Capítulo 12

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Aeropuerto de Nueva York

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Aeropuerto de Nueva York

La pareja de recién casados llegó una hora antes de que su vuelo saliera, allí se encontraron con las madres de ambos y Lizzy. A medida que esperaban por el anuncio del vuelo, hablaban entre todos, incluso Uma terminó por conversar a solas con Darrell para dejarle en claro algunas cosas.

—Si acepté que mi hija se casara contigo, fue porque te considero un hombre de bien así que no embarres jamás lo que pienso de ti —le dijo mirándolo a los ojos con seriedad.

—Si me dices que aceptaste que me casara con tu hija, entonces sabes muy bien que no soy igual al monstruo de mi hermano —apostilló el hombre—. Y sabiendo eso, jamás me atrevería a hacerle algo así o lo que fuera que la dañara —anunció con rotunda certeza en su voz.

—En ese caso, me quedo más tranquila, porque en verdad Darrell, si me entero de algo que no me gusta, consideraré sin titubeos denunciarte —comentó sin quitarle la vista de encima.

—Estoy más que seguro que lo harías y no te tengo miedo. Como el respeto que le tengo a Tabatha, te lo tengo a ti también, sé que serías capaz de lo que fuese con tal de defender lo tuyo y me parece admirable, haría lo mismo si tocan a alguien que amo y eso vale para tu hija —emitió el sujeto con devoción en su voz.

Uma quedó de piedra cuando escuchó las palabras de su yerno y quedó mucho más calmada que antes. Darrell era completamento honesto y un buen hombre y merecía tener a su lado a su hija y sabía muy bien que la cuidaría por encima de todo.

Su vuelo fue anunciado a través de los parlantes y pronto se estaban saludando entre todos.

—Ya saben bien que cuando quieran, las esperamos allí —acotó Darrell con una sonrisa—. No tienen más que avisarnos y las iremos a buscar.

—Así es, pueden venir por separado o bien las tres juntas, creo que sería grandioso —expresó Tabatha con alegría en su voz.

—Cuando lo creamos conveniente, se los haremos saber —contestó con una sonrisa Deborah.

—Perfecto —volvió a decir la muchacha.

Reanudaron los abrazos y los besos y, fue Uma quien casi rompe en llanto por saber que su pequeña hija se iba de su lado a vivir a otro país.

—No me hagas llorar, mamá —le respondió con la barbilla temblando y los ojos casi acuosos.

—No lo haré, perdón —comentó regalándole una sonrisa y besando su frente—, sé feliz es lo único que te pido —le confesó con una sonrisa.

—Lo seré —acotó regalándole otra.

—Creo que pronto puede que nos veamos todos de nuevo —repitió con melancolía.

—Espero que sí —dijo la joven.

La pareja las saludó con una mano y luego de que Darrell tomara de la mano a Tabatha, caminaron hacia la puerta de embarque para presentar los pasajes y seguir los pasos previos para luego entrar al pasillo que los conduciría hacia la entrada del avión.

Una Rosa en la Tempestad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora