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Miro a su alrededor con la respiración agitada, no podía verlo, aunque escuchaba sus pasos, ¿Por qué no podía verlo?

Eso no la calmaba, la inquietaba más, sentía su estómago darse vueltas haciéndola querer vomitar, odiaba sentirse así, la tierra en el piso se sentía fría bajo sus dedos.

Dió un paso hacia adelante, soltó un suspiro nervioso dando otro paso, uno tras otro hasta que volvió una caminata constante que sin darse cuenta, estaba corriendo otra vez. Su respiración agitada, el palpitar de su corazón era lo único que escuchaba, cuando lo escucho correr, sintió su vista nublarse por las lágrimas que se acumulaban en sus ojos.

— Por favor....por favor. — Susurro con la voz quebrada, apenas se escuchaba sobre un susurro.

Sentía sus piernas queriendo seder al cansancio, no comía bien, no dormía bien ¿Por qué pensó que correr sería bueno? ¿Por qué...?

Antes que sus pensamientos pudieran articularse, sintió su pie etraparse entre unas ramas, lo que estaba frente suyo empezó a caerse hasta que sintió el golpe en su cuerpo, soltó un quejido. Quería levantarse, sentía su respiración acelerarse, el pánico se apoderaba de ella mientras su cuerpo no parecía querer reaccionar.

— Por favor... — Susurro con la voz temblorosa mientras intentaba arrastrase, enterró sus dedos en la tierra, intentando caminar mientras su rostro manchado por las lágrimas y tierra hacían pequeñas manchas de lodo.

— ¿Por favor? — una voz ronca se escuchó tras suyo haciendo que que su cuerpo se estremeciera sintiendo las manos calidas sobre sus piernas adoloridas. — Mira nada más el desastre que hiciste contigo. — Susurro apretando sus piernas.

Soltó un quejido de dolor, sus sollozó se hicieron más evidentes, apenas podía enfocar delante suyo. Cuando jalo de su pierna hacia atrassolto un grito. — Yo...por favor. — suplico cuando la hizo voltearse de forma brusca, la tomo por las mejillas.

— ¿Que acaso no sabes decir otra frase? — dijo entre dientes apretando sus mejillas. Sus ojos cristalinos por las lágrimas, pequeños quejidos de dolor salían por sus labios. — Eres tan inútil y débil. — susurro entre dientes con odio.

— No me lastimes. — apenas pudo articular mirándolo, sintió miedo cuando lo vio sonreír.

— Yo no necesito lastimarte. — el agarre en sus mejillas se hizo más suave pero no la soltó. — Tu sola te lastimas, por eso tengo que cuidarte.

— Tom. — aunque intento hablar este la soltó haciendo que su cabeza golpeara apenas con el sueño bajo de ella.

— Nos vamos a casa. — se enderezó y la tomo del brazo con brusquedad, haciéndola pararse de golpe. — Y no quiero escucharte decir por favor otra vez, me tienes harto, pareces un loro. Hartas.

Se mordió el labio inferior que temblaba mientras la cia caminar, camino, al menos eso intento mientras sus piernas más que caminar, se arrastraban, le dolían, probablemente por correr descansa en el bosque pero no quería decir nada.

— Cuando lleguemos a casa te cuidare las heridas. — la miro unos segundos, sus cuencas vacías no parecían expresar nada, para ella jamás expresaron nada, ¿Si quiera podría? No lo sabe.  — Así que deja que lo haga. — Finalizó mirando hacie enfrente otra vez.

Por favor. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora