Mi musa... mi dulce canción -Oneshot-

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Los acordes fluían de mi mente a los dedos, y de ellos a las cuerdas de la guitarra. Era bien entrada la noche, mi madre y  hermana desde hace un rato se habían ido a dormir a sus camarotes, pero aunque me hubiera acostado, probablemente me habría pasado toda la noche girando como loco en la cama. ¿Cómo podría dormir cuando mi mente se rehusaba a dejar ir la letra y música que nació de aquella tarde?

Por eso ni siquiera me moleste en ir a la cama después de la cena, sino que tomé el estuche de mi guitarra y salí descalzo a la proa del barco. El Sena estaba completamente en calma, la ligera brisa me hizo cosquillas en los pies y la piel de los brazos, apenas cubiertos por la camisa vieja de manga corta que usaba para dormir. Caminé a paso ligero, completamente a gusto con el clima y sin más me acomodé  en una de las sillas de playa que la "capitana" se había empeñado en adquirir en su última visita al famoso "mercado de las pulgas" de Paris.

Cerré los ojos para rememorar la tarde tan esplendida que acababa de pasar. Hace dos días, en este mismo sitio, la dueña de mis pensamientos me había propuesto una salida casual, aunque al principio me sorprendí, cuando  explicó todo, sentí... ¿Esperanza? ¿Decepción? ¿Una oportunidad?

A pesar de mi exterior tranquilo, en ese momento en mi mente y sobre todo, en mi corazón, un tifón atacaba con todo. Marinette...Marinette... Una chica tan pura como tentadora. ¿Acaso no había alma más noble que buscaba la felicidad de otros antes que la suya? ¿Qué otra persona podía tentarme a tal punto de buscar cualquier oportunidad, cualquier pequeña forma de pasar tiempo con ella, de estar para ella, de llegar a ser alguien importante en su vida?

Desde antes de conocerla sabía lo especial que era, pero después de los ensayos, de las invitaciones de Juleka a casa, de los pequeños pretextos que había usado para verla aunque fuera solo unos minutos en la inmensidad del tiempo.... me sentía un ladrón de momentos, rápido, sigilo y bastante egoísta con el pequeño botín que llegaba a robar. Esa chica me había asombrado antes incluso de que supiera algo sobre mí  y ahora estaba seguro, que esto no era un mero enamoramiento o un flechazo, lo cual hacía las cosas un poco más complicadas. No es que tuviera prejuicios con la diferencia de edad, pero...bien, ella era inexperta en muchas cosas, especialmente en temas de amor y probablemente todo lo relacionado con parejas. 

No es que yo tuviera mucha experiencia tampoco, de hecho, apenas si dos o tres chicas de mi edad habían llamado mi atención, pero nada serio, una o dos citas, palabras compartidas, un beso en la comisura de los labios quizás y...eso era todo. Ellas dejaban de interesarse en mi, mientras  me daba cuenta que no estaba ese atractivo inicial que había llamado mi atención. Pero con Marinette esto había sido diferente. 

Desde antes de verla,  ya había ansiado su atención, escuchar su voz, conocer cada pequeño aspecto de ella. Pensé que podía deberse a la emoción inicial, a comparar la imagen que tenía en mi mente de esta héroe sin capa, pero una vez que vi sus hermosos y inocentes ojos azules sentí una conexión, algo invisible que se tejía delicadamente entre nosotros, el inicio de algo que crecería según quisiéramos los dos. Era la primera vez que sentía aquello, por lo que continúe tratando de verla, en cada ocasión sintiendo lo mismo con más y más intensidad. Eso no era algo que pudiera decir que había experimentado antes. 

Esa pequeña chica de 14 años se presentaba día y noche en mi mente, no lo podía evitar, ni quería hacerlo. Porque deseaba abrazarla, protegerla, tocar melodías pensadas solo para ella y confiar en que en algún momento  sería el confidente de todos y cada uno de sus secretos,  y mucho más. Su invitación fue espontanea, tan inesperada que por un momento pensé que estaba soñando.Pero aunque una parte de mi se sintió algo decepcionada porque no era una cita en solitario, otra parte se alegró de que ella me viera como una persona confiable, alguien con quien pasar el rato y brindarle la fortaleza que necesitaba. Porque no había persona más vulnerable que aquella que veía la felicidad del ser amado... junto a alguien más.

Mi dulce canciónWhere stories live. Discover now