«Sueños»

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—¿Estás seguro de que no quieres una cerveza? —Le pregunté a aquel chico sentado frente a mi.

Éste volvió a negarse, por lo que simplemente preferí darle otro sorbo a la mía y dejarlo en paz con su soda. Nos encontrábamos fuera de mi casa, cada uno reposando sobre una silla y admirando la noche, una gran noche, el clima era frío y la luna brillaba, casi como si todo estuviera preparado para la ocasión. Finalmente, decidí dejar mi botella a un lado y comenzar con la entrevista.

—Todo lo que te estoy a punto de contar es real, me sucedió a mí y posiblemente también pudo ocurrirle a otros. Te advierto que no me importa cuantas cosas quieras agregar u omitir cuando sea la hora de publicar esta historia, solo quiero que no se te olvide resaltar y poner en mayúsculas lo siguiente: "JÁMAS DEBES ABRIR LA PUERTA".

* * *

Todo comenzó cuando estudiaba en la universidad, yo no era el mejor de mi carrera, aunque tampoco era malo. Resaltaba de vez en cuando, pero eso era todo. Era solo un estudiante común, y justo por eso, lo que menos esperas es que te suceda algo más allá de lo normal, de lo que sueles ver todos los días. Más precisamente, tener un sueño de lo más peculiar.

—Puedo acompañarte esta tarde si quieres, Chris —insistía mi novia.

—Tienes mejores cosas que hacer que verme estudiar y jugar videojuegos toda la tarde, Sam —le decía con una sonrisa, intentando ocultar mi falta de dinero debido al retraso del envío de mis padres.

—Chris, sé que tus padres aún no te envían el dinero, pero está bien, no busco a un millonario, solo te busco a ti, a mi lindo tigre —dijo Sam, dándome luego un sorpresivo y tierno beso.

—Y yo solo te quiero a ti, mi hermosa tigresa —respondí, correspondiendo el beso.

—Cuidate mucho Chris, y no te preocupes, que mañana te invitaré a algo yo.

Me despedí de Sam y caminé mientras ella aún me veía desde la puerta. Cuando ya me aleje lo suficiente, poco a poco, volví a entrar en mi mundo de soledad, caminando y viendo todo lo que pasaba a mi alrededor. La mayoría del tiempo tengo esa sensación, de solo ser un observador del mundo, de que mis ojos son algún tipo de televisor por los cuales alguien más observa, y la verdad es que solo existir para ese propósito es muy aburrido, pero desgraciadamente, es lo único que hay, ya que desde hace mucho perdí mis esperanzas y anhelos de que algo extraordinario ocurriese.

Entré a mi departamento, tiré mis cosas y me dirigí al baño para darme una ducha, había sido un largo día y en verdad necesitaba relajarme. Unos minutos después, cuando ya había secado mi pelaje, me puse algo de ropa y calenté uno de los trozos de la pizza que había pedido hace unos cuantos días atrás, ahorrar era algo que debías aprender si querías sobrevivir con padres tan despreocupados como los míos.

Una vez escuché al microondas detenerse, tomé el plato con el trozo de pizza y le propiné un buen mordisco. Aunque estuviera caliente, no podía hacer nada con el sabor, ya que se notaba que no era una pizza recién pedida. Finalmente, dejé el plato a un lado de mi escritorio, encendí mi laptop, y comencé con la extensa jornada de tareas que me tocaba ese día. Cuando terminé los deberes y por fin pude soltar el lápiz, me di cuenta que mi mano derecha estaba llena de grafito, y al mirar la hora, noté que ya era bien entrada la noche. ¡Demonios! No tuve tiempo ni de jugar un rato. No tenía otra opción más que acostarme a dormir, apagué la laptop y me lancé sobre la cama, la cual estaba justo al lado del escritorio. Siempre me ha parecido interesante como nunca te das cuenta cuando ya estás dormido y te encuentras soñando, simplemente cierras los ojos y te encuentras en un lugar desconocido.

Estaba en lo que parecía ser era una casa, o un edificio, quizás fuera alguna construcción subterránea. Tenía las paredes pintadas de un blanco brillante, que le daba un aspecto de recién hecho. Mire hacia arriba y pude admirar el techo, y al hacerlo, me pareció estar en el fondo de una gran torre. Después de todo, las paredes tenían un aspecto curvo y circular, fácilmente podría estar dentro de una ahora mismo. En el fondo de la torre yacía una gran puerta pegada a la pared, digo que podría medir unos seis metros, o hasta incluso más; era de un color grisáceo, parecía hecha de madera y tenía unos extraños símbolos grabados. Parpadeé —o eso me pareció— y pegadas a las paredes había una serie de escaleras que llevaban a los pisos superiores. Observé por un rato mi alrededor, el lugar estaba completamente repleto de diferentes puertas, siendo estas más pequeñas y de un tamaño normal, aunque todas de un mismo color grisáceo, no podías voltear a alguna parte sin encontrarte con una puerta, detrás mío había otra, que era idéntica a la puerta de mi departamento, pero al mirar a la derecha, cerca del final de las escaleras, una puerta de color azul celeste llamó mi atención. Me acerqué a ella sin pensarlo demasiado, empujado por una curiosidad felina. Tenía colgado un pequeño cartel que rezaba:

La Torre Onírica [Furry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora