Capítulo uno: La chica pelirroja.

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La muchacha caminaba por las calles de La Puerta del Sol, Madrid.

Mientras caminaba, su cabellera pelirroja se movía con la misma sincronía del aire. Su vestido negro pegado a sus pechos, haciendo verlos más voluminosos. Sus gruesos labios color rojo se movían, mientras, hablaba por con su pequeño aparato electrónico, color plateado.

-¿Crees qué a Álvaro le guste Marina?- preguntó la muchacha. -Si... yo también creo eso. - dijo.

Su tripa empezó a sonar; no había comido desde las cinco de la mañana.

-Joder, tía. Me está entrando hambre y no sé dónde comer.- bufó la ojimarrón.

La chica, dejó de escuchar a su amiga desde el otro lado de la línea telefónica. Pues, puso su atención en encontrar un bar o un restaurante.

Lo primero que diviso fue un bar. No había mucha gente, algo que a ella le pareció gran idea. Ya que, desde muy pequeña le habían enseñado a no juntarse con gente de bajos recursos, solo con gente de alta clase. Pero, a diferencia de sus padres y abuela, ella respetaba a cada ser de este mundo. Así que le dio igual, y entró.

-Te dejó, Carla.- dijo.- ¿Qué por qué? Pues, porque tengo hambre, gilipollas.- insulto la azabache.- ¿Cómo que no te lo dije? ¿Tú eres tonta o te lo haces? Me importa una mierda. Adiós.- cortó fastidiada.- Perra...- susurró.

Y es que, ambas adolescentes eran amigas, pero, tenían opiniones y mentes diferentes. Carla era una chica muy cerrada, al contrario que su amiga pelirroja. Se insultaban, se ignoraban la mayoría de veces... y puedo seguir la lista. Pero, sería eterno.

Volviendo con la colorada. Ella entró al local; estaba todo muy ordenado y limpio. Se sentó en una silla (de madera con sillín rojo carmesí) de la barra.

-Hola, ¿qué te puedo servir? - preguntó (una señora mayor de edad) amablemente

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-Hola, ¿qué te puedo servir? - preguntó (una señora mayor de edad) amablemente.
-Hola, me gustaría...- dijo, mientras estiraba su brazo para poder coger la carta, que estaba al lado de donde estaban las servilletas. Empezó a ver de corrido la carta. -Un bocata de jamón y un Nestea. Por favor.- dijo la joven.
-Enseguida.- dijo la mayor. Y se fue.

La chica sacó de su bolso, de color marrón, un abrigo blanco. Y es que, era invierno en España. Pero, tampoco era para decir: "Madre mía, que frío hace." O "Hace un frío, que te mueres."

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⏰ Última actualización: Oct 12, 2018 ⏰

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