La historia tuya y mía la guardo aún caliente en el corazón y a veces, sin ser mi intención, evoca dentro del espacio en mi memoria atestándola de imágenes que le conciernen al pasado. Al principio deseaba con fervor padecer amnesia y perder todos los recuerdos que te involucran, no recordar ni tu nombre, no recordar tu gesto fruncido, ni tus palabras toscas cuando el alcohol ascendía a tu cabeza, cuando discutíamos, los celos, olvidar todo, de principio a fin, pero luego pensé que entonces también olvidaría tu sonrisa, el destello de tus ojos cuando el sol les golpeaba, tu mano enredándose en la mía y tu tacto buscando mi roce de forma inconsciente aun cuando había miradas sobre nosotras, olvidaría la sensación de mi cuerpo reaccionando a tu toque y el salvajismo de mi corazón cuando escuchaba tu voz, también olvidaría tu figura apareciendo delante de la puerta de mi habitación de hotel, a las tres de mañana, cuando todos dormían y perdería las memorias de cada uno de esos encuentros, las risas, las que intentábamos con ímpetu retener para que nadie las oyera a esa hora; sí, olvidaría lo nocivo, pero también lo bonito y luego pensé : mejor no, mejor no quiero olvidarte.
Ya no lloro cuando me atestan las memorias, no, sino que una sonrisa inconsciente se asoma en mis labios porque ahora te recuerdo como lo más bonito que ciñó a mi vida y mis días nunca brillaron tanto como cuando estabas en ellos. Hace tiempo me rendí, no tiene caso intentar borrar tus huellas, ni el sabor del whisky en mis labios cuando me besaste aquellas últimas veces, es un derroche de energía; no puedo olvidarte y tampoco quiero hacerlo, ya no quiero... porque fue hermoso, fue dulce y nocivo, pero dulce, y no sé si pueda volver a saborear algo así al lado de alguien más, tampoco creo que realmente quiera iniciar otro fuego con alguien más, creo que lo nuestro fue único y no se repetirá en otros brazos, pero he depositado mi fe en el tiempo, ese que todo lo borra, que todo lo cura, mientras tanto llevo conmigo tu recuerdo, cosido a mi alma, congelado en el tiempo, pero existe un problema, y es que mis recuerdos ya no son tan nítidos como solían serlo, no sé por qué, no lo entiendo, sé que solía recordarlo todo con lujo de detalle y tonos radiantes, pero ahora mis recuerdos perdieron el color, no sé si sea bueno o malo, pero ahora están en blanco y negro.
Debo confesar que a veces me subyugan los deseos de verte, de hablarte, de escuchar tu voz relatando sobre tu presente, del rumbo de tu vida después de mí, pero he batallado con todos mis energías contra el impulso, aunque he estado tan próxima de ceder y llamarte, incluso borré todo rastro de tu número de teléfono, como si eso evitara que mordiera la tentación, ¡ha! Algo absurdo, pues lo memoricé, lo memoricé como a los lunares en tu cuerpo.
Al menos aún tengo los sueños en los que te apareces, no es mi culpa, prometo que no hago nada para soñar contigo, llanamente te cuelas en mi subconsciente donde soy más vulnerable y cuando eso ocurre deseo tanto que no me despierten. No sé por qué sueño con la Lauren del pasado si ya no he visto rastro de ella en ti, supongo que porque la extraño, extraño a mi amiga de aquel entonces.
Confieso que a veces, todavía, alimento a nuestra historia con esperanza, pues nuestras promesas aún arden avivadas en cada nuevo día despertando entre las colinas y tendrán que transcurrir muchos días antes de que por fin se apaguen, mientras tanto, desgasto mi corazón con la ilusión de que un día todo sea diferente y pueda volver a contemplar tu mano unida a la mía, aunque en días grises me embarga un pensamiento disímil y pienso que esa rosa ya se marchitó y que lo que muere no vuelve, que no habrá más un "tú y yo". Pero estoy bien, lo prometo, me siento extrañamente feliz, creo que ya sané, creo que mis heridas ya cicatrizaron.
Y otra vez, están son palabras que nunca te diré y se marchitaran dentro de mí porque las retendré prisioneras, creo que incluso me escoltarán a la tumba.
Este lugar en el que estoy de paso para uno de mis conciertos me despierta recuerdos empolvados dentro de la caja de mis reminiscencias, a veces dulces, a veces agrios, y me gustaría rebasar las fronteras delimitadas por mi habitación de hotel y escapar para ir a recalcar los pasos que dimos aquel día que ella quiso arreglar lo roto, creo que quería darnos otra oportunidad, pero no lo hizo, y hasta día de hoy no sé por qué no lo hizo. Pero claro, no puedo huir por la ciudad sola, no ahora que mi nombre hace eco en donde quiera que esté, son raras las ocasiones en donde puedo pasar desapercibida, aunque todavía no estoy exenta de privacidad y la poca que poseo la atesoro con fervor.