La oferta del demonio.

1.6K 54 18
                                    


- estoy sólo- murmuró Sam al borde del llanto.

¿La razón?, su madre murió cuando este tan solo tenía seis meses de nacido en un incendio, su padre murió de un paro cardíaco 22 años después de la muerte de su madre, Jessica, su novia murió en un accidente, y ahora, Dean, su hermano, su única familia, lo único que le quedaba también había muerto.

Fue un accidente, cayó en coma por un año, hasta que ya no pudo más, su pulso se perdió, así como el.

Sam estaba destrozado, no había nadie que pudiera ayudarlo, no tenía amigos, no quería que nadie estuviera cerca, estaba demacrado.

- me quiero morir.

Tenía la idea del suicidio desde que los doctores dijeron que perdieron a Dean, pero nunca había sido tan cobarde como para hacerlo, pero la sola idea de vivir sin su hermano lo mataba.

Sam se levantó del frío suelo de su habitación donde estuvo metido por 4 meses, exactamente el mismo tiempo que Dean llevaba muerto.

Su cuarto era un desastre, por la completa irá destruyó todo lo que había en el, sus libros tenían páginas arrancadas con furia, su cama desarreglada y volteada, sus cosas desparramadas, su ropa tirada, estaba en un completo estado de depresión.

caminó hasta la puerta, giro el pomo y al salir al pasillo entró en la puerta que estaba frente a la suya; la habitación de Dean.

Al entrar vio lo mismo que veía cuando Dean dejaba la puerta abierta, su típica cama a medio arreglar con la excusa de: lo hago cuando vuelvo, sus discos y casets viejos con música que le encantaba, entre back in black de AC/DC y eye of the tiger de survivor.

Los póster de autos clásicos como su Impala 67 negro, revistas, entre ellas porno de bellezas asiáticas, río un poco al recordar cuando Dean tomo su laptop y la googleo en la página de "bellezas asiáticas. Con", ese día se pelearon a golpes y luego de una hora se calmaron y disculparon.

Pero ahora no estaba para pelear, ni para discutir, ni para perdonar; sólo había un gran vacío, un hueco que jamás se llenaría con nada.

Salió de ahí por que los recuerdos de su hermano lo golpeaban como si el fuera un saco de boxeo.

Bajo las escalera hasta la sala de estar donde encontró lo mismo de siempre, el típico sofá que amaba su papá, la televisión donde veía caricaturas con Dean, la mesita de té que según Dean, era el amor de su mamá.

La cocina, donde era el territorio de mamá Dean, cuando cocinaba odiaba que Sam se acercará; también estaba el salón, donde casi no se sentaban a comer.

La casa a simple vista era demasiado grande para uno, pero en su momento se vio muy pequeña para sólo tres.

Sam se lamentaba de que su hermano y sus padres no estuvieran, lo único que rondaba por su mente era la idea de suicidarse.

No quería vivir si tenía que hacerlos sin su familia, era demasiado jodido que la vida se comportará como una mierda con el pobre joven.

Sam sintió sus pies de plomo al acercarse al sofá, tan solo quería terminar con todo eso de una buena vez, al sentarse en el sofá saco de su bolsillo una pequeña navaja suiza, el último regalo de cumpleaños que le dio Dean.

Sin pensarlo dos veces penetró en su brazo derecho con la navaja, hizo un corte recto desde la muñeca hasta el antebrazo, y lo mismo hizo con el izquierdo.

Supernatural. One-shot.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora