O3

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Al escuchar esas palabras el miedo me invadió por completo, decidí darle el brazo, no quería experimentar lo que me haría si se enfadase aún más.

Después de llenar el tubo y guardarlo de nuevo en el bolsillo, agarró mi muñeca y me sacó de la habitación.

ㅡ ¿A...dónde vamos? ㅡ Pregunté observando el lugar; un inmenso y frío pasillo de color blanco se extendía hacia lo que parecía el infinito, haciéndome sentir cansada solo de pensar que debía andar tanto.

ㅡ Cállate y anda.ㅡ Resopló el individuo.

ㅡ ¿Estamos en un hospital?ㅡ Pregunté minutos después.

ㅡ No.ㅡ Respondió seco. ¿Este chico no sabía decir otra cosa que no fueran frases cortas?

ㅡ Entonces, ¿dónde estamos?ㅡ Volví a preguntar, realmente quería respuestas.

ㅡ Estamos en el distrito nueve, y ya, callate.ㅡ Bufó volviendo a tirar de mi.

Después de caminar por unos cuantos pasillos más, llegamos a lo que parecía un laboratorio.

El chico, con la cabeza, señaló un taburete de metal, dándome a entender que debía sentarme allí. Yo, tras soltar un suspiro, me senté.

Entonces vi como el chico se colocaba una de esas características batas blancas, que, prácticamente todo el mundo llevaba en aquel lugar; después de eso sacó mi sangre del bote con una pipeta y la comenzó a colocar en diversos aparatos, de los cuales, la mayoría, desconocía su uso.

ㅡ Bien, tus niveles de glucosa, hemoglobina, hierro, potasio... todo está correctoㅡ. Comentó mirando los resultados de las máquinas.ㅡ Tienes una sangre sana.ㅡ Murmuró justo antes de dirigir su mirada a la mía.

ㅡ ¿Y para qué la necesitan?ㅡ Pregunté sin siquiera saber si quería realmente conocer la respuesta.

ㅡ Para algo, cotillaㅡ. Escupe el chico despegando la mirada de mí, en un intento fallido de poner una mueca de asco.

Yo no podía dejar de mirar mi brazo; le habían empezado a salir hematomas por la falta de sangre, haciendo que el color morado predominase por la zona. Levanté mi mano y la dirigí a la herida, pasando las yemas de mis dedos por los hematomas, lo que me hizo sentir pequeños pinchazos, seguidos de un fuerte dolor agudo, el cual recorrió como un calambre todo mi brazo izquierdo. Solté un grito de dolor.

ㅡ¿¡Qué te pasa ahora?!ㅡ Exclamó el de pelo más claro sin siquiera cambiar su expresión.

ㅡ Mi brazo... ㅡ murmuréㅡ, me ardeㅡ. Dije con la mirada fija en él.

ㅡ Eso te pasa por no obedecerㅡ. Escupió volviendo su mirada a los apartos.

ㅡ Esto es increíble...ㅡsuspiré volviendo la mirada a mi brazoㅡ, me traen aquí sin ningún motivo ocurrente, luego me entero de que quien está detrás de todo esto es uno de los mejores amigos de mi hermano, y ahora tú, un chico del cual no sé ni su nombre y a quien le da completamente igual si pierdo un brazo o no.

ㅡ Lo ibas a perder igualmente, así que eso no importaㅡ, confesóㅡ, y mi nombre no es de tu incumbencia.

Solté un bufido al escuchar su respuestaㅡ. Esto es surrealistaㅡ, maldije por lo bajo.

ㅡ¡¿Dónde está la maldita chica?!ㅡ Se escuchó desde lo lejos.

Después de aquello, unas rápidas pisadas se hicieron presentes en el mutismo del lugar. El de pecas y yo dirigimos la mirada hacia la puerta, asombrados por el ruido que estaba haciendo esa persona.

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