Una historia para los dos [Concurso Escritores sobre el hielo. Libro de Retos]

Reto 2. Parte 3: Antes de morir, quiero hacerme leyenda a tu lado

¡Llegamos al reto final!

"Make my own history" y "Antes de morir quiero", fusionados en una historia AU... Era, sin dudas, un reto con letras mayúsculas.

Luego de sacar varios temas tentativos, dimos con uno que parecía divertido, y al menos no tan común (creemos). Y es así como, sin siquiera notar que estamos ya en octubre, surgió esta historia, no tan pequeña, pero cargada de muchos sentimientos.

Como alianza binacional, escribir "Antes de morir, quiero hacerme leyenda a tu lado" ha supuesto la maravillosa colaboración, e invaluable cariño de TessLopezLopez hacia temas que no son propios de su país, pero que mientras íbamos desarrollándolos, se notaban similares y tan ricos y especiales como los del país de Zryvanierkic. Escribir con una persona tan talentosa como ella, llena de humildad y sabiduría, es un placer y un honor.

De parte de TessLopezLopez, solo puede decir que se ha cumplido uno de sus máximos sueños, que era escribir con alguien con tanto talento y que es una maravillosa persona como Zryvanierkic. Estar en este reto ha supuesto uno de los máximos esfuerzos y un extra de colaboración, cosa que no podría haber sido posible sin alguien tan responsable y maravilloso como ella. De verdad, gracias Meli, fue un placer y una maravilla trabajar contigo.

En cada uno de los retos asumidos, hemos trabajado como un equipo, así que esperamos que este resultado sea también de su agrado. Nos hemos divertido y emocionado mucho al hacerlo, creando paralelismos entre lo narrado y las historias originales. Esperamos que les guste tanto como a nosotras, o que, en su defecto, se sientan libres de brindarnos sus comentarios para mejorarla.

Sin más por explicar, los dejamos con nuestro nuevo bebé, ¡que comience la leyenda!

Chocolate caliente y panetón. Sí, sin lugar a dudas, eran cosas que usualmente se comían desde un par de meses antes de Navidad, e incluso un par de meses después de esta, junto a todo aquello que quedó de las usualmente deliciosas cenas de Nochebuena. Aunque no precisamente en Japón y Rusia, ya que en esas lejanas naciones no había algo tan exquisito como el panetón, y ellos consumían otro tipo de bebidas.... Lo más importante, claro está, era que ellos podían perfectamente justificar la necesidad de consumir tanto azúcar, grasa y bebidas calientes con el frío glaciar que caía sobre sus países cuando el invierno hacía su majestuosa aparición, con días helados y noches de ventiscas, de aquellas que se prestan a un ambiente de cálido romanticismo.

Pero ahora que se hallaban en Perú, el shock cultural les había golpeado desde su caótica capital. Y es que, si bien es cierto ellos estaban acostumbrados a los climas extremos... Ciertamente, pensaron, Kuntur, Kotaro y todos sus compatriotas peruanos, en general, estaban locos... ¿Quién bebía chocolate caliente con casi treinta grados centígrados de sensación térmica?

En eso pensaba cierto japonés, enfundado en su chompa de lana de alpaca, susurrando su incomprensión bajo el techo de la cocina de la casa familiar del buen Kuntur. Y es que, retados por el padre de este, Jaime, habían huído de Lima a Patí, su ciudad de origen, esperanzados en la promesa de los lugareños de al fin poder disfrutar de aquella bebida sin derretirse en el intento.