El pintor corrió por callejones oscuros perdiéndose de la vista de su perseguidor. No estaba muy seguro en donde debía encontrarse con sus padres pero tenía una ligera idea. A veces pensaba que no tendrían que estar huyendo de esa manera si no fuera por su culpa, aunque su padre intentaba llevarse toda la responsabilidad en cierta parte era la de él. <<No pueden pisar el Cielo>> había dicho el mismo Dios al señor Wess alguna vez. Pero ellos ignoraron que con no pueden se refería a toda su familia, y no era porque él no quisiera, sino más bien porque a muchos les disgustaba el apellido que llevaban, que significaba ello para la existencia de todo el mundo. Sin embargo e ignorando esto, Joshua había logrado entrar al Cielo, haciéndose pasar por alguien quien no era, el "hijo" de un amigo de su padre. El amigo de su padre lo ayudó con gusto, veía una muy buena intención en él y además lo había visto crecer, sabía que no causaría problemas. No obstante después de unos cuantos años allí, por culpa de una tal Vrel, la serafín pelirroja, el Cielo completo sabían que era hijo del tan despreciado descendiente del que "desestabilizó el equilibrio".
—¡¡Detente traidor!! —Bramó el corpulento serafín apareciendo delante del pintor—. ¿Te crees que harás como las otras veces y te iras tan fácilmente?
—Quien sabe —replicó colocando su hermano a su espalda para que lo tomara del cuello—. Te aferras bien Dan ¿entendido?
—Sí —asintió sollozo.
—No puedes contra mí, soy más fuerte que Vrel y ella sabe bien que la última vez te dejo destrozado ¿o será que vendrá tu papi?
—No lo creo —rió nervioso—, pero tengo la ayuda de Dan.
—Hola —movió la mano el pequeño saludando.
—Jaja ¿Y qué hará? ¿llorar como bebé? —se mofó el serafín.
—No —sonrió Joshua y aferró sus manos a los bracitos de su hermano—, cargar luz.
Ambos hermanos cerraron los ojos concentrados y al abrirlos una gran llamarada amarilla se hizo alrededor de ellos. Joshua soltó al pequeño y encorvándose se la lanzó al serafín. El hombre corpulento la esquivó sin problemas pero no vio venir al pie del pintor que le piso el rostro y lo lanzó hacia un muro de concreto que partió en pedazos. Las llamas amarillas iban aumentando en volumen y mientras se hacían más grandes la luz eléctrica de diez cuadras alrededor desaparecía por completo. La luz irradiada por estas se concentraron en sus manos y con movimiento rápidos formó a un león de casi si altura, como si se tratase de un dibujo.
—Qué lindo —elogió Dan.
—Gracias, esto será una distracción más que suficiente ¿te parece? —preguntó y el pequeño asintió. El león rugió como si fuese uno de verdad y corrió al serafín que se ponía de pie lentamente.
—Rayos... —murmuró el hombre esquivando el primer ataque del león distrayéndose por completo del pintor que escapaba entrando por una casa.
—Disculpen, solo es un momento —se disculpó el joven con la familia que estaba almorzando y salió por la puerta de entrada sin problemas—. Dan cuando lleguemos con nuestros padres te dejare y prométeme que los cuidaras.
—¿Ah? ¿A qué te refieres con que los cuidare?
—Estoy seguro que Vrel y el señor grandote no son los únicos, por eso haremos lo siguiente: tú te vas con papá y mamá. Yo me quedó a distraer el resto, buscan al tío y se instalan en el Infierno.
—¿Ah? Papá detesta el Infierno, allí también lo quieren matar —refutó el niño sin entender demasiado el plan.
—Sí pero allá conoce más personas que aquí o en el Cielo.
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Nuestro Clan
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