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— Quítatelo.

Sonríe al oírlo y sin quitarle la mirada de encima, Minho decide complacer su petición ya que sería la última vez que tendrían ese tipo de encuentros y claro, quería dejarlo con un buen sabor de boca. (En todos los sentidos)

Desabrocha su pantalón de manera lenta — solamente porque sabía que el otro estaba demasiado ansioso por empezar y el que actuara así solo lo tentaba aún más— y ni siquiera llega a bajarlos por completo cuando Taemin ya se encontraba de rodillas frente a él, con sus manos sobre aquellos muslos marcados de tanto hacer ejercicio y de manera traviesa le mira desde abajo. Su deseo es tanto que incluso en una mirada, el moreno pudo ver lo caliente que se encontraba.

Taemin le guiña el ojo y luego procede a lamer con la apunta de su lengua el glande del mayor mientras con una de sus manos le toma por la base y le acaricia. Lo hace tan bien que Minho no lo puede evitar y termina soltando un jadeo en voz baja, afirmando sus manos al lavabo del cual se estaba sujetando.

El otro sonríe al escucharlo y lo continúa lamiendo, pasando su lengua desde sus testículos hasta el glande una y otra vez hasta que finalmente decide probarlo y le engulle completamente porque no era la primera ocasión que hacían algo así y ya casi se consideraba un experto en realizar sexo oral.

— Mierda, Taemin.

El mencionado sonríe, sintiendo sus pantalones aún más ajustados debido a su erección pero aún así le lame provocando un sonido de succión al sacarlo de su boca y Minho le recuerda con un gesto que debería de guardar silencio, por lo que el menor se pone de pie y con una de sus manos envuelve el miembro ajeno y le masturba mientras se acerca a su oído a susurrarle.

— ¿De verdad vas a dejar atrás todo esto, daddy?

Sí.
No.
Tal vez.

— Cállate. —Le dice con un tono burlón, colocando la manos sobre el trasero adverso y le aprieta con fuerza, provocando que éste soltara un gemido contra su oído y mierda, eso le calentó aún más.

Con una fuerza salida de la nada, Minho empujó aquel delgado cuerpo contra el lavavo y presionó su pelvis contra aquel trasero que ya conocía mientras que con una de sus manos le sujetó por el cuello e hizo que se mirara al espejo que tenían enfrente.

— Ya sé que mueres porque te la meta. —Le susurró y Taemin asintió varias veces sin pena alguna porque no había necesidad de negar lo obvio. No cuando era algo que llevaban haciendo desde hacía años.

El menor empuja su cadera hacia atrás para poder sentirle contra su trasero y sonríe al mirarle a través del espejo porque aún en aquella situación, no podía creer lo jodidamente bien que se veía Minho y más con aquel traje negro que llevaba puesto.

El moreno de igual manera sonríe y lame el lóbulo de su oreja mientras que con sus manos comienza a bajar los pantalones adversos lo suficiente para dejar a la vista aquello que necesitaba en ese momento.
Introduce sin permiso dos de sus dedos dentro de aquella estrecha cavidad y no escucha ninguna queja porque simples dedos no era nada comparado con lo que le esperaba.
Aún así, Minho los mueve de manera circular en su interior y Taemin cierra los ojos porque le quería YA adentro.
Quería ser suyo y de nadie más. Quería que se la metiera con toda su fuerza y lo marcara como siempre solía hacer. Quería gritar de placer hasta quedarse afónico. Quería todo. Quería que Choi Minho lo follara a su antojo.

— Hazme tuyo, papi.

Le dice con un hilo de voz, ofreciéndole su trasero de la manera más explícita posible y Minho siente que se volverá loco porque solamente aquel chico podía ponerlo así de duro en tan poco tiempo. Sabía que estaba mal. Sabía que no debía de estar haciendo nada de aquello y menos justo ese día. Pero al final la tentación siempre le terminaba dominando y acababa teniendo sexo con él en la recámara, en el suelo, en la cocina, en el comedor, en el auto, incluso en un probador de un centro comercial. Y ahora, en un incómodo baño que ni siquiera era de su casa.

— No hagas ruido.

Le dice y Taemin no alcanza a responder cuando de una sola embestida es llenado por completo y aprieta con fuerza los labios para evitar gemir.
Pero con Minho era imposible no hacerlo.
Sus manos ahora son las que se aferran al lavabo, sintiendo los largos dedos ajenos en su cintura, apretandole cada vez que salía y volvía a entrar de su cuerpo.

Se mira al espejo y se siente sucio, se siente impuro.
Pero le gusta y lo disfruta.

Echa su cabeza hacia atrás para apoyarla contra el hombro del más alto y con los labios entreabiertos deja escapar pequeños jadeos de puro placer, ignorando por completo los pasos que ahora se escuchaban por el pasillo, detrás de la puerta porque nada los podía interrumpir y menos ahora que lo tenía dentro de su trasero.

— Más fuerte, más, por favor. Más. —Susurra con la voz entrecortada y gira un poco su rostro para intentar besarlo pero solo alcanza a rozar su quijada porque apenas termina de hablar, nuevamente su petición se  cumple y termina echando la cabeza hacia abajo porque las embestidas eran tan intensas que sentía que sus piernas terminarían cediendo y caería al piso.

Mierda, se sentía tan pero tan bien.

Los cuerpos de ambos chocan, se unen, todo una y otra vez, más y más duro. No saben cómo, pero los gemidos que salen de sus bocas son tan bajos que solamente los escuchan ellos dos dentro de aquel pequeño cuarto de baño.
Sin embargo, estando a punto de llegar al clímax, escuchan unos golpes en la puerta y Taemin se asusta y deja de moverse pero Minho aún así continúa y en cambio, le pone una mano en la boca. Se miran por el espejo y le pide que guarde silencio de una manera tan sensual que por un momento el menor pensó que se encontraba en el cielo.

— Minho, ¿Estás ahí? Ya casi es hora.

Dice la voz del otro lado de la puerta y Minho antes de responder suelta una leve risa porque aquella situación por un momento le causó demasiada gracia.

— Sí, mi traje se ensució y estoy tratando de quitar la mancha. Taemin me está ayudando porque es muy bueno en esto.

Dice esto último, mirando por el espejo a Taemin que tenía los ojos cerrados debido al placer y se lame los labios porque el que estuviera así lo hacía ver mucho más exquisito de lo que ya era.

— Está bien, estaremos afuera.

Escucha seguido de unos pasos alejándose y cuando están lo suficientemente lejos, finalmente aparta la mano de la boca adversa y le sonríe, volviéndolo a tomar por la cintura para hacer ahora sus movimientos más salvajes.

Taemin quiere gritar al momento de llegar al clímax pero se traga las ganas y arquea su espalda de manera notoria debido a los efectos del orgasmo. Y cuando piensan que todo acabó, siente cómo su cuerpo es girado bruscamente para luego ser besado en los labios con la misma energía que el principio.

Ambas bocas se saborean, se disfrutan, se comen. Sus lenguas se enredan y juegan entre sí en un beso demasiado húmedo hasta que de pronto la necesidad de oxígeno los hizo separarse.

Se miraron a los ojos, sonriendo extasiados, sin ningún sentimiento de culpa y al final soltaron una carcajada porque no podían creer que de verdad lo hubieran hecho.

— ¿No es tarde? —Cuestiona Taemin, acomodándose sus pantalones y observando cómo el mayor tiraba el condón usado a la basura, sin siquiera preocuparse de que alguien lo llegara a ver. Tan descarado.

Pero aún así le gustaba.

— No, aún nos quedan diez minutos. —Responde el mayor de los dos, terminando de acomodar su ropa y asegurándose de que su traje se viera igual de limpio que cuando se lo puso.

Estando ambos listos, se vuelven a acercar y se besan esta vez un poco más tranquilo y al separarse Taemin ríe.

Salen del cuarto de baño como si nada hubiera pasado y caminan por el pasillo hasta llegar al patio donde se llevaría a cabo la boda.

Taemin al ser el padrino se coloca unos pasos detrás de Minho y cuando ve a la chica con la que el alto se va a casar, nuevamente ríe porque era tan ingenua.

Porque luego de dos años, nunca había sospechado de sus encuentros sexuales con su prometido.
Porque sabía que aquel matrimonio arreglado no duraría.
Y porque sabía que a pesar de estar casado, Minho volvería a él como siempre lo hacía.

Volverían a tener sexo frente a sus narices y ella nunca se daría cuenta.

Porque Minho era solo suyo y nadie se lo quitaría jamás.

— ¡Felicidades a los esposos!

Mío Donde viven las historias. Descúbrelo ahora