Parte 1 Sin Título

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¿Por qué me miras de esa manera? ¿Es que no deseabas que te hablase con la verdad?

Las depiladas cejas de Rocío se deformaron en un gesto que se me antojo divertido.

-¿Un vampiro? Puff, vaya menuda "verdad." Sabes, no tienes que decir nada de ti sino lo deseas, es decir, después de todo fue por eso que Daniel y yo entramos a esto del club swinger: "Solo sexo no compromisos."

Sonriendo me recosté sobre un codo y le observé, mis ojos se posaron sobre la redondez de sus senos mientras mi lengua humedecía mis labios.

-No te he mentido.

-Ajá, lo que tú digas, bufó halando la sabana para cubrirse, pero mi mano detuvo la suya.

-He sido honesto, insistí manteniendo la sonrisa. Ella rodó los ojos hasta ponerlos en blanco al tiempo que dejaba caer la tela manteniendo su desnudes. - OK señor vampiro y cuénteme cómo pasó? ¿Fue durante un viaje a Transilvania?

¿Transilvania? Ahora el gesto de desagrado estaba en mi rostro. - Por supuesto que no, de hecho ocurrió justo aquí, en Guadalajara y antes de que me preguntes si fue un tipo vestido de smoking y capa de terciopelo te diré que no. De hecho, fue un sujeto de lo más "común" que pudieses imaginar.

Por primera vez desde el inició de la conversación Rocío dejaba de lado su faceta irónica, quizá fuese por ello o tal vez era el sabor de su sexo, pero finalmente me sentí con ánimos de contarle aquella parte de mi vida, la manera en como todo inició.

Como te dije antes sucedió aquí en Guadalajara. Por aquel entonces yo tenía 25 años de edad y a pesar de ser ya tan guapo como me vez ahora lo cierto es que desde siempre fui consiente de mi latente bisexualidad. Esto, sumado al ambiente represivo y el temor al rechazo publico hizo que de a poco comenzara a visitar sitios clandestinos siendo mis favoritos los cines para adultos.

Desde su lado de la cama Rocío se relamió los labios, en sus ojos se encendía nuevamente el fuego de la lujuria hasta hace poco extinguido.

-Tengo que decir que las primeras experiencias fueron dignas de los más bizarros cuentos llegando incluso en una ocasión a salir huyendo tras mi primer "contacto" que no fue otra cosa que la mano de un anciano sobre el bulto de mi pene.

Pues bien, esta rutina se repitió por más de un año. Una vida de cara a la sociedad, una vida con novia, amigos, escuela y fiestas mientras por otra parte visitas a los cines xxx cada fin de semana.

No pasó mucho antes de darme cuenta de que deseaba algo más que caricias sobre la ropa, fue así que un sábado tras comprar mi boleto y entrar a la sala me encontré sentado junto a un chico, probablemente 4 años menor que yo. Ignoro cuanto tiempo tendría rondando entre las filas de asientos, pero lo importante es que estaba allí, la mirada fija en la pantalla viendo como una rubia de enormes pechos devoraba con su culo el pene erecto de un calvo musculoso.

-El chico tenía experiencia, no hubo el clásico toqueteo en la entrepierna para solicitar permiso, su mano simplemente se aferró formando un puño en torno a mi miembro arrancándome un suspiro de placer. No espere indicación o instrucciones, de inmediato baje el cierre de mi pantalón. Mi pene erecto saltó fuera y fue capturado de inmediato por aquel chico.

-Que rico lo tienes, ¿te gusta?

Aquellas palabras abrieron todo un horizonte de posibilidades para mí. Si bien con Karen, mi novia desde la preparatoria había experimentado el sexo en ese momento no supe que decir. Supongo que él se percató de mi estado pues se ofreció a ir lento. - ¿Quieres que te masturbe?

Confesiones de un inmortal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora