Capitulo único

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Karamatsu, escucha.  La única persona que tiene conciencia de la perfección y belleza que cargas, soy yo.

No llores si tus lagrimas no son para mí.

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No envidio las sonrisas que regalas a todas esas chicas.

Tampoco la dulzura con la que besas el dorso de sus manos cuando te acercas a ellas.

Mucho menos las adorables palabras con las que las adulas cuando las ves.

Lo que de verdad hace que mis nervios se ericen por los celos y me obliga a rechinar los dientes por la furia, son las lagrimas que derramas por ellas.

Envidio como mujeres que te rechazaron, te llamaron imbécil o simplemente te ignoraron, llegan a ser merecedoras de las dulces gotas que tus ojos derraman a mitad de la noche, cuando te encuentras sentado solo en una banca en medio del parque.

Lo que no sabes es que no estas solo y nunca lo has estado. Siempre hubo una persona ahí, observándote, a ti y a tus enormes ojos que brillan con una belleza especialmente pura bajo la tenue luz de las estrellas mientras lloras. Mientras lloras llamándote a ti mismo tonto, recalcando una y otra vez que siempre arruinas todo y que nunca nadie te amará ni te tomará en cuenta.

Detesto mi incapacidad de negarte esas cruentas palabras que tú mismo te adjudicas.

Lo detesto tanto.

Sin embargo, algún día te lo hare saber. Algún día te diré lo mucho que te adoro y te darás cuenta de que siempre estuviste equivocado cuando dejaste escapar tu adorable llanto por las personas equivocadas.

Ese día estarás conmigo, serás mío. Tú, tu sonrisa, tu mirada, y, sobre todo, tus lágrimas.

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Karamatsu Matsuno, el segundo mayor de tus cinco hermanos. Las cinco personas que mas son ciegas de presenciar la perfección que vive bajo su mismo techo. Podría envidiar eso, pero no lo hago; la envidia recae en el odio y jamás odiaría algo que tu amaras. Jamás. Sin embargo, no he de negar que llegan a ser un impedimento para poder estar contigo.

Afortunadamente, esa mañana estabas solo y esa mañana volví a seguirte.

Mientras cruzaba aquel puente, la vi. Una chica rubia, de labial suave y ropa sencilla. Sus ojos verdes te miraron con desprecio después de cinco minutos de que hubieras estado hablando con ella sin que siquiera se percatara de ello.

Terminaste cayendo al agua mientras ella se marchaba.

Me detuve en seco antes de cruzar al otro lado. Tu ni siquiera caíste en la cuenta de mi presencia, pero no me importó. El pasar desapercibida me es completamente normal y además agradable. No obstante, el detenerme iba en contra de mi plan; debía seguir mi camino, ignorarte de manera aparente como siempre lo hago y continuar. Claramente tus gritos ahogados pataleando en el agua me detuvieron; alcance a ver tus lentes oscuros y tu chaqueta flotar dejándose llevar por la corriente, y después a ti, aun gritando y agitando los brazos pidiendo auxilio.

Te miré de reojo y continúe con mi andar.

Un día más. Cierro los ojos y respiro. Ellas hablan a tus espaldas y mientras tu intentas autoconvencerte de que piensan lo mejor de ti, en realidad están siendo más que crueles.

Un impulso. Me detengo. Yo no soy igual, no soy igual de cruel. No hago nada. Me voy de ahí.

Así paso, día tras día. Observando tu sufrimiento indirecto y luchando porque mi moral me controle para no intentar vengarte de una manera errónea o estúpida. Así me mantengo viva, así mantengo una razón por la cual despertar.

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⏰ Última actualización: May 10, 2019 ⏰

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