Destino

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Pensé que podía vivir sin ti y no puedo, es difícil mi amor, más difícil de lo que pensé...

Y aquí estoy. El trabajo es bueno, no lo niego desde mi primer día de trabajo tuve mi propio consultorio, he conocido a varios colegas, algunos de ellos me han invitado a asistirlos en alguna cirugías programadas, es fantástico ver su trabajo, aman su trabajo por lo visto porque cuidan cada detalle de sus pacientes.

Todo el personal de este edificio hace un muy buen trabajo, todos son puntuales con su hora de entrada y no hacen esperar casi a ningún paciente, me alegro de haber tomado una buena desición de venir a este lado del país aunque prácticamente escapé, nadie sabe donde me encuentro, mucho menos ella.

Los días han sido difíciles, no en lo laboral porque de alguna forma me distraigo de día atendiendo mi trabajo, pero cuando llego a casa lo que hago es tenderme en el sillón o en la cama y lo primero que viene a mi mente es ella, Serena, sigue clavada en mi mente y en cada poro de mi piel, su aroma me persigue a todos lados y el recuerdo de su piel desnuda enredado a mi cuerpo sigue tan presente que pareciera que fue ayer y no hace más de un mes.

Cada noche se cuela en mis sueños haciéndome estremecer como aquella inolvidable noche en la que hicimos el amor. Jamás la podré olvidar, por más que lucho es imposible sacarla de mis pensamientos.

Tokyo ha sido lo mejor y lo peor de mi vida, ahí conocí el amor, ahí la conocí a ella. Pero después de ese romance de una noche, decidí escapar y no decirle a nadie sobre mi y funcionó. Sabía que iba a ser difícil, pero esto es mucho peor. La extraño, ya me había acostumbrado a verla o a tenerla en mi departamento y ahora lo único que tengo de ella es esa fotografía del día de nuestra graduación, amanezco y anochezco mirándole el bello rostro. Cada noche la estrecho en mis brazos imaginándola conmigo y no a kilómetros de distancia.

¿Que estará haciendo? ¿Me recordará? ¿Tendrá pareja? Preguntas e imágenes de ella en brazos de otro me atormentan, me duele pensar que alguien más posea su cuerpo, ese cuerpo que fue mio una vez.

Todas las mañanas salgo a correr por la playa, ya que casi no duermo, esto me distrae para poder trabajar mejor en el día. La semana pasada me he quitado los braquets, y aún me siento raro, pero me acostumbrare, lo único a que no me acostumbro es a estar sin ella.

Agradezco mi trabajo, mi horario me permite estar todo el día ahí, me gusta aprender más y me inscribí en una especialidad para ser un mejor medico y ayudar a más personas, seré neurocirujano en algunos años, me inscribí más por la necesidad de saber que es lo que hace el cerebro humano, quizás sepa porque no la he podido olvidar.

Esta semana he tenido más trabajo de lo habitual, el doctor Hayde se ha jubilado antes de lo previsto y ahora tenemos que atender a sus pacientes mientras llega su remplazo, los demás médicos desean que se pronto, pero yo, sinceramente atendería a todos sus pacientes con tal de poder salir tarde y llegar a dormir y no pensar en ella. Mi salida se ha alargado a las nueve de la noche, y aveces más tarde para ayudar a otros colegas o a atender emergencias. Agradezco esos días y detesto los días de salir temprano.

En casa apenas y pruebo café para mantenerme despierto y desayuno en la cafetería del hospital a aprovechar que hay gente y en la noche a veces me conformo con una ensalada o un sandwich, me dan nauseas comer solo, ya me hice pruebas y mi salud es perfecta, pensé que era anemia pero solo es el estrés por mis amargos recuerdos. Hubiese sido una excelente idea traerla conmigo, la encerraría para que no se fuera nunca, pero se que sería una mala idea, su padre me mataría en cuanto me encuentre, eso sin mencionar que quizás ella me odie por hacer eso y yo no podría soportar eso. La amo y jamás le haría daño, eso se lo dije aquel día. Ya estoy sufriendo demasiado con solo recordarla.

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⏰ Última actualización: Oct 10, 2018 ⏰

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