Capítulo Cuarenta y Dos (II)

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Hyunjin jugueteaba con la punta de su bolígrafo mientras observaba a Jeongin siendo la frustración personificada. El menor volvió a hacer una bola con su hoja de cálculos -como por décima vez- y la arrojó lejos soltando un largo suspiro. Ambos se encontraban en un rincón apartado del salón con la intención de terminar las tareas de Yang.

—Sigo sin entender nada. Ojalá me muera.

—Innie, deberías ser más positivo.

—Bueno. Ojalá te mueras.

Hyunjin fingió que aquel comentario no le había afectado en lo más mínimo y siguió sonriendo con avidez y los labios fruncidos. Decidió tomar los hombros del menor y darle una suave sacudida.

—Hagamos un ejercicio de relajación ¿ok? Bajo estrés dudo que las cosas salgan bien —esperó a que Jeongin terminara soltando un suspiro de rendición para luego, con la mirada, perdida desplomarse sobre su silla. —Bien, —Hyunjin tomó asiento frente al otro —ahora quiero que pongas tu mente en blanco y la relajes; luego —dio dos palmadas —di lo primero que se te cruce en la cabeza. Suéltalo todo.

El menor asintió sin muchas ganas mirando fijamente a su novio, para que luego el recorrido de sus ojos terminara parando en la entrepierna de este. Hyunjin encogió su cabeza con extrañeza esperando una reacción del menor.

—Tu paquete es más grande que mi futuro —soltó Jeongin.

A ese paso, Hwang ya se había caído de la silla.


(...)


Dos años atrás .

Minho se había ofrecido a quedarse limpiando el salón en los recreos. No quería ver a Chan desde lo que ocurrió la noche anterior. 

Todavía recordaba vívidamente como en plena charla que ambos tenían en el balcón de este, sin ningún motivo aparente, Lee estampó torpemente sus labios con el del otro.

Para luego salir corriendo a los tropezones sin dar ninguna explicación. Es que ni él mismo tenía una. Y ni siquiera sabía bien qué sentía por Chan. Sólo tenía en claro que se había convertido en su menor amigo en los últimos dos años y que era de las pocas personas que no lo hacían sentir cohibido de ninguna forma y de paso también, se preocupaban por él. Y ahora... quizás lo había arruinado todo.

Estaba teniendo una de sus tantas crisis... y ahora mismo Solji ya no estaba para ayudarlo. Había enfermado y no sabía cuándo regresaría. Mientras, en su reemplazo se encontraba una tal Jeonghwa, aunque esta no le generaba tanta confianza como lo hacía Heo.

Escuchó que alguien entró al salón pero no se volteó a averiguar quién era; no quería. Escuchó como una de las sillas junto a los pupitres era arrastrada hasta su lado. Sintió una fragancia a almizcle y enseguida supo de quién se trataba.

—Te ves distraído ¿Ocurrió algo, Minho? 

—Sí pasó algo, pero estoy bien —se sinceró aceptando el pequeño envase de jugo de manzana que Jinyoung le extendía. De alguna forma no podía mentirle.

Park, su lado, lucía impecable y daba un aura de superioridad a quién estuviese a su lado. Minho y él se habían vuelto -quizás amigos no era la palabra correcta- algo así como confidentes; en los tiempos en los que Solji aún seguía siendo su psicóloga, ambos tenían los horarios cercanos y pasaban el tiempo de espera juntos... hablando de cosas triviales. Con el tiempo, sí podría decirse que el que más cambió había sido Jinyoung: volviéndose uno de los alumnos más destacados y populares de su curso... y alejando a la mayoría de personas que intentaran acercarse a él. Pero con Minho era diferente, seguía siendo el mismo Park Jinyoung de hace tiempo atrás,

The Neighborhood→[Stray Kids]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora