta cruzada por mucho tiempo, y medio segundo después estaba devorando la torta de jamón como si fuera a desaparecer por arte de magia.
—Gracias —agregó con la boca llena.
El papel del envoltorio cayó al suelo. Habían desaparecido hasta las migas. El Chavo se chupaba los dedos en medio de un silencio incómodo entre los dos.
—Chavo, ¿sabes por qué te traje aquí? —preguntó el sacerdote.
—¿No fue por la torta de jamón? —preguntó inocente.
—¿Recuerdas cuando te acusaron de ratero? —preguntó mientras le hacía una invitación a sentarse a su lado.
—Si —respondió el muchacho sentándose a su lado.
—¿Y recuerdas lo que te dije cuando viniste a pedirme consuelo?
—Si, que... que..., no les hiciera caso, y que lo importante era tener la conciencia limpia... y que... y que podía regresar a la vecindad con la frente muy alta.
—Muy bien —lo felicitó el padre palmoteando un hombro del muchacho—, y dime ¿Aún tienes la conciencia limpia?
—Pues bueno —el Chavo comenzó a echar andar su memoria. Sus recuerdos se detuvieron en varias peleas con Quico, cuando terminaba con su amigo en el suelo y con Doña Florinda dándole una cachetada a Don Ramón.
—¿Si? —el sacerdote lo enderezó frente a frente sosteniéndolo de los hombros. El Chavo comenzó a sentirse incómodo. Podía sentir la respiración del cura que se hizo cada vez más fuerte.
—Un par de veces golpeé a Quico —confesó mientras intentaba ganar espacio personal—. Todo porque no me quiere prestar sus juguetes.
—Oh bueno, son cosas de niños —el padre inesperadamente se puso de pie y fue directo al picaporte a colocarle seguro. Esto llamó la atención del Chavo durante una milésima de segundo.
—Jesús sabe que en el fondo eres un niño bueno, y te perdonará fácilmente —el padre regresó al lugar que había dejado, esta vez casi al lado del Chavo. El chico intentó alejarse, pero había llegado al final de la cama.
—Jesús también sabe que has sufrido bastante —prosiguió su discurso el sacerdote—, no conociste a tus padres, vives de la caridad de otros, nadie se preocupa por ti... Ha sido gracias a la voluntad de Dios que hoy aun sigues vivo.
El Chavo abrió los ojos de par en par mientras que el discurso proseguía como un tren en descontrol.
—Debes saber que pase lo que pase, si confías en Dios, nada te va a faltar. Recuerda siempre rezar y contarle a Jesús todos tus problemas y preocupaciones. Él es un amigo bueno que te va a escuchar, y con quien te podrás consolar...
El discurso siguió y siguió, pero el Chavo podía retener cada vez menos. La voz del padre comenzó a transformarse en un murmullo cada vez leve. La vista se le volvió borrosa. Le comenzó a pesar el cuerpo. Sin darse cuenta, se desplomó sobre el sacerdote.
El cura sostuvo el cuerpo inerte del chico. Lo zamarreó un poco para comprobar que su fechoría estaba completa, y sonrió maliciosamente.
El crucifijo era testigo de todo lo que estaba ocurriendo. Esta sería una noche más de tantas en que Cristo era testigo de otro acto reprochable surgido a raíz de la maldad y el libre albedrío de los humanos.
Acerca del material del orígen:
El Chavo del 8 es una creada y protagonizada por , producida por (más tarde, ). Fue emitida por primera vez el de por Canal 8.
El programa trata sobre las vivencias de un grupo de personas que habitan en una mexicana donde su protagonista, , lleva a cabo travesuras junto con sus amigos que ocasionan malentendidos y discusiones entre los mismos vecinos, por lo general de tono cómico
YOU ARE READING
Fictober 2018
FanfictionEl grupo "Motín Fanficker" lanzó un desafío de drabbles en donde cada día de octubre se debe esribir uno diferente. Cada día tiene un tema. Es algo tan interesante y entretenido que decidí unirme a esta cruzada. Cada día verán una historia nueva de...