Capitulo 1

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GI

Honradez y Justicia

«Se honrado en tus tratos con todo el mundo. Cree en la justicia, pero no en la que emana de los demás, sino en la tuya misma»


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Eran las primeras semanas desde la llegada de la primavera al país. Los días eran más largos y las noches menos frías. Los campos se habían teñido de varios colores y las personas parecían haber renacido con los ánimos encendidos y muy alegres.

Y no fue diferente en la popular villa de "Shimotsuki" sede y hogar de uno de los tres clanes samurái más respetables en todo el país.

Varios individuos se paseaban por las calles perdidos en sus propios pensamientos, mientras que otros se detenían y enérgicos saludaban con apretones de mano a sus conocidos, Los comerciantes vociferaban exponiendo sus productos y los compradores con los ceños fruncidos debatían los precios. Los niños jugaban corriendo de un extremo a otro de las amplias calles con enormes sonrisas dibujadas en sus pequeños y delgados rostros.

Ese día en especial el alboroto y la excitación estremecían cada rincón de la villa, porque la concurrencia de ese gran número de personas era muy inusual a esas horas de la mañana. Los murmullos más los chismes no eran más que la botana que anticipaba el plato fuerte de lo que acontecería en cualquier minuto.

— ¿Ya oíste? Dicen que ahora es un gran guerrero que usa tres espadas. ¡Pero que orgulloso estoy!

—Te lo digo, venció al hombre de las orejas largas y mirada electrizante en un segundo. ¡Yo lo vi!

— ¡Las leyendas dicen que su cabello verde es la legítima señal de que fue escogido por los mismísimos dioses!

La algarabía que se respiraba en el ambiente era contagiosa y agradable en todos los sentidos, pero no era algo que se observara todos los días, puesto que ese día en específico no podía llamárselo uno normal.

— ¡Ya está aquí! ¡El joven amo ya está aquí!

El bullicio fue acallando el momento en que la atención de la gente fue robada por Cobi, un conocido y despistado aprendiz de samurái. El muchacho apareció sobre el horizonte corriendo en medio de la vía mientras abanicaba los brazos y escurría lágrimas a borbotones mostrando todas sus emociones en un gesto de una angustiosa felicidad.

— ¡El joven amo regreso, está aquí! ¡Él y todos los demás!

La gente inconscientemente lo siguió con la mirada quedándose con los cuellos estirados muy atentos al torpe trote y al rastro de polvareda que se levantaba en su rastro y que poco después se desvanecía en el aire.

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