IR LEJOS

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Sentir este dolor, como te estrujan el corazón y lo restriegan contra el suelo haciéndolo ver cómo polvo que se derrite entre mis ojos, ya no puedo ver más allá de lo que ahora está frente de mi, creo que es un signo normal de la tristeza que me da darte por perdido y no poder hacer nada, NO PODER HACER ABSOLUTAMENTE NADA.

Que tragedia es pensar que te vas de mi lado y no pienso siquiera en ceder a pensar que puedas conocer a otra persona, pero mi yo a la vez no te culparía cuando conocieras otros labios, otra boina calada en otro largo cabello usando otro acento que no es el mío, por querer sentirte acompañado y aunque yo esté y juro que lucharía por esperar hasta el cansancio, no estaría precisamente a tu lado.

Tantísimas veces conocí quienes preferían el calor de otro cuerpo antes que las palabras que se quedaban vacías y sin significado a comparación de estar juntos y verdaderamente tomarse de la mano, sentir el roce que formaba fuego ardiente entre cada esquina de un boulevard, recorrer varios semáforos lejos y hacer pláticas sin final y tampoco saber que lo comenzó todo.

No tengo ni fuerzas para seguir escribiendo esto que ahora me agobia, es tan fuerte que no puedo compartirlo, quisiera... En verdad quisiera.

Quisiera estar en aquel terreno sin dueño, creyendo que construiríamos muros y la casa más preciosa de la cuidad.

Quisiera estar viendo las montañas desde el tercer piso, caminar hacia ninguna parte, comer descansando en tu boca y mirarte a los ojos cara a cara, como cualquier mañana, como aquel precioso precipicio que nos esperaba al volver a casa, las cortinas se incendiaban solas y la luz se apagaba para envolvernos en completa oscuridad y luego abrazarnos hasta que al otro día cada uno amaneciera por su lado, en otra casa, en otro barrio.

Siendo tan diferentes, bastantes veces coincidimos en querernos, aprender y una vez te pregunte si te hubiera gustado olvidarme o quererme como en aquel momento me querías, no supiste que responder porque no supiste que hubiera pasado si en verdad me hubieras olvidado, no sabíamos si hubiera sido mejor que haber ido a remar en un lago, haber caminado hasta la cima de una montaña y haber tomado tres café desde un balcón pequeño de madera hablando sobre volcanes y gustos, aunque se que nunca fue lo que verdaderamente te importó en esta vida.

Cuando desperdicie, cuando no daría por estar ahora contigo y ahora estás donde debas estar y yo aquí rompiendo mis huesos y sobre todo la garganta con dolores tenebrantes que me partían hasta llegar a la conclusión de irme lejos, irme un tiempo. Irme, como siempre me fui, lejos del dolor. De cualquier dolor.

Ella se recostó en el parabrisas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora