Se fueron cerrando lentamente los parpados
en solemne y feliz caída se juntaron
repliegues sobre la piel del ojo marcaban
La profundidad del dolor deseado
Ya no había distancia en la mirada
La luz se revirtió sobre recuerdos
Sobre el tic tac del tiempo de la espera
...Y broto como una flor el cristal pulido de una gota
Conoció la luz y la infinitud
Y la fuerza del destino la llamo
Bajo lenta y tímida sobre la piel
Y en su descenso bien sabía que no volvería
Con un trémulo vibrar bajaba
Con rumbo a lo desconocido
Hacia tierras lejanas y sombrías, pletóricas de exudación en la distancia
De gotas ancestrales que allí la aguardan
Al fin el tiempo
Ese lento descender del parpado
Aquel dolor anhelado consumió todos los segundos del tiempo
Lo absorbió
Y aquel ojo se apretó en su eternidad
Ese era el pasado, solo eso
El presente era una luctuosa descendencia preñada de las incógnitas de la existencia
Inexorable
Conducente al lejano y sobrio mausoleo
Luego
Postrimería, eternidad
E irreverente olvido
Olvido, olvido, olvido hueco y abismal
Aciago destino de aquella gota
Que devora el dilatado surco del camino
No hay regreso
No existe el ayer
Volutas fuliginosas vienen detrás borrando el surco
Se han disgregado en el recuerdo aquellos parpados
Se han cerrado
La gota ha llegado al mausoleo
Y recuerda haber nacido del dolor de un parto
Cuando se cerraron en feliz tormento
Aquellos cansados parpados.
Es el fin
Y es el principio
El tiempo siempre sediento de vida se ha bebido la gota
La madre con mirada acuosa observa
Por vez primera
Al Hijo.