-¡Suéltenme!
-Dale Joel, hazlo.
-¡Zabdi no!
-¡Me mordió la mano!
-No seas quejón, Rich damelas.
-¡¡Ayuda~!!
-¿Qué sucede aquí?
Los cinco chicos guardaron silencio y Yenny pudo apreciar de cerca lo que ocurría; Zabdiel sostenía a Christopher contra su regazo dejándolo inmóvil, Erick intentaba hacer que no moviera su cabeza y Joel y Richard tenían unas tijeras en sus manos.
No sabían que decir.
-Me mordió -dice Erick mostrándose inocente.
-Mami, me quieren cortar el cabello ¡¡no los dejes!!
Yenny estudia la situación unos segundos-. Los ayudo.
-¡¿Qué?! ¡no! -patalea logrando que su novio lo agarre más fuerte, riendo.
-Dame esas tijeras.
-Necesitas cortarlo, bebé -dice intentando distraerlo- luego haremos lo que tú quieras, ¿si?
Chris está a punto de contestar pero su propio puchero lo interrumpe. Habían dado el primer tijeretazo de muchos.
-Los odio.
El castaño entrecierra los ojos un par de minutos después, cambiando a una expresión triste que está seguro Zabdiel lo va a ver por el reflejo del espejo estando ahora parado detrás suyo. Se asegura de formar bien su puchero cuando el mayor lo ve.
-Es suficiente -dice el boricua. Chris sonríe con disimulo- así está bien.
-Estas hermoso, hijo -sonríe su madre al acabar.
-Jamás me dejes solos con estos monstruos de nuevo, mami -los señala. Estos se mantienen riendo y se da cuenta que grabaron su griterío.
-Tú lo buscas, cariño, algo hiciste -dice, saliendo de la sala al juntar el resto de cabello del suelo.
-¡No hice nada!
-Mentiroso -lo acusa Zabdiel, acercándose- has molestado toda la tarde.
-Ni siquiera dices que me veo bonito -hace un puchero.
-Estás precioso.
Besa sus labios suavemente, cargándolo cuando Chris da un salto.
-Protección al menor, muchachos.
-Tienes envidia -le muestra su lengua de modo infantil.
-Oigan, escuchen -Joel pone play al vídeo en donde sale Christopher gritando.
-¡Borra eso!
-Por supuesto que no.
-¡Zabdi! -se queja pataleando, mientras el rizado se sienta en el sofá con él.
-No grites. Además, es un buen recuerdo, para la historia -asiente.
Chris se cruza de brazos con enojo, escondiendo su cuello en el rostro del mayor porque a pesar de estar enojado, no quiere salir de encima suyo.
Los dedos ajenos se entrelazan en su espalda baja y la vibración en su pecho lo hace saber que está hablando con los demás.
Durante los últimos tres años, Christopher no se ha sentido mas esplendido junto a Zabdiel. Volvió a ser el mismo de cuando todo comenzó, alegre, todavía mas cariñoso y a veces mas insoportable, pero felíz al fin y al cabo.
Ahora su mente está llena de buenos momentos, y Zabdiel se siente orgulloso de eso. Y de tenerlo en su vida.
Mientras habla con los chicos sobre el partido que estaban viendo, el boricua siente el cuerpo del menor hacerse mas pesado, y la respiración en su cuello se vuelve pausada.
Sabe que se durmió.
-Chris está babeando sobre tu camisa -avisa Erick acercándose para ver mejor- que tierno, parece un bebé.
-Es mi bebé -asegura, intentando levantarse con él en sus brazos.
-Tiene veintidós -Richard comenta divertido.
-Con mas razón lo es -sonríe cuando se levanta, caminando a las escaleras- regreso en un momento.
Cuando llega al cuarto, sube el pequeño escalon de la cama y deja a Chris sobre ella con cuidado, quitando sus zapatillas para acomodarlo bien. Besa su frente y va hasta el clóset, agarrando una playera cualquiera para cambiarse.
Antes de irse lo mira una última vez, cerrando después la puerta detrás suyo, bajando de nuevo con los demás.
El partido está por acabar, así que se sienta al lado de Richard quitándole su cerveza.
-Oye, Zabdiel -lo llama Erick.
-¿Mhm?
-¿Qué harás después de las fiestas con Chris?
-No lo sé -dice con distracción, mirándolo después- veré que se me ocurre, porque ahora tengo mas trabajo que nunca. ¿Por?
-Curiosidad. Joel pensaba en pedirle a su padre la casa en la playa -se enconge de hombros- tal vez deberíamos ir.
-Claro, si. ¿Rich también, no?
-Yo pensaba invitarme solo.
El mexicano ríe golpeando el brazo del moreno, abrazando sus hombros después.
-Sabes que te quiero, negro. Eres mi invitado especial.
-Claro, si, si.
El rizado mira a ambos y ríe, porque con el pasar de los meses la relacion entre los cinco mejoraba cada vez mas. Sabía que Chris los unió a todos, y si se pone a pensar, gran parte de la felicidad de ellos se debe al castaño.
Incluso la suya.