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Manuel tiene 35 años, un carrera como contador auditor, un departamento propio e incluso se encuentra pagando las cuotas de un gran refrigerador que despinta mucho con su soltería, porque sí, Manuel se ha equipado con todo lo que puede querer un omega, pero no tiene pareja. Le falta lo único que le haría realmente un hombre hecho y derecho frente a sus amigos y familiares: un o una omega que dirija su casa y tiempo "como se debe" e hijos que le "den felicidad plena". Una familia propia, como si el endeudamiento no fuera suficiente para etiquetarle como adulto.

Manuel es un alfa sin omega, lo que no es para nada extraño, considerando que solamente un 20% de la población es omega (10% omegas mujeres, 10% omegas hombres), y que el resto de la población (20% de alfas y 60% beta) están descartados pues las uniones entre alfas y entre alfa y beta son consideradas prácticamente estériles. Manuel no está apurado por tener hijos y, de hecho, no se cree mucho eso de que cuando les marque con su olor su vida cambiará, pero le han criado para que sea un elemento útil a la sociedad y ya no puede ser presentado a nadie sin que la pregunta "¿de verdad no tienes familia que te espere en casa?" le dé la impresión de estar siendo juzgado como no como una mala persona en cuanto a sus logros, sino en cuanto a lo que se espera que un alfa logre y él no ha obtenido. La obligatoria observación que le sigue no le da mejor espina: No te angusties, cuando te cases, les darán prioridad para adoptar. En esas ocasiones, Manuel forzaba una sonrisa y decía alguna frase que demostrara lo poco que le importaba eso sin ser explícito o descortés.

Antiguamente era común y hasta un cliché romántico el que los pocos omegas y los pocos alfas de una misma clase se emparejasen entre sí y para toda la vida. Esos casos aún se daban de manera regular, sin desmedro de lo cual, cada vez la edad para contraer uniones nupciales aumentaba en la gente con sexo secundario, llegando a convertirse en un problema para el Estado pues la pirámide poblacional se estaba invirtiendo, lo que para la mirada a largo plazo en una economía de extracción no era una buena noticia.

Manuel no encaja en las definiciones que la cultura popular da a los alfas. No es ni un hombre próspero y bonachón proveniente de una amplia familia rica, con hijos e hijas regalonas; ni un obrero esforzado que daría la vida por su numerosa prole, alimentada de la felicidad que da la humildad y sencillez. El pertenecía a la clase media -o a lo que iba quedando de ella-, se dedicaba al trabajo de oficina, no era una persona fácil de tratar y prefería comerse su plato completo a ofrecerle lo más rico a otra boca.

Con todo, Manuel sabe que no se está haciendo más joven; sabe que cada año pareciera tener menos tiempo libre; sabe que su última pareja estable le dejó hace cinco años por no poder concebir; y sabe también que, aunque no lo diga en voz alta, cree en el amor. 

De modo que, a espaldas de su familia porque está seguro de que no sacará nada, ha decidido participar de un programa del Ministerio de la Familia destinados a reunir omegas y alfas entre los treinta y cuarenta años con la esperanza de aumentar la natalidad en este sector de la población. Y allí es donde se encuentra ahora: en la recepción de la sala de eventos de la municipalidad. 

—En esa habitación están esperando los alfas —le indica la recepcionista, entregándole una bolsita de tela con el logo del gobierno. Manuel le agradece—. Están tomando tecito.

La habitación en que se reunen los y las alfas es ruidosa. La gente se ríe fuerte y habla animadamente, dando un ambiente de alegría y jovialidad, pero la sala es pequeña y a Manuel se le hace aún más pequeña debido a las mesas con tazas y agua caliente, y el olor fuerte que está encerrado. Ni loco se iba a meter allí; prefiere hacer tiempo junto a la máquina expendedora de la entrada, comprar una bebida y unos quequitos. 

Daniel oye el ruido,

                                   gira la cabeza.

                                                              La gaseosa se sube y chorrea la camisa nueva de Manuel.

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