Era la noche lúgubre del 3 de noviembre, sentado en mi regazo estaba Samuel, el gato que tenía ya hace 10 años, hoy por hoy está en un estado pálido de depresión, en ese estado donde el alma se paraliza, los dedos se congelan y el corazón deja de respirar, el dejo de existir para subsistir por la eternidad, el dejo sus huellas en la arena y el aroma de su camino en mi habitación, hoy por hoy siento su pelaje suave a tercio pelo que todos los días peinaba y arrullaba en su pequeño cantar, hoy hace diez años conocí en amor más grande, el calor de mis calores, el colmo de mis alegrías y la causa de mis lágrimas que para nada han sido perdidas, esta historia comienza en una de las calles de nunca jamás, un lugar lejano, pero que está encima de ti, eran las 6 de la tarde en esa oscura calle, un 16 de octubre de hace 10 año, camine sin rumbo aparente por las calles, estas llenas de luces y sonrisas, llegas de calabazas y tiendas que vendían disfraces con el fin de llevar la monotonía a sus casas, esa noche de octubre a tres cuadas y media de mi casa, empezó una fuerte tormenta, no tenía sombrilla y aparentemente tampoco tenía un afán inminente, pero las gotas que recorrían mi rostro me hacían efímero y eterno, aunque nadie pensara en mi o me diera existencia, yo me sentía un poco vivo por dentro, seguí caminando a suspiros lentos y con la suela encima de mis sueños, de repente corte el paso con preocupación, pues parecía venir alguien cerca de mí a mis espaldas, con la colilla del ojo fui suspicaz y veloz, no había nadie, mire al otro lado pero tampoco, lo único que rondaba eran las lágrimas del cielo y el aroma a dulce y caires que se aproximaba lento, asi que me decidí a caminar de nuevo, pero tenía algo en el pie, una roca pensé, pero era un pequeña bola mojada de pelo, parecía un hámster cuando lo tome, tenía frio y mi corazón en ese momento vivo me dijo que lo tomara como mío, a tres pasos de la puerta sentí una pequeña palpitación en el hombro, pues ahí tenía a la bola de pelos mojada, la tenía cubierta con mi mano, al sentir sus palpitaciones bajar y subir, por el frio o por lo que sea que estuviera pasando en ese momento, yo solo, me perdí un infinito de segundos que al contarlos, ya se convertían en algo más que ternura y buena compañía, suspire profundo y seguí a mi habitación, lo seque con la toalla que tenía en el baño, ahora la bola de pelos era un gato, con un pelo gris y ojos claros, fui a mi cocina a preparar algo para que comiera el pobre gato, busque, tenía orejuelas, tomate, huevos, salmón, pasa y otros cereales, puse leche en el suelo en una pequeña taza, le coloque pedazos de salmón en otro y el gato como arte de magia o inercia, se acercó lentamente, me alzo su mirada y como si lo estuviera esperando por años, corrió a comer, pero no tomo ni un sorbo de leche, la bola de pelos se comió todo el salmón y pedía más, no sabía si quedármelo o no, rondo por la habitación un rato, me dispuse a sentarme y saber que haría, tenía 19 para aquel entonces, no tenía relación con ninguna persona externa, era muy cerrado a todos y a todo, pero de alguna forma ese día de lluvia, con las cortinas medio llenas de alegría, con el sol escondido detrás de los sueños, con las montañas elevándose al par de los cielos y yo, sentado en un sillón viejo, viendo un gato del tamaño de la palma de mi pie izquierdo, decidiendo si esto era correcto, era un animal indefenso, con las uñas largas y mal pintadas, era una bola de pelos cariñosa que le temía a quedarse quieto, demonios!!!, era igual a mí, con los zapatos en el suelo, con las estrellas lejos del universo, con los sueños por el suelo y con un ser concientes de estar despierto, con dos o cuatro patas pero quizás con lo mismo que busca toda vida en concreto, amor, ese amor de bueno, que es el que pasa veladas sin recelo, que pasa noches enteras hablando asi sea en idiomas extranjeros, el amor más fino y puro, el amor sincero y concreto, el que no se va por cualquier concepto o mayéutica de lo inseguro, el que piensa contigo y te hace pensar en lo absurdo, el que con monerías y no solo tonterías te pinta un universo paralelo, el que con la mano o la pata te toma de por vida, el que nunca se olvida la hora de llegada y salida, el que toma el autobús contigo y si es necesario te defiende a tres arañazos y medio, a cuatro golpes y un