Brenda Ramidez

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La última carta que te escribí tenía más lágrimas que letras y llevaba pedazos de mi alma grabados en el marco en vez de corazones flechados, tenía que dejar ahí mis ganas de ir corriendo a buscarte, llamarte, pedirte que, no te vayas y regalarte mis besos, tenía que dejarte.
No sé si, algún día llegarás a leer aquella última carta llena de dolor y tristezas, donde el trazo débil se quedó, a mitad por tanto llanto y las frases incompletas se llenaban honrando a tu madre, sin embargo, puedo jurar que así como llovió tan duro... fume tu recuerdo hasta acabarlo.
Debo confesar que, esperaba que me hablaras, que esa carta no tuviera fin ni remitente, que llegue a la postal y sea un correo fantasma de los que con suerte, lo ponen en un cuadro sobre la entrada para la gente, porque en serio esperaba que me hablaras.
Que haya valido la pena tanta herida y drama, que una mierda me importaba la cicatriz si tú eras la que la sobaba y que el dolor siempre era más placentero con tus besos y tu mirada, necesitaba, estoy segura que sí necesita que me digas que valió la pena esperar tanto.
De ésta distancia dictaminada por cobardes, de la soledad de tu país y la soberbia de los idiotas, donde Santiago Insane predijo el veneno de "un vicioso más con la excusa de que es poeta", cuando me arrancaron el corazón y me escupieron la vida, donde te defendí mil veces y solo tuve tus despedidas.
Que valiera la maldita pena, todas las noches que arrancaste mis fronteras y me llenaste las venas de tristezas, que esperaba conocer el tacto de tu fría piel y el rubor de tus mejillas cuando te diga "Te quiero."
Pero jamás hablaste y esa última carta se firmó, el sobre guardó lo que pudo aunque rebalsaban los lamentos y entre rabia pegaba la cinta y recordaba el destinatario, que yo decía que ya no te quiero, pero el último posdata era "Todavía te espero."

- Brenda Ramírez.

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