Mitos

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El mito es la parte oculta de cada historia, la parte sepultada, la región que todavía está sin explotar porque todavía no hay palabras que nos permitan llegar allí…El mito se alimenta del silencio tanto como de las palabras” Decía el libro que escribió papa, escribiendo todas las cosas que otros desconocían, ahí escribía lo que había sabido a lo largo de su eterna vida, y para que yo siguiese escribiendo las cosas que creyese necesario, mi padre lo llamaba mi pequeño diario.

 

-¿Seguro que deseas marcharte? –dijo mama mirándome a los ojos para asegurarse de que así era.

-Si mama, quiero ver mundo con mis propios ojos, en estos siete años apenas he salido. He crecido tan rápido…que no me ha dado tiempo a conocer el exterior. De verdad, en cuanto me arrepienta vendré a casa –prometí.

-Scar –la llamo mi padre-. No te preocupes.

-Ya Jeremy pero es que tiene…-pensó sobre mi edad-. Es tan joven –se limitó a decir.

-Por eso, es joven. Desea hacer cosas nuevas.

-Bueno…Maggie cuídate mucho ¿vale? –dijo mi madre sollozando, aunque sin lágrimas-. Te echare mucho de menos cariño.

-Ah por cierto, ¿llevas la tienda de campaña? –preguntó mi padre-. La grande, es que se avecina tormenta.

-Si la llevo papa y gracias –dije-. Os voy a echar mucho de menos.

-Y nosotros a ti.

Salí de mi casa con la gran mochila, y sobretodo me asegure de llevar el libro. Estuve caminando un rato hasta que vi las grandes nubes y decidí montar la tienda de campaña antes de que se pusiese a llover, desabroche el velcro de la mochila, saque la tienda y la monté. Prepare todo para pasar la noche, prepare el pequeño colchón, la linterna la colgué de un cablecito que colgaba del techo. Y en otra habitación de la gran tienda puse una manta para leer allí. Me puse el pijama de rayas rojas y me metí a leer, abrí el libro por donde me había quedado.

Anda que casualidad, vampiros.

-Su naturaleza es alimentarse de sangre humana, aunque nuestra familia nos alimentamos de sangre de animales, como consecuencia por nuestra dieta tenemos los ojos de color miel. Sus habilidades son: rapidez, fuerza sobrehumana, no envejecen y son inmortales. Algunos tienen dones aunque esto no pasa en todos los casos –leí. Pues a mi me gustaba leer en voz alta, deseé no haberlo hecho, escuche unas respiraciones fuertes como de un oso o algo así, me quede quieta y apague la luz. La luz de la luna daba en la tienda de campaña entonces se reflejaba la criatura, eran tres animales gigantes, tenían cuatro patas y orejas puntiagudas. Zarandeaban de un lado para otro la tienda con sus grandes hocicos.

Me deje la puerta abierta principal para no tener calor, uno de los animales metió la cabeza dentro y empezó a oler el aroma. Yo estaba pegada a la pared rezando para que no me viera, con los ojos cerrados. El animal hizo un gañido y me olio la cara y el pelo. Abrí los ojos para ver quien seria el responsable de mi muerte. Tenía los ojos negros, y el pelaje color rojizo. Se me quedo mirando de la misma forma que yo a él, asombrados. No sabia que un animal pudiera tener unos ojos tan inteligentes, siguió mirándome durante un rato hasta que al final sus patas delanteras cedieron. Impresionante. Aproveche para salir corriendo fuera de la tienda con mi velocidad vertiginosa, aunque los lobos me alcanzaron rápidamente con sus grandes patas.

Uno era negro azabache, y el otro blanco. El blanco se echo sobre mí, y me caí en el suelo mojado, estaba empapado seguro que cogería un buen resfriado. El gran lobo blanco me enseño los colmillos, ¿se creería que yo había echo daño al lobo rojizo? Este salio de mi tienda y vino hacía nosotros emitiendo unos gañidos, y el lobo blanco y negro asentían. Se quedaron por unos minutos observándome mientras el lobo rojizo se fue detrás de unas piedras, para mi gran asombro, volvió como humano.

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⏰ Última actualización: Aug 06, 2014 ⏰

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