Caminaba por los pasillos casi arrastrando los pies, no queriendo que ningún compañero o profesor se le interpusiese en su camino pues temía no poder controlar su enojo ni mucho menos las palabras o maldiciones que salieran de su boca.
Detuvo su caminar al llegar a una esquina meramente vacía y casi lejos de la cafetería escolar.
─ Ambos son unos idiotas ─susurró llevándose sus manos a la cintura para mirar el techo mientras intentaba relajar los músculos y el estrés que había acumulado en solo unas horas.
Despeinó sus cabellos analizando que era peor, que el egocéntrico de Hyunjin haya creído que sería presa fácil para caer en sus redes o que el estúpido de su novio lo prestara para ponerlo a prueba.
Jisung llevó las manos a su cabeza jalando algunos mechones rubios de su cabello para luego acercarse al balcón del pasillo y morderse los labios al callar un grito de frustración.
Definitivamente el premio al imbécil mayor se lo llevaba Minho. Y más que merecido se tenía aquel rodillazo que le proporcionó cuando el mayor admitió y justificó el plan de su mejor amigo con querer confirmar su fidelidad.
Casi estuvo cerca de disculparse cuando notó el gesto de dolor en el rostro de su novio por el fuerte golpe que le dio, pero por la decepción que sintió en su corazón Jisung no podía tolerar aquella falta de confianza y juego por parte de ambos.
Si, él admitía que antes de conocer a Minho no había tenido una relación formal o seria con alguien, pues su vida y plan de soltería se basaba en repartir unos pares de besos y coqueteos con estudiantes de su colegio.
Sin embargo aquello cambió cuando Hyunjin los presentó en una salida grupal. Aquel día había quedado cautivado por su rostro y su personalidad amable.
"Fuiste el primero en lograr que la ansiedad e inseguridad se apoderara de mí."
Jisung bajó su cabeza observando como sus dedos rodeaban aquel frío metal como si quisiese romperlo.
Dos días fueron los que pasaron desde aquel incidente que Hyunjin realizó.
Cuarenta y ocho horas en las que se sintió pequeño y con el peso de la culpa sobre sus hombros por ocultarle aquella situación de engaño y mentira.
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Aquella mañana su madre le había preparado un desayuno delicioso como disculpa por faltar a la promesa de pasar el tiempo juntos el feriado de la semana pasada.
Jisung aceptó gustoso el batido de durazno y mientras tomaba se llevaba un gran porción de panqueque a su boca. Su amorosa madre trabajaba demasiado sólo para mantenerlo ella sola desde que su padre los abandonase y el que ella se tomara el tiempo de cocinarle, aun con su doble turno en esa semana, había logrado que su corazón se conmoviera por su acción.