tercio, al que corre sin descanso hacia ti, al que se duerme en tu regaño, al que llora tus decepciones y canta tus alegrías, al que te distrae con búsqueda de una mejor vida, entonces, era igual a mí, el buscaba los mismo que yo, él me tenía a mí y yo a él, no éramos perfectos, él tenía sus defectos, pero era una pequeña criatura de invierno, conforme pasaron los días yo solo tenía salmón para ofrecer, él se lo comía con gusto y agradecía rascando su cabeza contra mi pierna, no tenía nombre más que bola de pelos, recordé que comía salmón a diario y en mi pensar obsoleto le puse salomón, pero sonaba a nombre de señor, asi que le coloque Samuel, con un tono más de cariño
Que me estaba pasando, era 22 de diciembre, el gato crecía conforme el tiempo, Samuel se volvía más fuerte, su pelo gris ya era de porcelana y de un brillo impetuoso, sus ojos brillaban al mirarme y yo solo pasaba tiempo con él, hice cosas que nunca había hecho, cada mes le regalaba cosas nuevas para que jugara mientras no estaba, salíamos de campamento y no necesitaba correa o algún ligamento, el sabia quien era yo en todo momento, el organizaba mis cuadernos en el suelo y le gustaba escribir en veros, saltaba en mis sabanas y le gustaba jugar a rediseñarlas, jugaba a las escondidas y me molestaba en los momentos más tensos, se subía a mi espalda y jugábamos al capitán y su espada, le gustaba cantar a media mañana y una que otra vez durante todo el alba, se hacía amigo de los pájaros, de los peces y de los ratones, le gustaba ir de fiesta, le gustaba leer y se comía todos los libros que podía, le gustaba salir de casa y volver al medio día del quinto de ida, ese era Samuel, un gato activo, juguetón, amigable, inteligente y guapetón, pasaron 9 años y 6 meses a su lado, nada podía ir mejor, todos los días jugábamos y él era parte de mi vida, como yo parte de su vida, salía de trabajar e iba a ver a mi pequeña bola de pelos, entre con un nuevo juguete que arme yo con mucho esfuerzo para que el disfrutara en saber que tenía dentro, toque a la puerta y como cada día el saltaba en la puerta y se trepaba de ella, pero ese día algo raro estaba sucediendo, quizás se fue a dar un paseo o solo está tomando aire fresco, para mi sorpresa estaba tendido en mi cama durmiendo, asi que no hice ruido y me fui a preparar el alimento, pero llegue a las 6 y cuarto de esa noche de abril, ya eran las 11 de la misma noche y Samuel, mi bola de pelos, no salía por ningún lado, asi que fui verlo, abrí la puerta con recelo pues quería ver si estaba despierto, poco a poco entre y vi su cuerpo en la misma posición de enredo, me asome a él, aun respiraba aunque note el esfuerzo, lo lleve donde el paramédico, dure tres días en aquel infierno, pero no teñí respuesta de ningún centro médico, asi que me asome por la ventana de aquel día, que ya ni recuerdo, me arme de valor, tome mis ahorros y me lo lleve al extranjero, se demoraron un mes y medio en darme alguna respuesta que podría creer cierta, pensé que la bola de pelos estaría bien, me dieron un poco de medicamentos, me lo lleve a casa y llegamos contentos, el caminaba pero aun asi ya estaba un poco viejo, se acostó en su cama pero lo lleve a la mía, le rasque su panza y se quedó dormido reposando su cabeza en mi regazo, lo tuve asi quizás un par de meses o días, pero se pasaron volando, cada instante de mi vida yo creía que el amor seria eterno, pero nos olvidamos de una pequeña línea, nos olvidamos de dejar volar, de querer a distancia asi sea la más lejana, nos olvidamos de otorgar, de algún día abrazar, nos olvidamos de toso y el tiempo no se olvida de nosotros, ese mismo día, cumplíamos 10 años juntos, el caminaba lento, yo tenía mi corazón en medio de los huesos, él tenía el suyo listo para irse de este desierto, me arrepiento de que no seas eterno, lo dije desde mis adentros, él se me acerco y lo levante en mi asiento lo recosté en mi regazo esperando a que el diera su último aliento, solté una, dos o quizás mil lagrimas que recorrían mi tristeza, comencé a recordar cada momento feliz que pase a su lado, su cuerpo se tornaba frio pero yo lo sentía bien adentro, aún vivo, pues era mi bolita de pelos y yo su dueño.
Fin.
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TEN YEARS
RomanceSolo para amantes de los gatos, que aman y adoran a su pequeño hij@, les va esta pequeña historia