Bi-po-la-ri-dad.

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Sí, leyeron bien, bipolaridad. Eso sufre mi mamá.

Un día podemos estar súper bien y reír a carcajadas y todo, pero con una sola cosa que la cague ella viene y me dice: "¡Ay Brenda! Ya no se puede estar de buenas contigo ni por un ratito" y es como de "¿qué pedo?". Les juro que es súper raro, y tras unos minutos, está de nuevo de buenas conmigo.

En muchas ocasiones esto me pasa, neta. Luego estoy en mi celular y me llama la atención y cuando volteo para preguntarle que qué onda, ¡me ignora! Y entonces vuelvo a mi celular y me regaña. Mamá, sin ofender pero,
¿QUÉ PEDO?

Ay no, en verdad, ocupo chingos de paciencia. Sobre todo porque soy exactamente igual. ¿Nunca han oído aquella frase de que te conviertes en lo que menos quieres? Pues, la neta, es verdad. Jamás pensé en ser como mi mamá y estando más joven odiaba la simple idea de que la gente me comparara con ella, y ahora, Dios mío, sólo me queda aceptarlo.

Conclusión:
Llevar a mi mamá a un psicólogo si no quiero acabar muerta.

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⏰ Última actualización: Oct 23, 2018 ⏰

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