Duendes ♥

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Cristina y Alfredo esperan con ansias la llegada de su primer bebé. Han comprado un montón de cosas para la criatura que viene en camino, la cual, ya saben que es niño. Son muy felices, se han encariñado demasiado con su futuro hijo, lo cual, es muy normal.

¡Por fin!, ha llegado el día… después de varias horas de parto, ha nacido Iván; le han puesto así por su abuelo, el padre de Alfredo.

Después de varios días en el hospital, han vuelto a casa; la ahora familia, es muy feliz, los padres saltan de emoción y el bebé les sonríe tiernamente.

Ha pasado el tiempo, las cosas no andan bien, todos tienen una cara triste y desganada. Están pasando raros acontecimientos en la casa, a los cuales no prestan atención, pero, sin embargo, no dejan de ser extraños: desaparecen dulces, se pierden las llaves, y objetos pequeños, como el control de la televisión, se esfuman por la noche, y aparecen mágicamente a la mañana siguiente.

Un día, la feliz pareja despierta con malas noticias, Iván ha desaparecido, no saben cómo, no saben por qué. Corren a todos lados, buscan hasta en los lugares más recónditos de la casa, pero el bebé no aparece.

Pasan los días y no hay noticias de la criatura, Alfredo se encuentra en la sala, sentado junto a Cristina, en el sillón; él empieza a dormitar, pero un estruendo en la cocina lo sacude, parece que algo se cayó. Decide investigar qué es lo que pasó… al llegar ahí, encuentra vasijas tiradas, y mientras se dispone a recogerlas, algo le toca una de sus piernas; voltea la mirada, pero no encuentra nada; algo asombrado, sigue levantando los trastes, pero ahora, siente un pequeño golpe en la espalda, ha sido una piedra, Alfredo se empieza a asustar y regresa a la sala, Cristina está dormida, es obvio que ella no le arrojó la roca. El joven, muy asustado y sorprendido (pues creía que Cristina había hecho la broma), se dirige de nuevo a la cocina, pero antes de entrar, mira una pequeña sombra adentro, decide no meterse y espera, paciente, a que salga la cosa que hace dicha sombra.

Después de mucho tiempo, un pequeño ser, vestido completamente de negro, muy monstruoso, sale de la cocina corriendo; Alfredo lo sigue sin pensarlo. El ente llega al sótano, y mueve, de un golpe, una caja que se encontraba allí, la cual esconde un agujero; el diminuto ser se mete al hoyo, y nuestro amigo se queda atónito, no puede creer lo que mira, el hoyo es un túnel, que la pequeña criatura ha cavado.

Alfredo corre, rápidamente, hacia afuera de la casa; en el jardín está el pequeño monstruo, con una cara tétrica, frente a él, burlándose, y con su esquelética mano, apunta a un pequeño cuarto de madera que está escondido, entre hierbas; el joven tiene miedo, intenta correr y atrapar al ser, pero éste es muy escurridizo; viendo fracasado el intento de agarrarlo, decide ir al cuartucho, y abre la puerta… No puede creer lo que ve, allí está Iván, el cuerpecito de Iván, completamente destrozado, con los intestinos de fuera y marcas de pequeños rasguños, por toda su piel; rompiendo en llanto, totalmente loco, nuestro enfadado padre, empieza a gritar, insulta a esas criaturas, las maldice; nunca debió hacerlo; cuando termina de desahogarse, cae al piso, y aún llorando, escucha un grito, es de Cristina; corre despavorido a la casa, pero es demasiado tarde…

Al llegar a la sala, encuentra a Cristina, quejándose de dolor, tirada en el piso, ¡sin ojos!, se los han arrancado salvajemente; de pronto, siente un dolor terrible en su pierna, le clavaron un cuchillo, y sin quererlo, se desploma; frente a él, aparece un duende, con los ojos de Cristina en las manos, moviéndolos lentamente, bailando, mofándose del dolor de ambos; lentamente un grupo grande de seres pequeños los rodea, todos ellos, con caras enojadas y demoniacas.

Varios días después, la policía llega a la casa, alertada por los vecinos, quienes reportan que la pareja no ha salido, eso les preocupa; al llegar a la sala, guiados por un olor pestilente, encuentran los 3 cuerpos, sentados en el sillón, todos y cada uno de ellos con una enorme sonrisa en el rostro (marcada con una navaja); y a lado de la espeluznante escena se encuentra una nota escrita con sangre: “El bebé no nos dejaba dormir”.

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