Era de mañana. Las 11 de la mañana supongo. Había salido tarde de mi casa por no encontrar algunas cosas.
El frío invadía mi rostro a la vez que mis manos andaban calientes por un café que traía.
El metro había tardado en llegar, se disculparon por haber llegado tarde y dijeron que tenían fallas. Sinceramente no me importó y me subí, guardando cuidadosamente el café puesto que bebidas calientes en los transportes no están permitidos.
Después de unas cinco estaciones había llegado a mi destino. Salí del metro y comencé a caminar hacia tu casa mientras sacaba el café de donde lo había escondido.
Estábamos a unos 11 grados ese día, por eso traía una bufanda de cuadros de color rojo junto con mi abrigo color negro al igual que las botas y, bueno, unas mallas cafés también.
Todo estaba aislado, pareciese que iba a haber llovizna hoy. Los árboles ya estaban más que desnudos, el otoño ya había terminado.
Mi cabello se movía a la par de la brisa mientras me cubría las orejas y parte de mi rostro, haciéndome casi imposible poder identificar tu casa entre todos los colores neutrales de la avenida.
Tu casa se encontraba al otro extremo de la calle, y Justo cuando me iba a cruzar el alto apareció haciendo que me quedara unos momentos contemplando tal semáforo y esperando a que se pusiera en el color contrario para que pudiese avanzar.
Ya faltaba poco, ¿cuántas casas? ¿Unas 8? No lo sé, todas se veían exactamente iguales.
Pude identificar tu tapete de color verde diciendo "Welcome" haciéndome sonreír. Había llegado finalmente.
Tenía una copia de tu llave, así que la utilicé por si estabas haciendo algo y no distraerte de eso.
Abrí la puerta y me topé con un lugar completamente vacío, callado, neutral. Sabía que te encontrabas ahí, siempre que dejas tu hogar ponías por lo menos 4 seguros y hoy solamente estaba la puerta cerrada con llave.
Fui avanzando poco a poco ya después de que haya dejado la puerta cerrada como antes.
—¡Jason! —había exclamado pero simplemente nada.
Pensé que seguirías dormido, pero era imposible, tú sufrías de insomnio y no tenías el sueño para nada pesado. Y claro, tus pastillas para dormir nunca te las tomabas sin importar si era importante o no.
Dejé el café en la mesa del comedor que se encontraba un poco antes que la cocina.
Tu gato tampoco estaba, ¿acaso había escapado? ¿O habían escapado los dos?
Tu casa era un congelador, es por eso que tampoco me quite nada de lo que tenía puesto y seguí avanzando.
No debí de haber avanzado más de lo que debía.
Entré a la cocina y ahí estaba tu rastro de sangre que estaría vinculado a tus antiguas venas.
No lo podía creer. ¿En verdad lo habías hecho? Me acerqué a ti para rectificarlo.
Sí, en verdad lo habías hecho.
Tu cuerpo estaba más pálido de lo normal. Tus manos más frías que los 11 grados de afuera. Tus lunares tan neutrales como esas casas. Tus cabellos negros ya habían perdido su suavidad al tocarlos, tal vez tu sonrisa falsa hacía ver todo lo mejor de ti.
Podía ver tus moretones que los demás te hacían porque simplemente lo disfrutabas.
Tomé tu mano y la sangre ya no caía, simplemente ya estaba seca en tu piel a lado de tus cicatrices con diferentes historias.
Tu gato se encontraba a lado de ti. Supongo que lo espante cuando una lágrima mía cayó sobre su pelaje negro y me vio con esos ojos mocha que tú también poseías.
Mi cabello se diferenciaba al tuyo cuando estos se juntaron puesto que yo andaba llorando en tu pecho.
Me habías prometido que todo mejoraría. Me habías prometido que el dolor desaparecería. Me habías prometido que seguirías adelante. Me habías prometido dejar de tomar tales sustancias tóxicas.
Lo habías prometido.
Luego comencé a pensar qué tal vez si no hubiese salido de mi casa, si el bus no hubiese llegado tarde, si ese semáforo no me hubiese detenido.
Tal vez seguirías aquí.
De repente yo ya estaba en un cuarto diferente. Esperando que me dijeran algo acerca de ti.
Para morir de un coma etílico debes de tener como unos cuatro litros de alcohol en tu organismo.
Y tú... tú tenías unos seis litros de tres que tu organismo podía consumir. Eso sin mencionar que habías tomado unas... setenta pastillas.
Siempre quise saber que era tener depresión. Joder, me arrepiento de haber querido saber como se sentía.
Ya no te podía ver más. Ahora te encontrabas dentro de una caja que próximamente se encontraría a unos metros bajo tierra, solamente pudiéndote identificar por ese pedazo de piedra que tendría tu nombre grabado.
En el grupo de apoyo me preguntaron el porqué me encontraba ahí, solamente dije tu nombre.
Siempre me dijiste que se me vería bien el pelo corto y yo siempre te negaba eso. Encontré el otro día unas tijeras filosas cerca del baño y comencé a cortar mis mechones largos para luego desecharlos.
Comencé a ocultar mis ojeras por medio de maquillaje, nunca me había maquillado antes. También recuerdo que me decías que con maquillaje me vería mejor de lo que ya lo hacía.
También comencé a taparme las cicatrices que podrían hacer conjunto con las tuyas. Ahora tengo unos tatuajes ahí, son unos cuadros marcados en toda la extensión de mi brazo izquierdo.
Todos dirían que ya mejoré.
Que ya te supere.
Que ya no siento el mismo dolor.
Pero...
¿Cómo olvidar el día que viste a tu mejor amigo muerto?
Nunca lo olvidaré Jason, han pasado dos años y siento que ya es demasiado. Ya no puedo con esto.
Hoy se cumplirían dos años en los que te suicidaste.
Mañana se cumplen dos años en los que te encontré sin oxígeno ahí en tu antigua cocina.
El año pasado te hice una carta poniéndola en tu lápida a la cual cada semana voy dejándote flores. Incluso si estaba internada en el hospital le decía a alguien que lo hiciera, no quería perder el hobbie.
Hoy lo único que puedo hacer es seguir manteniéndome viva mientras recuerdo lo que éramos, lo que eras y sobre todo, lo que compartimos.
Aún sigo sintiendo tus frías manos al saber que ya no tenías vida, y cada vez que recuerdo eso siento que perderé la batalla algún día.
Solamente me queda decirte que lo lograste, y que espero me estés guardando un lugar para cuando me haya pudrido por completo.
Ahora espero que al fin puedas ser ese niño jugando entre todo ese lugar, ese niño que nunca mereció sufrimiento, ese niño que me agradaba. Ese niño que siempre estuvo dentro de ti, Jason.
23/10
