Los escombros de una cuidad de diamante || SORAMAFU

Los escombros de una cuidad de diamante

Me han pedido una y otra vez que olvide aquella noche de verano. Me dijeron que no era mi culpa. Me rogaron que no llore. Pero, mientras absolutamente todo se derrumaba ante mis ojos, poco a poco el escenario se teñía de negro. Las flores se cerraron cuando el sol desapareció. Los animales escaparon cuando el agua se secó.

Hasta que un día apareciste tú.
Tu esplendor, tu belleza, me regalaron fuerzas, tomaron mis manos con vendas y me levantaron del suelo. Los recuerdos ahora están borrosos en mi cabeza, pero algo me hace aferrarme a ti desde hace mucho tiempo, me pregunto cuánto fue ya. Así que ahora, entre el dolor y la tempestad, el vacío y el sufrimiento, hasta el desdén con el que mis ojos miran al espejo, ¿Puedo permanecer a tu lado?

Aún si el vidrio se rompe o si enajeno mi alma a manos con garras y destrozan mi corazón; si las plantas se secan, e incluso si las brujas carcajean mientras se acercan con sus tijeras al hilo de mi destino quebrantado, ¿Me permitirías recordar tu sonrisa?

Cuando desaparezca, nadie dirá algo como "extraño tu presencia". No habrá palabras, no habrá dolor, ni siquiera las más efímeras lágrimas pensarán en el suicidio, tristes, desde el balcón de sus ojos. Estaba seguro de ello. Era certero, al menos para mí.
Lo era.

¿Qué sucedió?
¿Realmente las cosas han cambiado?
¿Por qué este vacío no desparece?

El cristal sorportado por un gran marco dorado sobre la pared se rompe, cae en pedazos al suelo y rozan la piel. El líquido rojo serpentea por cada curva y tiñe un destino perforado. Lava la paz y se lleva lejos, corrompe, se adueña de ella y la usurpa de tal manera que acaba con su vida.

Tapizado en diarios, arriba apoyé un vaso con agua. Pero la tierra tembló. El líquido desbordó, cayó y pudrió el algarrobo porque nadie lo cuidó. Yo tampoco lo hice.

Otra vez presencio la misma escena.

Es mi culpa, siempre lo ha sido.