Mis lágrimas servirán como cura sanadora para todas tus heridas, mi enojo será el origen de tus dudas y la expresión de mi cansancio se convertirá en la raíz de tu lucha. Que la tierra tiemble. Y si mañana no estoy, estarás vos.
A todo pulmón cantarás los versos que alguna vez yo entoné. Caminarás las calles llueva o truene, con frío o con calor; en el más cálido marzo o en las lúgubres heladas de un agosto matador. Llorarás todos los días por las que ya no se encuentran acá. Te vas a lamentar por sus historias y por todos sus sueños que jamás serán cumplidos. Por las palabras que nunca dijeron, la extinta luz de sus miradas y por sus más grandes anhelos. Vas a formar océanos en tu habitación por todas las mujeres que fueron halladas sin vida; violadas, golpeadas, empaladas, muertas adentro de una bolsa de consorcio o arrojadas vilmente en algún descampado, cual seres carentes de derechos y de valor. Cuando la ira te nuble el juicio y la impotencia más despreciable te invada por completo vas a querer destrozar todo lo que esté a tu alcance, tal como un catastrófico ciclón.
Si mañana no estoy prometeme que tus pasos serán titánicos, capaces de hacer que la tierra tiemble. Que las mareas se levantarán e inundarán las ciudades, trayendo consigo el fulgor de la inminente revolución. Que de sus bocas saldrán palabras con sabor a libertad y la potencia de sus gritos se filtrarán por los huesos de cada persona indiferente, de todos aquellos quienes todavía no nos ven y no nos sienten.
Si la soledad se apodera de vos y el miedo inmoviliza tu cuerpo quiero que sepas que yo sí estoy, en cada marcha y en cada sol. En las sonrisas de alegría pura y en todos los llantos de angustia y dolor. Arraigada en los cimientos, cual semilla que enterraron sin saber que se volvería flor.