Capítulo único

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El andante inmortal detuvo su marcha por primera vez en mucho tiempo, completamente agotado, y con una sensación de derrota que se extendía en todo su ser. Dirigió una mirada hacia el par de zapatos que había estado usando, un símbolo del cruel castigo al que fue sometido tras perderlo. Sintió una opresión en su pecho, cuánto más bastaría, ¿qué no había sido ya suficiente?

Siglos habían pasado, miles de historias en las que la humanidad fue protagonista, y él solo fue un testigo, sin ningún descanso. Ante sus ojos había visto reinos alzándose y siendo derribados hasta convertirse en ceniza. Él permaneció firme en su andar, paso a paso, las vidas de millones de personas pasando por su lado, ignorantes de su sufrimiento.

Y en ese momento, cuando el andante mortal se detuvo, fue atrapado por quienes se hacían llamar sus salvadores.

Encerrado en aquel lugar, esperaba pacientemente el momento de su salvación.


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JongIn despertó a media noche con su corazón latiendo erráticamente, mientras pasaba sus manos por su cabello. Se sentó sobre su cama, intentando regular su respiración, con el rastro de sudor que corría frío sobre su espalda. No era la primera vez que inusuales pesadillas le acechaban, y parecían ser siempre lo mismo, seres sin rostro persiguiéndolo, y él intentando huir pero no estaba solo, había alguien más que se aferraba a sus manos unidas mientras corrían, el miedo y la desesperación eran sentimientos que casi se podían palpar. Todo se sentía tan real, se cuestionó, simplemente la idea le resultaba bastante espeluznante.

Tal vez estaba enloqueciendo, fue su mejor suposición.

Una corriente de aire helado se coló desde la ventana que permanecía abierta, erizando su piel. Su ceño se frunció al levantarse, con sus pies entrando en contacto con el frío piso de la habitación. Ni siquiera recordaba haberla dejado abierta antes de irse a dormir. En verdad estaba perdiendo la cabeza.

«Sálvame».

JongIn se detuvo en sus pasos, cuando creyó escuchar una voz al interior de su cabeza. Permaneció inmóvil, haciendo un gesto de negación, hasta que todo permaneció en silencio, solo el sonido de aves nocturnas pululando a lo lejos.

«Sálvame».

Oyó de nuevo, y esta vez estaba seguro que la aterciopelada voz provenía de sus sueños, la había escuchado antes. Se sintió enfermo de inmediato y sus piernas se debilitaron al regresar a su cama. Qué estaba pasando con él, le aterrorizaba perder su mente.

A su mente llegó la visión fugaz de un delgado joven de cabello oscuro que señalaba hacia su par de zapatos desgastados, manteniendo una expresión perdida en sus ojos. Fue tan rápido, que se sintió mareado, y con una angustia creciendo en su pecho. Era el rostro de la persona con la huía en sus sueños.

«¡No lo hagas, es uno de los malditos!».

Con un tono de ultratumba, una segunda voz dentro de su mente, le advertió, provocándole escalofríos.

En un intento desesperado de liberarse de aquellas voces, gritó fuerte hasta quedar disfónico.

—¡Aléjense! -exclamó desesperado hacia la nada.

JongIn suplicaba en medio de sollozos, llevando sus piernas sobre su pecho; sin embargo, las voces seguían perturbando su mente, amenazándolo.

Desesperado, se puso de pie y caminó hacia la pared contraria, a la que empezó a propinarle golpes con su cabeza, hasta que las voces fueron silenciadas, y por esa noche todo había terminado.

Andante || KaiSoo [O.S.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora