El Origen

21 2 8
                                    

1

Era de mañana aunque en aquella ciudad el concepto de alborada era muy extraño, ya que bajo la roca de los montes Krimppatu la luz jamás llegaba a verse. Era ahí en una gran cueva que hacia las de receptáculo para un gigantesco lago, en un islote prácticamente en el centro de tal cuerpo de agua estaba la ciudad de "Malziberanz" una gran ciudad para los estándares del pueblo Drow, con poco más de 10 mil habitantes y todos los recursos necesarios para tener una buena vida. Sin embargo como en todas las ciudades de esta gente, sus gobernantes se sostenían en el poder a través del miedo y la brutalidad. Esto para los Elfos obscuros era normal y la gente vivía así sin siquiera preguntarse si hay otra manera de vivir, ya que cualquier otro método estaría asociado con sus detestados primos de la superficie y era el deber de todo Elfo obscuro alejarse de tan decadentes maneras.

En el centro de Malziberanz se encontraban los centros de reunión de su pueblo; el gran templo al "Emperador del Desdén", el palacio de la Reina y el gladiatorio. En este último bajo las arenas de combate, había cientos de túneles que llevaban a diferentes jaulas para bestias exóticas y peligrosas o a las bóvedas de entrenamiento de las diferentes casas guerreras que ahí adiestraban y probaban a sus mejores hombres y mujeres para mostrar su superioridad y divertir al pueblo. En la bóveda de la familia "Elönizzet" en las celdas de descanso del lugar se encontraba una joven guerrera llamada "Hloimasicil" (Daga ponzoñosa), era famosa por su velocidad, fiereza y su increíble belleza, era sin duda la gladiadora más odiada por los rivales de la casa y más deseada por los señores de la nobleza. Como todas las de su estatura, había sido entrenada para combatir, impresionar al público y para satisfacer los más extensos deseos sexuales de sus patrocinadores pero a diferencia de sus hermanas de batalla, ella no amaba la sangre, no deseaba la fama y no disfrutaba con las noches desenfrenadas de sexo, sólo lo hacía porque no conocía más y se resignaba a ser quien era. En su vida había matado a más de los que podía contar en esas arenas sobre su cabeza y aún tras años de haberlo hecho podía recordar cada una de sus caras mientras los mataba, con aquel rictus de dolor que ponían sus contrincantes mientras su hoja les cercenaba un miembro o la cabeza y para no volverse loca había aprendido a soportar pidiéndole a sus almas se ocupasen de otras cosas y no de ella en el más allá. Esa era su vida, al igual de la que ellos habían tenido y sabrían que no era personal.

Esa mañana Sicil como le gustaba que la llamasen se preparaba para una gran función que había en la noche, era una celebración el matrimonio de la Reina con un Príncipe extranjero proveniente de las montañas Elenon allende los túneles largos. Y la Monarca quería complacer a su nuevo consorte con los más espectaculares juegos que se hubiesen hecho hasta ese momento, así que se le había entrenado en nuevos trucos y ordenado llevarlos a cabo durante el combate. Por esto la chica se afilaba y pintaba las uñas de los pies de tal manera que quedaran tan agudas como una navaja y se aceitaba el cuerpo con un aceite especial que haría resaltar su cuerpo desnudo reluciendo de mil colores ante el reflejo de los cientos de fuegos fatuos mágicos que iluminarían el gladiatorio lo suficiente para que los ojos de los espectadores no perdieran detalle alguno pero que no quedaran cegados por el resplandor. No cubriría nada de ella, tanto sus pechos como su entrepierna quedarían expuestos a la vista de todos para que todos pudiesen disfrutar de su legendaria belleza y su única defensa sería una hombrera del metal ligero y resistente conocido como mithral, atada a ella por unas bandas que se confundirían perfectamente con el tono negro azabache de su piel y unas bandas tipo muñequera del mismo material. Además en su abundante cabello albo como la nieve se le harían largas trenzas que terminarían en afiladas hojas, las cuales sabía usar con pericia maestra para otorgarle a su rival una sorpresa de lo más desagradable. A Sicil esto le parecía tedioso y casi insoportable pero como su deber, lo atendía con diligencia y empezaba ya a pedir perdón por aquellas vidas que cegara esa noche. Tras una larga y metódica preparación y calistenia, se hizo con un par de hojas de un sólo filo, cortas y semi curvas, de excelente equilibrio y algunos protuberancias acerradas que las hacían ver crueles, dolorosas y mortales, estas eran sus armas favoritas ya que con ellas podía atacar y defender al mismo tiempo, aunque no era de las que gustaban de causar dolor de más en sus contrincantes.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Oct 23, 2018 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

La Senda de LimaWhere stories live. Discover now