Recuerdo la primera vez que te vi. Fue el mejor momento de mi vida, porque supe de algún modo, que nuestras almas estaban destinadas a cruzarse de una forma muy especial. No sé cómo tuve fuerzas de acercarme a ti y entablar una conversación, pero la verdad, que es la mejor decisión que he tomado en la vida, porque gracias a eso, hoy eres el amor de mi vida.
Yo, un chico de 17 años con todas las dudas existenciales habidas y por haber, se enfrentaba al miedo de empezar de nuevo, al terror de intentar seguir adelante en un mundo mucho más realista, maduro, y lleno de altibajos. La gente, de normal, estaba emocionada por empezar sus andaduras en los estudios superiores, es decir, la Universidad, pero por mi parte eran más las dudas que las ganas. El pre-universitario empezó en Septiembre de 2014, un lunes, donde la información de nuestras aulas no eran claras y la paciencia juvenil empezaba a perecer. Toco volver a casa con la rabia en los dientes, por la poca seriedad y por el hecho de que estaba a una hora y media de mis aposentos, cosa complicada en estos días.
Con toda la emoción del mundo, digamos, empecé un martes las clases. Muchas caras nuevas, muchos sentimientos encontrados, y sobretodo, el miedo de no ser aceptado. En ingeniería las clases, por obvias razones, estaban muy enfocadas en el sentimiento de las ciencias exactas, tanto matemáticas, física y química eran muy divertidas para mi, aunque no sea común, por el simple hecho de que me sentía imparable cuando resolvía los ejercicios a la primera y sin complicaciones, aunque eso no ocurría siempre.
Los primeros problemas empezaron al saber el horario, de 7:00 AM a 1:00 PM, casi como el colegio, ¿Verdad?, pero había un detalle muy importante, la distancia. En el colegio vivía a 5 minutos caminando, ahora, debía desplazarme varios kilómetros más, una duración casi equivalente a una película media. Por lo que podría haber visto toda la filmografía de los grandes exponentes del drama, que por cierto es mi género favorito.
El problema no era tanto el hecho de madrugar 4:30 AM, sino enfrentarse al tráfico feroz del centro de la capital, lleno de familias llevando a sus hijos a la escuela, de trabajadores somnolientos y buses a reventar, por lo que casi nunca llegaba puntual a clases, y el profesor de mate, por cosas que no logro comprender, no ponía atraso, o una asistencia a medias, sino que el ilustre personaje siempre que llegaba tarde no me anotaba en la lista, en una clases, de 3 horas.
El "pre" tuvo algunos inconvenientes por la parte académica, que de normal, no lo hubiera aprobado, sea por faltas en matemáticas, que al final se justificaron más por suerte que por nada, sea por no alcanzar los puntajes mínimos, pero teniendo una tutora que nos ayudó en todo momento, parecía imposible, pero todos sabemos que el destino es caprichoso, ¿Verdad cariño?, y aun así pude avanzar a primer semestre.
Me sentía realizado, imparable, y con ganas de comerme el mundo, no cualquiera pasa un curso tan complicado con una suerte tan gigantesca, desde ese punto, comencé a pensar que era por algo, y lo sabría una semana después de entrar a primer semestre.
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Vida en el centro del mundo.
RomanceLas personas conocen un sin numero de "amores", los cuales no lo son como tal. La nostalgia, el desamor propio y las expectativas idealizadas de las series o películas nos confunden de tal manera que creemos que todos los amores deben ser de fantasí...