Problemas.

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Tengo muchos problemas, como todos los demás.

La lata de cerveza en mi mano derecha es uno, mi insomnio que me ha pasado sus fieles servicios por varios meses también se encuentra en esa lista. La apatía que me hace estar inmóvil en mi cama durante días, y mi inamovilidad que me hace sentir apático.

"Todos tenemos problemas, los tuyos no son especiales." -Me dicen, y me lo repito.

Lo sé.

"No eres el centro del universo." Me dijo ella al fin.

Lo sé, lo sé, lo sé.

Y vamos a mí problema, mí pecado oríginal. Ella.

Nunca debí haberme enamorado de ella. Sí, debí haberme sacado el corazón y enterrarlo bajo tierra. Así al menos estaría estaría insensible por elección propia.

Pero, no la culpo. ¿Como podría?

Solo estaba siendo ella. Su largo cabello negro hasta la cintura, sus ojos azules, su nariz respingada, mejillas rosadas y una tez tan blanca que no hacerla sonrojar sería un grave error.

Su risa indiscreta, la manera en que sus hoyuelos se formaban en sus mejillas. Su mirada inexpresiva cuando pensaba, sus ojos saltones cuando estaba triste. Su manera de caminar, la manera en que saltaba entre pasos como una niña.

Era unos meses mayor que yo. Pero siempre era como una niña.

Sentimental, emotiva, enérgica, inocente.

Ella era la chispa que le daba un brillo cálido a mi vida. Me hacía sentir lleno, vivo y feliz.

Hasta que tuve que decírselo.

Y en ese momento vi una expresión que nunca había visto, incomodidad.

Habría preferido ironía, incluso odio.

Esquivo mis ojos de una manera profesional. Y ahí lo supe.

Mi amor no era correspondido.

Yo iba a estar bien mientras no dijera...

"Eres muy tierno y atento, y... estoy segura de que cualquier otra chica estaría feliz de estar contigo. Y en otras circunstancias... "

Eso. Mientras no dijera eso.

Puse mi mejor sonrisa fingida, y le dije que no importaba. Aún cuando el vacío en el estómago y el nudo en mi garganta decían lo contrario.

"Es que estoy saliendo con alguien..."

Porque en realidad, después de decir eso, ya no importaba.

Me cortaron las alas antes de siquiera poder volar.

Y aquí estamos, otra lata de cerveza a la basura.

El timbre de mi telefono me notificaba sobre otro mensaje. No necesitaba verlo para saber de quién era, no que pudiera verlo con la cantidad de alcohol que afectaba mi vista.

Eso me deprime aún más. Lo cual no sé si es bueno o malo, porque cantidades industriales de este sentimiento me hacen dormir.

Así que, eso hice. Cerré mis ojos y me entregué al sentimiento que nublaba mi mente. No si antes ver el reloj.

11:11 pm.

Me reí. Hubo un tiempo en el que habría deseado por amor, felicidad, por lo que sea.

No tenías que decirmelo.Where stories live. Discover now