24 de Octubre

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24 de octubre de 2013.

Nunca faltaba, nunca lo había hecho... nunca lo dejaba solo.

Llegó al lugar a la hora de siempre: 11:30 a.m, hacia un aire fresco, el sol estaba un poco oculto por las nubes.

El lugar de siempre, la hora de siempre... la actitud de siempre. Con un cigarro en la mano, el ánimo por los suelos y una mirada llena de indiferencia hacia todo, se posiciono enfrente de él, tomo asiento, lo contemplo, dio una calada profunda al cigarrillo y con un susurro lo saludó. Su voz carente de cualquier emoción.

-Hola de nuevo- otra calada, menos profunda esta vez

- ¿Sabes? Ahora sé a lo que te referías cuando me hablabas de ese sentimiento, cuando me hablabas de él con tanta emoción- rio con amargura.

-Recuerdo que solía mirarte raro, me decía "está loco", pero ahora lamento decirte que tienes razón, que te entiendo perfectamente, sé lo que tratabas de decirme, lo que tratabas de transmitirme- miro al suelo, subió la mirada, volteo a su izquierda y a su derecha, movimientos lentos, parecía un robot.

-Conocí a alguien... él era, especial- por primera vez en la semana sentía algo de timidez al hablar de él.

-Tiene unos ojos azules como el océano, te hundías en ellos... yo lo hice, su pelo era negro como la noche, o tal vez, quizás, como la ala de un cuervo, su piel era clara, me atrevería a decir que blanca... todo en él era perfecto, me entendía, me comprendía enormemente, tenía sus voces que no lo dejaban solo, su pasado y presente cargado de dolor que hacía a los míos parecer un chiste, me entendía... como alguna vez lo hiciste tú- afirmó, su cuerpo comenzaba a recordar que tenía emociones.

-Tenía 6 lunares en el cuello, 13 en la espalda y en otros lugares que por pena, no te diré, me encontró cuando ni siquiera esperaba que alguien lo hiciera, cuando no tenía esperanza en que alguien emprendiera una búsqueda para encontrarme, pero él... él me encontró- una sonrisa triste, calada, mirada fija al suelo.

-Éramos perfectos... él era perfecto... pero ya no más- cada segundo que pasaba se desataba la bestia llena de tristeza que ella ignoraba. Más bien deseaba ignorar.

-Sé que solemos hundirnos en el pozo sin fondo de la depresión, pero con el tiempo aparece una cuerda con la cual podrías salir de allí, y si hay una persona sosteniéndola, mejor que mejor, él era esa persona, él sostenía mi cuerda...- frunció el ceño ante el recuerdo, su cara llena de pesar- pero un buen día, la soltó, dejando que me hundiera en ese pozo sin fondo... otra vez- lo miró fijamente, llevó el cigarro de nuevo a la boca y fumó de él una vez más, la mirada cargada de tristeza al recordar lo sucedido. De nuevo bajo la mirada.

-Podría decirte que quise salvarme, al caer, vi una roca que sobresalía de aquel pozo, me aferré a ella... creyendo que resistiría mi peso, pero al pasar el tiempo se aflojó y se aflojó hasta que se salió completamente de ese muro... y yo, volví a caer, caí y caí...- afirmó con el cigarro en los labios.

-Solía tener pensamientos que me atormentaban, me gritaban día y noche, ellos eran tristeza, desolación, ira, enojo, abandono, rechazo... yo trataba de callarlos, trataba hacer que se fueran, que me dejaran en paz, cuando estaba a su lado, se iban... bueno... parecían irse pero no era así, él solo hacía que no pensara en ellos, hacía que... los olvidara, al menos por un momento, lo hacía ... esos pensamientos que yo sola cree... parecía que por educación se marchaban, parecía que hasta ellos mismos respetaban el hecho que una persona viniera a rescatarme...- el cigarrillo se acabó, sacó la cajetilla e inmediatamente encendió otro.

-Es irónico, ¿no crees? Esas voces, los pensamientos que tanto me hacían sufrir los cree YO MISMA- exclamó en voz baja- a base de lo que la gente solía decirme... los guarde, los magnifique, los expandí, los exagere, y tome la versión más fea de ellos, venían día y noche, un día tras otro... pero él, el chico de los ojos de océano, me ayudaba a callarlos, a ignorarlos, a disiparlos por unas cuantas horas- las sonrisas, las miradas, cargadas de un sabor agridulce, más agrio que dulce... más amargo, más...

24 de Octubre ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora