CAPÍTULO 1 Marzo de 2019

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El intenso golpeteo de la lluvia que se había mantenido durante todo el día, ya parecía una dulce melodía que la acompañaba mientras acomodaba los libros en las estanterías de la tienda. Como era de esperarse y por el fuerte temporal que caía sobre la ciudad, ese martes pocos clientes se habían asomado por ahí. A ratos veía que se juntaban algunos estudiantes cerca de la vitrina,quienes se refugiaban un instante cuando el cielo parecía estar lanzado el agua con baldes y ni los paraguas resistían, ya que aunque cubrieran un poco la parte superior del cuerpo, el viento que no daba tregua se encargaba de empapar a los jóvenes transeúntes. Por lo mismo no era de extrañar que a esa altura del día #tropiconce fuese tendencia en las redes sociales, ya que a pesar de ser marzo, llovía como si fuese pleno invierno.

Laura trabajaba en la librería "Qué cuento", del Barrio Universitario de la ciudad, instalada frente a la plaza a las afueras de la Universidad. Ese espacio al aire libre, era el punto de encuentro de la mayoría de los jóvenes universitarios, quienes acostumbran a reunirse a diario en torno a vendedores callejeros,artistas y tribus urbanas. Al poco andar, los transeúntes podían distraerse con diversos panoramas, en los restaurantes que abundan en el sector con variados menús, bares que funcionan hasta la madrugada, cafés y tiendas de todo tipo. Casi nunca las calles de ese sector se observan desoladas, excepto los domingos,donde pocos locales estaban abiertos al público. A Laura le gustaba a veces simplemente caminar por aquellas hermosas calles, sobre todo en otoño, donde las tonalidades de las hojas de los árboles de la avenida, le proporcionan una sensación de calma y podía perderse un rato entre el gentío.

Laura observó su trabajo satisfecha, había logrado acomodar de manera destacada las nuevas joyitas que habían llegado a la librería. Pudo sacar buenas fotos para subirlas a la página web que mantenían siempre actualizada para que sus clientes estuviesen al tanto de las ofertas y de las nuevas adquisiciones. Estaba agradecida de la lluvia que la había dejado avanzar sin tantas interrupciones, además normalmente no trabajaba hasta tan tarde, pero ese día su compañera le había solicitado cubrir su turno. Lo bueno de aquella petición era que mañana tendría libre, y los clientes encontrarían una tienda renovada para ellos.

La campanilla de la puerta la alertó, por lo que se bajó rápidamente de la escalera para dirigirse a recibir al cliente. Avanzó unos pasos hasta que divisó aquella silueta que reconocería a metros de distancia y entre una gran multitud, el sujeto venía concentrado en cerrar el paraguas y dejarlo en la entrada para así no mojar el lugar. Tomó su sombrero de cuero y lo colgó en el perchero.

-Hola, ¡bienvenido!, ¿En qué le puedo ayudar?- se apresuró a decir Laura antes de que el sujeto le mirara.

-Hola, vengo...- sus ojos se abrieron más de lo normal- ¡Hola! -volvió a repetir mientras una sonrisa amable se desplegaba en su rostro- Laurita ¡qué sorpresa verte!.

-Lo mismo digo Bernardo- se acomodó detrás del mostrador.

-No sabía que trabajabas aquí, vengo todo el tiempo a la tienda y no te había visto.- Laura quería descifrar su expresión de sorpresa, sería una agradable o una mala, era muy difícil de leer o por lo menos en el pasado ella se había equivocado bastante al interpretar sus reacciones.

-Hace varios meses que estoy en la librería, fue un cambio brusco,pero necesario- se sonrojó- supongo que como trabajo en el turno de la mañana no me has visto, no eres de los que madruga- se encogió de hombros arrepentida por hablar de más. Recordar ese tipo de detalles  no es muy normal.

-Es la verdad, mi día no comienza muy temprano- Bernardo le regaló uno de sus guiños, en principio Laura pensaba que lo hacía para coquetearle, con el tiempo comprendió que se los regalaba a la mayoría- La última vez que fui a la agencia de publicidad no estabas, pero no pensé que habías dejado de trabajar ahí. Debo decir que te eche de menos, tu compañero que me atendió no mostró el mismo interés que tú a mis extraños proyectos- Laura analizó aquellas palabras, había notado lo mucho que la extrañaba,por eso no hizo ningún esfuerzo en contactarla, además, ni siquiera debía esforzarse para eso, él tenía su número de celular y correo de contacto personal, perfectamente podría haberse comunicado con ella si así lo hubiese querido.

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⏰ Última actualización: Oct 22, 2018 ⏰

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